'You make me strong' [OS. Larry Stylinson]

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Y allí estaba él.  En el borde de un puente de 30 metros de altura. Y decidido. Iba a tirarse de esa estructura grisacea y solitaria. Nadie sabría, a menos que alguien lo viera, pero lo veía imposible.

Su vida siempre había sido una completa mierda. Su infancia fueron siempre golpes provenientes de su padre. Su única amiga era su madre, la cual no veía tanto por su trabajo. Sus compañeros no lo querían, lo detestaban, y él les daba la razón. A su parecer, él era una mala persona, él no merecía estar vivo.

 Vio pasar por sus ojos toda su vida, cada detalle, sintiendo hasta el dolor en su sangre. Cerró los ojos, ya no lo soportaba. Ya no quería seguir viviendo esa vida, ya no quería respirar. Simplemente, porque ya no había razones para hacerlo. Escuchó un grito horrorizado a sus espaldas.

—¡Hey!— oyó, pero lo ignoró. Su pie tocó el frío vacío, y cuando solo faltaba un leve movimiento, sintió como unos fuertes brazos rodearon su cintura para luego llevarlo hacia atrás. Sentía como su corazón latía rápido. Él solo quería estar muerto. No quería ver a nadie. Quería ya no existir.

Molesto, se dio vuelta enseguida solo para soltar esos brazos que aún seguían sosteniéndolo con fuerza.

—¡Sueltame!—ordenó. Alzó su mirada llena de furia, preparado para escupir cientos de insultos cuando vio unos perfectos ojos color cielo mirándolos, lleno de terror. Sentía que estaba en el paraíso. Ni siquiera se había dado cuenta de que ese chico de tez bronceada le estaba dirigiendo la palabra.

—¿Me estás oyendo?—preguntó el dueño de aquellas orbes azules, llamando su atención.

—¿Qué? N-no... lo siento.—respondió, totalmente avergonzado.

—¿Qué estabas haciendo ahí? ¿Acaso estás loco? La vida es una sola, no la desperdicies. Tienes... ¿cuántos años?

—Dieciséis años.—murmuró cabizbajo, algo apenado.

—¡Dieciséis años! ¡Toda una vida! No desperdicies todo lo que tienes por delante solo por momentos de debilidad.

—Yo...—no logró completar la frase. Quedó perdido en sus ojos. Aún no podía creer que un extraño en minutos lo haya hecho sentir mejor que su propia familia o 'amigos' en sus dieciséis años de vida.

—No te preocupes, sé que no sabes qué decir. ¿Cuál es tu nombre?

—H-Harry...—susurró en un hilo de voz.

—Bien, Harry. Yo soy Louis, tengo dieciocho años. Escuchame bien, y mirame, por favor.—pidió el ojiazul, posando sus dedos índice y medio debajo de su barbilla para que el ojiverde de rulos color chocolate lo vea directamente a los ojos, tomándolo por sorpresa.— La vida es cuesta arriba, pero la vista es genial. —murmuró con una sonrisa. Harry iba a morir, esa sonrisa habia sido la más hermosa que nunca antes habia visto.

Sonrió. Harry sonrió levemente y susurró sinceramente— Muchas gracias...

—No se agradece lo que se merece.—sentenció Louis aún con una sonrisa. Él creía que Harry tenía una sonrisa preciosa, y que hacia juego con ese hoyuelo tan adorable en su mejilla izquierda. Siguió observándolo con detenimiento y masculló:

—Harry, no se cuáles fueron las razones por las que quisiste suicidarte, y me encantaría saberlas. Pero quiero que sepas que viv aquí a un par de cuadras, y que cada vez que necesites ayuda, estaré aquí para lo que sea.—

El aludido sonrío ampliamente, conmocionado por esas palabras que salieron de esos finos y rosados labios. Lo miró, y luego respondió:

—Necesito ayuda.—Louis lo observó con ternura. ¿Por qué Dios quiere llevarse a los ángeles más preciosos? Eso era algo egoísta. Sonrío por última vez y susurró:

—Aquí estoy. Encontraremos una manera para que salgas de la oscuridad.

—¿Y si no lo logro?— preguntó Harry, dubitativo. Nunca estaba seguro de sí mismo.

—Lo lograrás, porque tú eres fuerte.—dictaminó Louis. A lo que Harry solo sonrió, y por dentro pensó:

"Quizás, tú me haces fuerte."

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⏰ Última actualización: Jul 26, 2014 ⏰

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