La lengua

Esta historia, le sucedió a una niña de 9 años, hija única de padres de gran influencia en la política; esta niña tenía todo lo que hubiese querido una niña normal, con buena educación, pero con una soledad incomparable. Sus padres solían salir a fiestas de caridad y reuniones del ámbito político, y la dejaban sola. Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande para que cuidase a la niña cuando creciera, pasaron los años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Una noche como cualquier otra los padres fueron a despedirse de la niña; el perro, ya acostumbrado a dormir con la niña, se tumbaba bajo de la cama. Los padres se fueron y pronto la niña se sumió en un sueño profundo, aproximadamente a las 2:30 de la madrugada, un fuerte ruido la despertó. Al abrir los ojos, notó que algo no iba bien. Sintió en su propia piel el frío helador de la propia muerte, y un fuerte aroma a azufre, que penetraba desde sus fosas nasales hasta sus pulmones, que le provocaba una sensación de nausea constante. Una noche más, como tantas otras, la niña intentó buscar refugio en su amigo fiel. Para ello, temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese, y al sentir la lengua en su diminuta mano se tranquilizó y durmió otra vez, ignorando todo lo sentido hasta el momento. Cuando se despertó por la mañana, ese aroma, y esa sensación la volvieron a invadir, como si volviera al momento en el que pasó. Algo seguía mal en aquella habitación. Sus piernas pesaban como si fueran de acero. Cuando por fin se desperezó y fue a mirarse al espejo, descubrió algo que le heló la sangre. En el espejo del tocador había algo escrito con letras rojas. Cuando se acercó, vio que era un rastro de sangre que decía así:

NO SOLO LOS PERROS LAMEN.

Entonces dio un grito de terror al ver a su amigo fiel, su perro estaba desangrado bajo la cama.