Estas en uno de esos días en los que no estas bien, que estas apagado, que, aun que no puedas parar de pensar en esa persona, estas triste. Y estas triste porque ya le has dicho a esa persona los sentimientos que te provoca y te suelta una tímida escusa para que no te sepa a mal. Pero te dice que ella no siente lo mismo.
Aunque sus ojos te digan lo contrario, esos ojos que los miras y te miran a ti también, que cuando os miráis ella sonríe, y lo hace sin apartarte la mirada. Y tu disfrutando de esos momentos, de sus ojos preciosos, de su hermosa sonrisa. Y la empiezas a ver de verdad, empiezas a entender lo que te dicen sus ojos, su sonrisa; que no es un "No" como te decía ella. Porque no te dicen nada, porque ella también esta disfrutando del momento; de tus ojos, de la tonta sonrisa que dejas ver, aunque no estés bien; y es que no dicen nada porque ni tu ni ella estáis pensando en nada mas que en vosotros dos solos. Solos ella y tu.
Y es entonces cuando te entra el miedo, el miedo de que lo nuestro acabe mal, y ya no vuelva a ser todo como lo era antes. Pero es que ya nada es como antes. Tu quieres intentarlo y tienes la esperanza, la certeza de que va a salir bien, que viviréis momentos increíbles y otros que no tanto, pero que esos momentos no tan increíbles los superareis, juntos. Pero es ella la que tiene miedo. Y ese miedo acaba con todo. Porque la vuelves a mirar y te sonríe, no te aparta la mirada, pero sigue teniendo miedo. Y no sabes como quitarle ese miedo. Tu, solo la miras.
Y te das cuenta de que la mejor forma de hacerle saber que la quieres es por escrito. Porque solo de pensar en ella te entran ganas de ponerte a escribir, y no paras de pensar en ella... duermes y te levantas pensando en ella. Es una tortura, porque aunque no pares de pensarla, no la tienes. Pero luego te das cuenta de que solo así es como tenerla presente, a tu lado, solos, realmente ella y tu.
Lo único que quieres es que ella se de cuenta de que estáis echos el uno para el otro, de que tu eres lo mejor para ella y ella es lo mejor para ti. Estás convencido. Y no sabes como decírselo. Por eso escribes. Probablemente ella no lea nunca lo que escribes, pero te queda esa sensación de habérselo contado todo; de haberte declarado, de verdad, por segunda vez. Y que puede haber una tercera, y una cuarta, una quinta... porque la necesitas, que ella este contigo.
Pero no puedes cambiar lo que ella siente. Ahora le toca a ella. Porque tu no puedes cambiar sus sentimientos, pero ella si.
Solo deseas que todo esto acabe, que esta tortura termine. Pasar de pensar en ella a pensar con ella, a tenerla como tu confidente, tu compañera de las nuevas aventuras que os esperan vivir juntos.
Y solo deseas que ella acabe sabiendo todo lo que escribes. Y te mire. Y la mires. Que sonría y tu sonrías, y no te aparte la mirada. Y te acerques. Y que se acerque ella. Que ahora si aproveches la oportunidad. Un beso. Solo un beso.