XXXI- Prudencia.

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~"Ella mira el espejo deseando que alguien la pudiera escuchar, bien alto y yo necesito amor. Así que mantenme más cerca en la noche, solo lo suficiente. Yo necesito amor para que me mantenga más cerca en la noche. Solo lo suficiente para sentir que mi cuerpo cobra vida cuando mis huesos comienzan a romperse y mi corazón comienza a temblar."- Mirrors- Niall Horan.~


Entré a la casa con mis zapatos en la mano y el vestido empapado. El auto había quedado hecho un desastre al igual que nuestros atuendos. Mis manos aún seguían manchadas y mi corazón todavía se encontraba agitado. Algo dentro de mí recorría mi cuerpo a gran velocidad amenazando con salir. Ignorando eso, el ambiente se encontraba tranquilo. Harry no había vuelto a hablar y solo se limitó a recibir una toalla para secarse. Nos encontrábamos en el baño, él en el umbral de la puerta y yo en el interior. Tenerlo ahí me obligaba a mirarlo. Su cabello totalmente desordenado se había pegado a su rostro, su piel se veía radiante con la humedad y su traje totalmente estropeado. Tendría que sacárselo. 

Entré en pánico, Harry tendría que deshacerse de su ropa y no tenía otra seca. Él pasaría la noche aquí, paseando por la casa con poca ropa. Mostrando ese torso trabajado y lleno de tinta. Quizás no era una imagen tan temible y no perjudicaba a nadie, ¿O sí? ¡Qué ilusa! ¡Qué inconsciente! ¡Claro que perjudicaba! Con solo recordar mi cuerpo se alborotaba y mi auto-control desaparecía. Mis extremidades todavía no regresaban a la normalidad y podía notar algunas miradas de Harry sobre ellas.

-¿No tienes frío?- Preguntó en medio del silencio tenso.

-Poco.- Levanté mis hombros tratando de restarle importancia aunque podía notar que él entendía a qué se debía.- ¿Tú?-

-Algo.- Sonrió secando su cabello.

Maldita sea, ¿Por qué era tan atractivo? El color negro trepó hasta mis hombros y traté de pensar en otra cosa pero esta energía me lo impedía. Tenía que comenzar a agotarla. Luego de un "ya vuelvo", me materialicé en el living. Prendí la calefacción pensando en cómo deshacerme de todo ese poder. No podía soltarlo al aire libre, atraería a las criaturas que tratamos de evitar. Aquí adentro sería una locura, podría destruir la casa o peor, lastimar a Harry. Tenía que eliminarlo de a poco, lentamente pero no con su presencia. Él ya había visto suficiente por hoy. En lo que dura un suspiro yo aparecí nuevamente dentro del baño.

-Perdón.- Dije al notar la confusión de Harry. - Fui a prender la calefacción.-

Él contestó pestañeando dramáticamente para luego sonreír por un momento.

-Harry.- Él me miró. -¿Qué harás con tu ropa?-

-¿Qué quieres hacer con ella?- Sonrió con picardía.

-¿Alguna vez pierdes el humor?- Puse los ojos en blanco para evitar sonrojarme.

-No, nunca. Hace que las situaciones se vuelvan más agradables y llevaderas, ¿No crees?- Estábamos más cerca pero ¿Quién había sido el que se acercó? ¿Él o yo?

-Te quita seriedad.- Crucé los brazos tomando una posición más defensiva.

-Me da simpatía.- Se defendió.- Entonces, ¿Qué quieres que haga? Con la ropa, obviamente.-

-No sé que tratas de insinuar pero yo hablaba en serio, estás empapado y por si no lo has notado hace frío y en esta casa no hay ni una sola prenda que pueda quedarte.- Hubiese disfrutado de seguirle el juego pero no podía. Era una situación seria.

-Me conformo con toallas secas.- Levantó sus hombros con una sonrisa.

Asentí tratando de dispersar los pensamientos que comenzaban a formarse en mi cabeza. Tenía que dejar de pensar en él, en su cuerpo y en las escenas en las que podían participar. Su mirada penetrante no ayudaba y si seguía así explotaría. Le ofrecí que se duchara con timidez, temía que dijera comentarios subidos de tono que pudieran afectar mi poca estabilidad. Pero solo se limitó a aceptar y agradecer. Quizás había entendido que me incomodaban sus palabras. Se lo agradecía, estaba muy sensible y todo me afectaba.

Lo dejé solo y me encerré en el baño de mi habitación. Comenzaba a preocuparme por mi situación. Harry estaba metido en un gran problema por mí culpa y yo no lograba encontrar mi equilibrio. No lograba visualizar una solución. Ni siquiera había podido volver a la normalidad. Los muebles y el piso oscuro ocultaban las manchas que provocaba pero yo podía verlas sin ningún problema.

Me miré al espejo conteniendo la respiración por unos segundos. Era un desastre. Mi peinado había desaparecido y mi maquillaje se había corrido. Mi reflejo parecía querer llorar pero, ¿De qué serviría? Solo empeoraría las cosas. Suspiré gracias a un cansancio inexistente y comencé a desvestirme. Yo también necesitaba una ducha. Al quitarme el vestido pude ver como mi abdomen y espalda estaba pintado completamente de negro. Sin dudas estaba vinculado con mí energía. Luego de desvestirme por completo me metí rápidamente a la ducha.

Cuenta Harry:

El agua caliente cayendo por mi espalda me hizo notar lo tenso que había estado. No podía evitarlo, luego de todo lo ocurrido me encontraba en un estado de tensión crítico. Repasaba una y otra vez todo lo sucedido, desde que la vi caminar por la alfombra roja hasta cuando me entregó las toallas hace unos minutos. ¿Todo había sido real? ¿O me estaba volviendo loco? Ella había flotado, había despegado sus pies del suelo. Sonaba como un loco pero lo había visto. Aunque sonara imposible había pasado. Con Ciara todo era posible pero aún así costaba creerlo. Esa nube había ido por mí, quería matarme. Solté una pequeña risa mientras me envolvía una toalla en la cintura. Era lo único que se me ocurría, reírme. Mi vida había estado en riesgo por culpa de una diosa celta o lo que fuere.

Me miré en el espejo, todo este asunto me había dejado desorientado. Ahora cuestionaba qué era real y que no. Había estado creyendo en el dios equivocado, llevando símbolos religiosos erróneos. Como el dije que colgaba de mi cuello y mi tatuaje en mi mano derecha. Pero, tal vez, también existía. ¿Por qué no? Ahora todo era probable. El mundo se había vuelto más complejo y extenso luego de todos estos sucesos. Tantas cosas que no entendía. No quería agobiar a Ciara con preguntas pero ella era la única que podía ayudarme a comprender.

Salí del baño y entré en la habitación secándome el cabello. Mi ropa aún seguía mojada y no sabía qué hacer. No quería incomodar a Ciara, ya había hecho suficiente por mí. Además me sentía pésimo por ser tan inoportuno. Mis bromas le habían caído pesado y no sabía cómo remediarlo. Comenzaba a sentirme angustiado y no podía evitarlo. Comenzaba a ahogarme y no era en un vaso de agua sino que era en un gran lago oscuro y frío.

Unos pasos a mis espaldas me distrajeron. Ciara estaba detrás de mí y podía sentirlo. Mi espalda desnuda captaba un frío húmedo y extraño. Sabía que era ella, lo había sentido antes, esa temperatura mezclándose con su perfume. Ella no se movía y yo tampoco. ¿Qué esperábamos? Quizás ella esperaba que yo lo hiciera, quizás no. Mi vista seguía clavada en la silla donde estaba mi pantalón esperando para secarse. No sabía que hacer. Podía imaginármela perfectamente, la había observado tantas veces que había memorizado sus rasgos. Su cabello pegado a su rostro, sus ojos expectantes y sus labios juntos. ¿Estaría vestida o envuelta en una toalla? Maldita sea, ¿Acaso importaba? Enojado conmigo mismo decidí romper con ese silencio.

-Perdóname.- 


Dorchadas Álainn ||H.S|| a.u (Wattys 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora