Pain In My Bones [MJ]

Cap. 22. Mensajes

La soledad se siente peor cuando se está solo en la noche, que es cuando queremos dormir y no nos deja, aparecen todos los sentimientos y sensaciones que pusimos en vibrador todo el día, queremos que llegue el día siguiente, y el siguiente, y el siguiente. Es un largo camino que estamos condenados a recorrer mientras tratamos de buscar aquello que no sabemos. Aquí el punto es, cuando lo encontremos...¿nos daremos cuenta?

La lluvia seguía cayendo, estaba haciendo bastante frío, y el único medio que tenía para darme el calor que necesitaba eran los brazos de Michael a mi alrededor, mientras mirábamos melancólicamente las gotas de lluvia que resbalaban por la ventana, recostados en la cama como dos torpes enamorados.

— Me hubiera sentido mejor saber que encontraste a mi hermano — le hablaba triste, recostada en su regazo —, pero me conformo con saber que no te pasó nada — voltee y deposité un corto beso en sus labios

— Adoro que te preocupes por mi — me pegó más a él —, y no te preocupes, te hice una promesa y pienso cumplirla al pie de la letra, ya mis padres se encargarán de lo demás.

Sus palabras hacían que me sintiera culpable, yo no estaba cumpliendo la mía exactamente y me estaba matando la culpa.

— ¡Oh! También te enviaron saludos los tuyos — habló de pronto logrando hacer que pegara un brinco

—¿Eh?

— Tus padres niña — rió —. Mejor olvídalo, ¿quieres palomitas? Tengo algo de hambre — sugirió levantándose de la cama —, vamos Campbell

— Bien, aunque sigo algo llena porque comí bastante hace rato — mentí

—¿Enserio? Mmmm...está bien, confiaré en ti —dijo tras poner una mueca

— Si no me crees puedes preguntarle a Lucy — dije evitando verlo a la cara —. ¿Por qué te mentiría? — reí nerviosa ante su respuesta, pero por suerte sólo soltó una risilla

Salió primero de la habitación y me quedé un momento, pensando en como podría verlo a la cara, habían pasado ya dos días en los que Lucy y yo habíamos comenzado nuestro trato, no me caía nada bien pero no tenía de otra mas que aceptar su ayuda.

También había hablado al hospital para preguntar sobre el estado de salud de Miriam, por suerte no le había pasado nada malo, sólo se había desangrado un poco, de alguna manera me alegraba saber que estaba bien, aunque seguía sin agradarme del todo.

Bajé las escaleras a toda prisa, sentí un corto mareo pero logré incorporarme de inmediato, era verdad que mi salud estaba empeorando un poco, pero nadie dijo que mantenerse delgada era fácil, había reducido una talla en pantalón, eso me alegraba un poco.

— ¡Ahí estás! — apareció asustándome —. Pensé que venías tras de mi, puse las palomitas al horno, ¿qué película vamos a ver?

— ¿Podemos invitar a Lucy y a tu hermana? — sugería algo aturdida y confundida, necesitaba a Lucy a mi lado