Celebrando a la Cigüeña

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Matthew, un joven alfa, se apresuraba a la puerta principal de su residencia (la cual compartía con su hermano gemelo menor Alfred) escuchando el sonido del timbre repicar de manera casi histérica. Lo cual solo podía suponer algo: los visitantes estaban ansiosos por entrar.

Y efectivamente al abrir la puerta la vista de sus dos primos omegas sonrientes inundó su ojos azules, con destellos malva, aunque lo que más le llamó la atención fueron los regalos que cargaba su primo Pedro y el tazón de comida que tenía su prima Itzel en manos por lo que no les hizo esperar permitiéndoles la entrada.

"¡Matt, my man!", si no fuera por la cantidad de regalos en brazos Pedro ya hubiera estrechado la mano de su primo norteamericano, "¿Cómo han estado las cosas por aquí?"

"¿Dónde están?", preguntaba la mexicana mientras el alfa rubio abría la puerta del refrigerador para permitirle poner el tazón y luego alisar sus ropas de forma más presentable.

"En su cuarto como siempre", reía el mayor de los gemelos rubios cuando miraba a sus primos hablar en su característica jerga, tan rápido que le confundía, y cada uno tomar sus respectivos regalos para ir al cuarto donde se encontraba su gemelo Alfred.

Un omega que no más de un par de semanas había traído nueva vida al mundo.

Los gemelos latinos no tardaron en alcanzar el segundo piso, dando brincos cada dos escalones (como hacían de antaño, antes de ser regañados por sus padres) entusiasmados por la idea de ser tío y tía; y felicitar a su primo.

Se encontraban tan ensimismados en sus alegres pensamientos, que al cruzar el umbral del cuarto perteneciente a Alfred las felicitaciones quedaron trabadas en sus gargantas ante la visión de un alfa de sorprendente estatura (considerando que su primo omega era alto) parado a un lado de la cuna de color azul que contrastaba en apariencia con las decoraciones terráneas de la habitación.

Ambos gemelos dedujeron que debía tratarse de Iván, la pareja de su primo. Ahora no entraba duda alguna del porqué Alfred finalmente había decidido atarse: el alfa de apuestos rasgos tenía un porte imponente con el simple hecho de estar estacionado a un lado de la cuna mientras su mirada se intercalaba entre los gemelos omega y su descendencia.

"Ah, good evening", el marcado acento ruso delató el país de origen del alfa quien daba un leve cabeceo en saludo, "you weren't kidding when you said your family had a thing for twins"

"Told you", los gemelos mexicanos voltearon por encima de sus hombros para ver a su primo omega acercándose a la habitación; "Peter, Itzel, me alegra verlos después de tanto", los gemelos sonrieron de regreso al omega rubio que les envolvía en un abrazo sofocante, "Vanya, they are my mexican cousins I talked you about: Pedro and Itzel"

"Mucho gusto", exclamaba el ruso con su acento aún presente en su español.

"Espera que cosa sobre gemelos", preguntaba Pedro de golpe recordando lo dicho por el único alfa presente en el cuarto.

"Come and see for yourselves", exclamaba orgulloso el omega rubio esperando que los mexicanos saludarán a Iván; entregando los regalos para felicitar al mayor por su recién adquirida paternidad (y guiño sutil que ninguno representaban peligro alguno a sus cachorros). Una vez hechas las presentaciones, Pedro e Itzel se acercaron a la cuna y ambos dieron un respingo de sorpresa: ahí en la cuna de color azul se encontraban dos pequeños, un nuevo par de gemelos varones dormitando lado a lado arropados en cobijas, pijamas y gorros tejidos con una pulsera de oro en su muñecas con sus nombres grabados, "Les presentó a sus sobrinos: Fyodor y Luke"

"¡Ay! Dios mío, Alfredo", Itzel fue la primera en balbucear antes de felicitar al rubio, "son hermosos"

Y ciertamente lo eran.

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