Al día siguiente, Cara fue a buscar a Sandra a su cuarto. Cuando llegó, Sandra todavía seguía durmiendo a pierna suelta, el despertador estaba destrozado contra las pared opuesta a la cama de Sandra, lo cual daba a entender lo que había pasado.
Cara, conteniendo la risa, despertó a Sandra con cuidado de que no la lanzase a ella también contra la pared. Sandra, un poco adormilada, dijo.-¿En serio tengo que despertarme pronto? Son las 9:00, es casi de noche todavía, ten piedad-. A esto, Cara comenzó a reírse con todas sus ganas.
Una vez estuvo vestida, Sandra fue al comedor acompañada por Cara, que le fue explicando que aunque pareciese mayor, también era alumna de primer año, así que iría a su clase.
En el comedor había todo tipo de comida que se pudiese imaginar.
Tras comer a regañadientes, Sandra siguió a Cara por los laberínticos pasadizos hasta llegar a la puerta de un aula por la que entraban chavales más o menos de su edad. Una vez dentro, tomaron asiento al final del aula.
Cuando el profesor entró, todo transcurrido con tal normalidad que a Sandra le pareció que volvía a estar en su instituto. La mañana transcurrió con una normalidad sorprendente. Sandra se dió cuenta de que aunque estuvieran aprendiendo sobre el Mundo de las Sombras, todo era exactamente igual de monótono que si estuvieran dando clase normal, y pronto se quedó dormida.
Cuando llegaron a la hora de la comida, Cara y Sandra volvieron al comedor donde habían desayunado. Tras salir, fueron a la sala de entrenamiento donde habían ido el día anterior. Allí se encontraba Frost, que les fue iniciando poco a poco en el arte del combate con magia. Lo primero que aprendieron fue a usar la magia corporal, una magia que poseen todos los magos, que les hace ser más fuertes, rápidos y ágiles, dotándoles de unos reflejos que les permitían hasta esquivar balas o invocar conjuros de protección a tiempo.Tras ser magullada varias veces por la pistola de balines que usaban para entrenar, Sandra comenzó a cogerle el truco, lo que fue una alegría para Cara, que había dominado la magia desde el primer momento.
Frost les enseñó un poco de combate cuerpo a cuerpo básico que tuvieron que repetir hasta que estuvieron entumecidas, luego tuvieron una hora para ducharse e ir a las clases de echiceria.
Una vez entraron en el aula los 15 alumnos que componían la clase de Sandra, la puerta permaneció abierta a la espera de que llegase el profesor, pero parecía que no llegaba. A los veinticinco minutos de que hubiera comenzado la clase, una luz comenzó a brillar cerca de la mesa del profesor. Los alumnos se pusieron tensos, y los que tenían autorización para llevar armas encima, comenzaron a desenvainarlas, aunque Sandra permaneció tranquila, esa luz ya la había visto antes, era la que despedía un conjuro de teletransporte.Cuando la luz se fue apagando, les permitió ver a una chica más bien bajita, no mucho más mayor que ellos, de pelo entre rubio y castaño con reflejos cobrizos, de ojos del color de la miel. A pesar de su tamaño y de que obviamente era de la edad de Sandra, la chica despedía un poder que intimidó a la clase.
La chica se acercó a la mesa, miró a sus alumnos y comenzó a hablar.-Mis amigos me llaman Elsa, aunque vosotros sois mis alumnos, así que me llamareis "profesora", en mis clases daréis el 100%, no importa si falláis si os volvéis a levantar, pero quien caiga y no pueda levantarse, será expulsado de mi clase, y si no domináis la echiceria que yo os voy a enseñar, poco podréis hacer-. Tras ese "motivador" discurso, Elsa comenzó con la clase, empezaron aprendiendo conjuros que cualquier persona con "Don" podía realizar, escudos protectores, dormir a los oponentes, invocar armas... En esto último, Sandra se lució, porque con Frost, había aprendido que el arma que mejor manejaba era el Katar indio, y habiendo memorizado su forma a la perfección, fue la primera en invocar un arma, antes incluso que Cara, que había destacado en el resto de clases. Elsa estaba claramente satisfecha con Sandra, aunque no lo mostraba para no poner en su contra a la clase, era una buena profesora. Al acabar la clase, Elsa les dio unas indicaciones a cada uno para ir a sus próximas clases. La última clase del día era para entrenar la afinidad mágica de cada persona, Sandra estaba sola en su clase, nadie de su nivel tenía un poder como el suyo, el resto, tenían 5 el poder del fuego, 2 el de la naturaleza, 3 el de sanar, otros dos el poder del hielo, y tres más, incluyendo a Cara, tenían el poder de la luz. Estos últimos eran los que más posibilidades tenían de ser cazadores de Élite.
A cada uno se les entregó un papel con la persona que les impartiría sus clases. Cara seguía estando con Elsa, pero a Sandra se le heló la sangre cuando vio quién era su profesor. Debía presentarse ante el Shinigami inmediatamente para comenzar sus clases.Sandra caminó por pasillos por los que nunca había pasado, y bajó escaleras hasta lo que parecía lo más profundo de la sede de la Orden.
Siguiendo las instrucciones de los pocos ocupantes de la Capilla, llegó hasta lo que parecían las mazmorras de la fortaleza, porque si algo tenía claro Sandra era que eso era una gran fortaleza.
Supo que había llegado porque a la puerta estaba inscrito a fuego el símbolo del Shinigami, las alas y la calavera.
Entró a una sala cuya única iluminación eran un par de antorchas al otro lado, ambas a cada lado de una puerta.
Sandra estaba a punto de irse, ya que en la estancia no parecía haber nadie, cuando se oyó una voz que retumbó por toda la estancia.-Aquí comienza tu entrenamiento en la magia de las Sombras, eres la primera persona en pasar por aquí en años. Tu magia es especial, a penas hay brujos y echiceras de las Sombras sin corromper, y muchos menos nefilim que no sirvan a la Sombra. Los que comen la luz, pueden viajar con ella, a su vez, los que dominan la Sombra, pueden hacer lo mismo. Ese será tu primer ejercicio, deberás aprender a defenderte, a luchar... Ya que el conjuro de Protección, solo sirve hasta que el sujeto se hace mayor de edad.
Sandra, hoy empieza tu entrenamiento, hoy empieza, la lucha por tu vida-.
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Luz y oscuridad, ambos iguales, ambos distintos
AbenteuerEn un mundo como el de hoy, en cualquier día, en una ciudad cualquiera, hay hombres, y no tan hombres, que procuran que tú no sepas la realidad.