[...]—hyung, lo siento. —susurró mingyu viendo cómo el mayor entraba a la habitación con cara de estar cansado.
—¿por qué te disculpas? —se acercó soonyoung, tomando una mano del menor entre las suyas para proporcionar calor a éstas.
—tú estás en tu único día libre, y te ves cansado... y yo te estoy molestando pidiéndote que me cuides. —dijo triste gyu y luego tosió en su puño. por un momento se perdió en un mundo genial donde sólo estaba su lindo hyung frente a él, con ésa sonrisa que lo caracterizaba, con ése usual maquillaje agresivo y usando ropas oscuras y rotas. parecía sacado de una de sus bandas de rock favoritas, era tan genial.
cuando quiso darse cuenta estaba siendo rodeado por los brazos ajenos, fundiéndose en el calor y el aroma a frambuesas que el mayor le brindaba.
—no pasa nada, tú no tienes la culpa. y, la verdad, creo que prefiero estar cuidando de alguien a quien quiero que no hacer nada en casa o dormir. —acaricaba sus cabellos mientras hablaba, y notó cómo mingyu escondía su rostro en el cuello ajeno.
—uhm.
—¿ya has tomado tu medicina? ¿quieres leche calentita o más mantas? —susurraba dulcemente soonyoung a su oído.
—síp, la he tomado. y no hace falta, hyung.
soonyoung empezó a acariciar su espalda y seguidamente se separó del moreno para atrapar sus mejillitas y acercarse a darle un beso, asustando un poquito a gyu.
—nop, no. ¡hyung, te vas a contagiar!
—me da igual. —musitó riéndose levemente y dejando besos en sus labios, mejillas, nariz, y bajó dándole besos por el cuello haciéndolo estremecer y tornar color. mingyu no dijo nada hasta que notó cómo le comenzaba a desabotonar la camisa del pijama lentamente.
—soonyoung hyung, no... —susurró el moreno e hizo que éste lo mirara. se quedaron por un momento sólo mirándose a los ojos. soonyoung viajaba por cada centímetro del menor frente a él. adoraba su tono de piel, adoraba su rostro, adoraba sus lunares, adoraba cómo a la mínima en varias partes de su cuerpo como las mejillas se enrojecía con tanta facilidad.
—está bien, está bien. —el mayor se quitó la chaqueta de cuero que llevaba puesta, la colgó, y se acercó de nuevo, esta vez para acurrucarse con mingyu bajo las mantas.
lo último que hizo fue cantar bajito para el menor mientras le acariciaba la piel y el cabello hasta que se quedase dormido.
[...]
ahre no sé si esto cuenta como drabble pq es 1 asco como mis demás historias y como no tengo vida subo +. eeen fin. ):