Capítulo 35:

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Él se acercó y nuestros brazos se encontraron.

Una leve conexión que causó que se me erizara la piel de mi brazo.

― Las cosas que tengo que confesar no son el tipo de cosas que le cuentas a tu irrespetuosa compañera de biología ― él dijo.

El frío viento me envolvió y cuando respiré, me llenó de hielo. Pero no se comparó con el escalofrío que las palabras de Liam me causaron.

Yo empujé la salida giratoria. Cuando llegamos al carro del Arcángel para subir, aunque todos estuviesen vacíos, Liam se dirigió al primero.

La construcción de la montaña rusa no me daba confianza. Estuviera o no remodelada, parecía que tenía un siglo de antiguo y estaba hecho de una madera que había pasado demasiado tiempo expuesta al clima de esta ciudad.

El arte que tenía pintado a los lados era menos inspirador.

El carro que Liam escogió tenía un grupo de cuatro pinturas. 

«La primera representaba demonios en fila con cuernos arrancándole las alas a un ángel masculino que gritaba. La siguiente pintura mostraba al ángel sin alas posado sobre una lápida, observando de lejos a unos niños jugando. En la tercera pintura, el ángel sin alas estaba parado cerca de los niños, haciendo señas con el dedo a una niña de ojos verdes, para que esta fuera a donde él. En la última pintura, el ángel se balanceó como un fantasma sobre el cuerpo de la niña. Los ojos de la niña estaban negros, su sonrisa se había ido y le salieron cuernos como a los demonios de la primera pintura.

Una media luna colgaba sobre las pinturas.»

Aparté la vista y me dije que era el frío del aire lo que estaba haciendo que mis piernas temblaran. Me deslicé en el carro junto a Liam y me preguntaba qué rayos estaba por hacer.

― Tu pasado no me asustará ― dije, abrochando el cinturón sobre mi regazo. ― Creo que más que nada, estaré apenada por ti.

― Apenada por mi ― él repitió. El tono de su voz me hizo creer que aceptaba la acusación. Extraño de su parte.

Los carros comenzaron a moverse en reversa y luego dieron tirones hacia delante.

De una manera no muy tranquila, nos alejamos de la plataforma, escalando la montaña sin cesar. El aire estaba lleno de olor del agua salada que soplaba del mar.

Liam estaba lo suficientemente cerca de mí como para poder olerlo. Capté un leve rastro de un costoso jabón de menta.

― Te ves pálida ― dijo, inclinándose para poder ser escuchado a través del ruido de las vías.

Me sentía pálida, pero no lo admití.

En la punta de la montaña, hubo un momento de desesperación. Podía ver a millas de distancia, notando donde la oscuridad del bosque se mezclaba con la luz de la ciudad a lo lejos. El viento se detuvo, permitiendo que el húmedo aire se posara en mi piel.

Sin proponérmelo, miré a Liam. Encontré consolación en tenerlo a mi lado. Luego el sonrió de oreja a oreja.

― ¿Asustada, ángel?

Agarré la barra de metal perforada en la parte frontal de los carros mientras sentía mi peso inclinarse hacia el frente. Una temblorosa risa se me escapó.

Nuestro carro voló rápidamente, mi cabello revoloteaba tras de mí. Mirando bruscamente a la izquierda y luego a la derecha, repiqueteábamos sobre las vías.

Adentro, sentía mis órganos flotar y caer. Miré hacia abajo, intentando concentrarme en algo que no se moviera.

Fue entonces cuando noté que mi cinturón se había soltado.

Intenté gritarle a Liam, pero mi voz fue tragada por el aire. Sentí que se hizo un hueco en mi estómago y solté una mano de la barra de metal para intentar asegurar el cinturón alrededor de mi cintura.

El carro circuló hacia la izquierda. Mis hombros chocaron con los de Liam, presionándome contra él tan fuerte que dolía. El carro comenzó a elevarse y sentí que se despegó de las vías.

Estábamos descendiendo a una velocidad máxima. Las luces de los lados de las vías me cegaron, no podía ver hacia dónde iba la vía al final.

Era demasiado tarde. El carro giró bruscamente hacia la derecha. Sentí una sacudida de pánico y luego sucedió. Mi hombro izquierdo chocó contra la puerta del carro. Esta se abrió y yo fui expulsada del carro mientras la montaña rusa se alejaba sin mí.

Rodé en las vías e intenté encontrar algo a qué agarrarme. Mis manos no encontraron nada y seguí rodando hacia el borde, llegando al vacío. Abrí la boca para gritar.

Lo próximo que supe fue que la ronda terminó. Mi brazo dolía por lo fuerte que Liam me estaba agarrando. “―Vaya, eso sí que fue un grito,” dijo él sonriéndome de oreja a oreja.

Aturdida, lo observé llevar una mano a su oído, como si mi grito todavía hiciera eco allí. Sin estar segura de qué había pasado, observé al lugar en su mano en donde mis uñas habían dejado rasguños en su piel.

Luego mis ojos se movieron hacia mi cinturón de seguridad. Estaba abrochado alrededor de mi cintura.

― Mi cinturón…― comencé. ― Creí…

― ¿Qué creíste?― Preguntó Liam, sonando genuinamente interesado.

― Creí… que me había caído del carro. Literalmente creí… que iba a morir ―

― Creo que ese es el punto.

A mi lado, mis manos temblaron. Mis rodillas tambalearon bajo el peso de mi cuerpo.

― Supongo que nos quedamos como compañeros en biología ― dijo Liam. Sospeché un pequeño grado de victoria en su voz, pero estaba demasiado atónita para argumentar.

― El Arcángel ― murmuré, mirando sobre mi hombro a la montaña rusa. 

― Significa un ángel de mucha altura ― Definitivamente había insolencia en su voz. ― Mientras más alto estas, peor es la caída. «Realmente está convencido de su propia superioridad.»

Comencé a abrir la boca para decir otra vez cómo estaba segura de que por un momento había dejado el carro. ― Creo que mejor soy un ángel guardián. ― Dijo Liam sonriendo otra vez.

Guiándome por el camino, dijo, ― Te llevaré de regreso a los videojuegos.

Mágicamente los videojuegos, y las personas, volvieron a aparecer, sin que yo lo notara.

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-A

Ángeles Caídos.. {Liam & Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora