Capítulo 4. Cambios

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Nicolás había entrado a su casa alrededor de las 4 am y había estado llorando en su cama en posición fetal hasta que el sol salió y se tranquilizó un poco. Logró dormir al menos unas dos horas.

A las 10 de la mañana su madre lo despertó muy molesta. Diciéndole un sinfín de cosas: ¿A qué hora llegaste? ¿Qué estabas haciendo tan tarde? ¡VAMOS A MUDARNOS HOY! ¡El camión no tarda en llegar Nicolás! ¡Termina de empacar tus cosas!

La explicación que había dado su mamá sobre la tan repentina mudanza era que a Roberto lo habían ascendido en el trabajo y ahora estaría en otro lugar ganando más dinero. Ya lo tenían todo planeado semanas atrás, aquel nuevo lugar de trabajo quedaba bastante lejos de donde vivían así que Roberto se dio la libertad de escoger una casa días atrás.

 —Agradece que al menos sigues en la misma ciudad y misma escuela— Le decía su mama mientras Nicolás subía las cosas de mala gana al camión. No había dormido nada y todo el alcohol que tomo la noche anterior hacia de las suyas haciendo que sintiera un terrible dolor de cabeza.

Odiaba tanto su vida en esos momentos, solamente pensaba en mandar todo al carajo e ir corriendo a la casa de su vecino, quien probablemente estaría durmiendo. Quería mandar todo al carajo y correr a dormir con él, estar a su lado y pasar así el resto de su vida. Tenía tan sólo16 años y toda una vida por delante, sabía que aferrarse tanto a alguien era una tontería, tenía que ser fuerte pero no tenia los ánimos, él no era una persona fuerte ¿para qué seguir engañándose?

Estaba viviendo sus últimos minutos dentro de esa casa, miró por última vez por la ventana de su cuarto y sentía que se estaba ahogando. La habitación estaba llena de aire pero simplemente ese aire no le servía, necesitaba respirarlo a él, necesitaba mirar su sonrisa, sus ojos, escuchar su estúpida voz diciéndole buenos días.

Subió a su carro, sabía que no se iba a morir pero realmente sentía que estaba muriendo. — ¿Así se sentirá amar?— se preguntó mientras el auto se alejaba de aquel lugar. Para él era imposible que el amor se sintiera así. —Es imposible que amar sea sentir en tu corazón un vaso roto—pensó mientras se sentía totalmente roto. Sentía rotos los sentimientos, el corazón, sentía que tenia rota la razón y que la cabeza le iba a explotar en cualquier momento. Cerró los ojos para no llorar e intentó concentrarse en arreglar sus sentimientos durante el camino a su nueva casa.

Al llegar a la nueva casa se dio cuenta de que al menos era más bonita que la anterior, ayudó a bajar cajas, instalar muebles, el tema de la mudanza lo mantuvo distraído el resto de la tarde. Ya por la noche, entró a la habitación que sería su nuevo cuarto, le gustaba mucho, era más grande que el anterior y tenía una gran ventana con vista a la ciudad. Esa ventana era su agrado, pues Nicolás no salía mucho y le gustaba la idea de que aunque pasara todo el día en su cuarto podía ver qué pasaba allá afuera.

Se dedicó gran parte de la noche a instalar sus cosas en su nueva habitación, poniendo su escritorio donde estaría su computador en el mejor lugar, se decidió finalmente con ponerlo junto a esa gran ventana, después siguió con su cama y así con el resto de sus muebles.

Eran las 3 de la mañana, al amanecer tenía que ir a la escuela y él no se podía dormir, estaba en su cama mirando al techo. El hecho de que fueran las 3 de la mañana no lo dejaban dormir. Sentía la necesidad de salir corriendo hacia su antiguo vecindario porque sabía que ahí estaría Edgar, como siempre con la estúpida rutina de la lata de atún para el molesto gato gris. Se lo imaginaba sentado en la banqueta tan tranquilo como siempre, hasta podía escuchar su voz, su risa, si se concentraba demasiado podía sentir su aroma. Se estaba volviendo loco y se odiaba por eso.

Odiaba también haber sido tan cobarde. —Tuve la oportunidad de hablarle más seguido, hubiera salido todas las madrugadas con él. Le hubiera pedido su número de teléfono la última vez que lo vi. ¡Le hubiera hablado más maldita sea! —pensaba con la mente llena de odio hacia sí mismo. Se sentía estúpido y tan miserable. No pudo dormir nada en toda la noche.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora