Piel de porcelana

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  "No me toques", "no me quieras", "no me beses", "no me rompas". No hagas que me enamore perdidamente de ti, porque puede que te haga inmortal en cada uno de mis versos y a continuación te coma a besos y busque siempre un pedacito de tus ojos en cada persona que me cruce. No me obligues a escribirte cada noche a las dos de la madrugada porque te has convertido en mi insomnio, ni quieras corretear horas y horas en mi cabeza. Porque te vas a cansar tú antes que yo. No me llames a las tres de la tarde pidiéndome que baje a tomar un café contigo, porque soy tan nerviosa que quizá lo tire por encima de la mesa y ahí te des cuenta de que no quieres a una persona así en tu vida; mejor llámame pidiéndome que subamos a una terraza cualquiera y hablemos hasta de lo estúpida que es nuestra existencia, y que deberíamos bebernos la boca en ese momento en lugar del café. No intentes entenderme, porque a veces hasta a mí me cuesta hacerlo. Quizá cuanto menos lo desees más lo consigas, por hacer un pulso contra mi cabezonería y ganar en ese duelo. No me preguntes nunca si sigue doliendo cuando escribo, porque jamás te pienso mentir y quizá te duela a ti más que a mí en ese momento. Porque hace tiempo aprendí, que a la hora de escribir las heridas se pueden abrir y cerrar si sólo es para curarte por dentro y que las personas cuanto más rotas, más arte crean en el cuaderno. No intentes traspasar el muro que creé a mi alrededor, no inventes maneras para entrar, ni siquiera procures descubrir por qué le nombré "Piel de porcelana": Tan impermeable y a la vez tan frágil, tan bonita y a la vez tan dura, tan amada por unos y tan odiada por otros, tan exquisita, tan ella, tan yo. Simplemente lo hice y a día de hoy nadie ha conseguido rompernos y tampoco deseo que lo hagan. Más que por nuestro bien, por el suyo. 

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