La chica nueva

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Los días pasaron rápidamente después de que Mateo tuviese que despedirse de su novia la mañana del lunes, y un torneo de karate mantuvo a Ariana ocupada y fuera de la ciudad por un tiempo, alejándola de su chico.

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—No puedo creer que ya seas universitaria —dijo Ariana mientras revisaba las libretas de su hermana.

—Cállate "chica nueva" ja, ja, ja. —Amanda acomodaba sus cosas en su nueva mochila mientras charlaba con Ari.

—Cállate, de por sí me siento rara con ese uniforme.

—Con todo y que la señorita quiso uniformes nuevos ja, ja, ja.

—Es que no combina con mis ojos. —dijo Ari con un tono sarcástico.

—¿De que te sirve tener ojos verdes si están miopes?

—Te odio.

Ambas chicas estaban riendo y bromeando como acostumbraban, las vidas de ambas entraban en nuevas etapas y estaban emocionadas por ello.

Mientras tanto en casa de Mateo, la nueva etapa llegaba con una nueva persona a su vecindario.

—¡Mati, dile a tu padre que hay que ir por Lily! —gritó la madre de Mateo desde su habitación.

—¡Ajá! —Mateo dejó su videojuego y salió para buscar a su padre en su garaje.

Su padre solía meterse allí para limpiar su equipo de pesca o escuchar viejos casettes con canciones que alguna vez fueron exitos de moda.

—Papá, hay que ir por Lily, no se te olvide

—Cierto, ¿Qué se siente que vas a tener a tu mejor amiga cruzando la calle?

—No quiero hablar de ello.

—Ok, vamos por ella, ven —dijo su padre mientras tomaba sus llaves y salía del garaje.

Lily comenzaría la preparatoria en la misma escuela que Mateo y debido a la distancia, habían conseguido una habitación en una pensión que estaba justo frente a la casa de Mati, se había explorado la posibilidad de que Lily llegase a casa de Mateo pero ninguno de los padres considero correcto tener a dos adolescentes juntos en la misma casa, y más por el ambiente que había entre ellos.

. . .

Mateo y su padre llegaron a la terminal de autobuses para recibir a la jovencita y mientras esperaban, Mateo decidió ir a comprar alguna golosina, pero mientras estaba escogiendo que chocolate comprar unas manos le cubrieron los ojos.

—¿Quién soy? —aquella voz era inconfundible, tan dulce y serena como siempre.

—Me rindo.

—Ni lo intentas, eres un flojo —dijo Sam mientras soltaba la cara de Mati.

—Sabía que eras tú, reconozco tus manos.

—¿Ah sí? ¿Por lo delicadas y suaves?

—Por lo pequeñas y delgadas. —Mateo sonrió mientras Sam le daba un pequeño golpe en el hombro.

A+B=LOVE [Vol.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora