Cuando entro al instituto, otra vez con Stan tomándome de la mano, veo a Beverly. Ahora no parecía enojada, porque todo tenía una explicación.Ambos la saludamos con la mano, y seguimos caminando. Quería detenerme y preguntar como estaba, quería que habláramos sobre lo de hace un par de días.
— ¿Alguno estudió para el exámen de Química? —Eddie nos mira alertado.
— Yo sí —dice Stan sonriente.
— En realidad... No, pero sé mucho de todas formas —asiento de igual forma.
— Ben, Stan, ____, ustedes serán mis compañeros de banco por hoy.
Richie nos toma de los brazos mientras ingresamos al salón.
— No somos el club de perdedores si no nos copiamos en esto —dice Mike encogiéndose de hombros.
— E-Estoy de acuerdo con Mi-Mike.
— Son unos pillos —digo rodando los ojos— Sólo porque no quiero que desaprueben.
El plan fue simple, Stan se sentó con Eddie, Ben con Richie y yo con Mike, Bill se sentaría junto a nuestra mesa, aun así le era fácil copiar las respuestas.
[...]
— ¿Nos vemos luego? —ellos asienten y entonces me dirijo a los baños.
¿No tenían otro lugar para charlar? Todos estaban ocupados, y en la zona de los lavabos estaba atestado de chicas contándose no se que mierda.
Decido ir al baño del gimnasio, pero había una discusión.
Maldición, a donde voy Beverly esta metida en problemas.
— Tenías tiempo fuera, Marsh, pero se acabó —escucho a Greta enojada— No puedo soportar ver escorias como tú en mi instituto.
Y sin más que decir la golpea en el estómago, dejando a Beverly sin aire.
— ¡No!
Greta sale disparada hacia las gradas, cae sentada, y me mira furiosa.
— ¡Greta! ¿¡Estás bien?! —una de sus sombras se acerca a ayudarla.
Aprovecho y voy hacia la pelirroja tendida en el suelo, con su brazo envolviendo su propio abdomen con una mueca de dolor.
De repente, unos brazos me rodean, eran dos chicas contra mí. No me importa lo que me hagan, sino lo que pase a Beverly.
Pero no puedo concentrarme, entonces continuo forcejeando contra las amigas de Greta. Eran seis contra dos, algo sumamente injusto, y de cobardes. La de rulos se acerca mientras las otras golpean a mi pelirroja.
— ¡S-Solo déjala en paz! —escucho la voz asustada de Bev.
Ella extiende su puño frente a mi rostro y lo hace, mis ojos se llena de lágrimas, el dolor se hace insoportable. Y el dolor de cabeza, por el esfuerzo que hacía, era mayor.
No puedo hacer nada con la situación, solo puedo sentir como mi cuerpo no reacciona ante nada. Los golpes por todas partes se hacen intensos y frecuentes.Me sentía inútil, no pude proteger a Beverly. Y se suponía que debía estar para ella, siempre.
Confió en mi, y yo le fallé.
[...]
— ¡Exijo hablar con el director en este instante! ¡El instituto debe hacer algo! ¡Mi hija es una víctima de ese animal!
Abro mis ojos, no puedo evitar hacer una mueca cuando lo intento. Estos parecían hinchados y no podía ver con claridad. Pero escuchaba todo, era la voz de mi madre.
— M-Mamá —la voz de mi hermano.
— Tranquilo, hijo —ahora era mi madre otra vez— Tu hermana estará bien, va a despertar.
Tan sólo respirar se me hace doloroso.
— ¿Mamá? ¿Richie? —pregunto tan alto como puedo.
— ¡____! ¿Que tal estas? ¿Te duele algo? ¿Hay algo que pueda traerte?.
— ¿Que me pasó? .
— No te preocupes, hermana, todo ya esta arreglado —su mano fría toma la mía— Expulsaran a la zorra de Greta.
Greta, la paliza. Todo cayó como balde de agua fría.
— ¿Me veo muy mal? —intento reír pero en su lugar sale una mueca.
— Demasiad- ¡Au!.
— Tranquila, con el pasar de los días se curaran y quedarás bien —dice mi madre.
— ¿Dormí mucho?.
— Desde el primer receso han pasado más de diecisiete horas.
— ¿Tanto? Yo hubiera creído que estaba muerta —escucho la risa de mi única familia— ¿Y-Y Beverly?.
— Hace un rato hablamos con su tía, me dijo que despertó antes que tú, hace dos o más horas —responde ella.
— La visitamos con los chicos, está bien. Sin duda se ve mejor que tú.
— Qué oportuno, idiota.
— No peleen.
Me levanto de la cama, y... este no es mi maldito cuarto. ¿Un hospital? Jamás creí que volvería a pisar uno, se sentía raro.
— Hey.
— Mamá, solo me duele un poco la espalda, y... Todo lo que se llama cuerpo pero puedo caminar —digo.
Traía una bata, la cual es super cómoda, de no ser porque en cualquier momento se me vería la ropa interior.
— ¿Beverly esta aquí? —Richie asiente con la cabeza— ¿Puedo verla?.
Tuve que esperar a que el doctor volviera, me dio unas pastillas para el dolor, y cambió la venda que rodeaba mi cabeza. Entonces pude salir, con unas muletas porque sino caminaba raro.
Entro al cuarto 58, Beverly mira curiosa a través de la ventana, cuando me escucha llegar voltea.
— ¡____! ¡Lo siento tanto, fue mi culpa! —exclama.
— No te culpes, cariño —me siento en su camilla— ¿Te duele mucho?.
— Sí, pero ya no tanto como antes, ¿y a ti?.
— Me duele, mucho.
— M-me destroza verte así —sus ojos comenzaban a brillar.
— No llores —digo casi en un susurro y tomo su mano— Tampoco me gusta verte de este modo, pero créeme, ahora estaremos en paz.
— Me enteré de eso —ríe un poco, muy desanimada— Ya era hora.
— Pero fue tarde.
Recorro con mi índice todo el rostro de Beverly, hasta llegar a sus labios. Acaricio estos lentamente, e incluso noto sus mejillas tomar color.
— Siento haber dado rodeos, pero estaba indecisa —susurro
— Yo esperaría lo que sea por ti.
Tomo su mentón, y acerco mi rostro al suyo. A centímetros de tocar sus perfectos labios. Me volvía loca.
Y lo hice.
La besé como deseaba desde hace tiempo. Con dulzura, e intensidad a la vez. Sus manos viajan desde mi espalda hasta mi cintura, da leves masajes, mientras mueve su cuerpo debajo del mío. Esto se siente como el mismísimo cielo.
— Te amo.