Ellos nos habían abierto las puertas, después de todo, teníamos todos la misma energía, esas inagotables ganas de aprender, de absorber, y subir peldaño tras peldaño.
Aquellas personas emanaban una especie de luz poco común en una sociedad tan oscura y tóxica. Sus características sonrisas, casi de retrato permanente, era una de sus insignias obligatorias.
Nosotros éramos tan jóvenes y llenos de potencial, habíamos descubierto que éramos parte de esa filosofía de vida, incluso antes de conocerla realmente.
Dedicábamos muchas horas de nuestra semana al estudio profundo de lenguas muertas, sus traducciones, prefijos, sufijos, y verbos. Lo cual no serviría de nada si no experimentábamos esas enseñanzas a nivel energético, físico o mental.
Comenzamos nuestro recorrido conociendo profesores que habían pasado por la historia de esa red, sus anécdotas, infortunios, y recompensas. Nos volvimos eruditos, investigando y experimentando. Hasta que llegó la etapa de soltar todo lo que sabíamos, y dar un paso más allá, ir al centro de todo. Absorber las enseñanzas del centro o raíz donde nacía la autosuficiencia.
El primer viaje que realizamos lo hicimos entre tres. En ese momento, Milo y Marcus, eran mis amigos, mis hermanos, mis compañeros y protectores.
Al entrar en la sede del establecimiento, observamos sus ojos juzgándonos, atrapándonos con sus miradas y sus sonrisas, con su destacado léxico, y su carácter pacífico pero estricto.
Para ese entonces, mi experiencia en la práctica ya había dejado de ser básica. Comenzábamos entre los tres a practicar e involucrarnos de manera profunda y sentida.
Con el tiempo cada uno eligió su propio camino, y yo decidí cambiar de sede (a la sede Decana o central) donde pretendía seguir creciendo y absorbiendo cuál esponja en contacto con el agua.
Aprendí sobre distintas prácticas corporales, mentales, energéticas, así como muchas sociales. En ese momento comprendí ese núcleo de energía gregaria. Todos teníamos el mismo objetivo, compartíamos la misma filosofía de vida, los mismos gustos, incluso el mismo estilo alimenticio, libre de crueldad animal, promocionando un estilo de vida sano, fuerte, e intelectual por momentos.
Parte de mí extrañaba la vida normal de un chico a esa edad, las salidas, las borracheras, y los cigarrillos. Y otra parte estaba orgulloso de lo que había logrado, de haber alcanzado un nivel evolutivo y perceptivo que no podría haber alcanzado de ninguna otra forma. Fue un antes y un después.
Claro está, que como existe su parte brillante, existe el mismo nivel de oscuridad que necesitaba mantener controlado en todo momento. Ellos me exigían ciertas cláusulas, sociales y personales, así también como de la imagen que reflejaba ante la mirada de cualquier otra persona. Tenía que ser sólo como ellos pretendían. Esas personas se habían vuelto mi familia, mi ello y mi superyó.
¿Acaso había perdido la espontaneidad?, ¿Me transformé lentamente en parte de una Gran Máquina?, ¿Me habían reemplazado por un clon relleno de circuitos eléctricos?...
Poco a poco, fui negándome a reuniones, a eventos sociales, a cenas, actividades, y prácticas.
Necesitaba encontrarme de nuevo, sentir que las formas las pautaba yo. Así que decidí salir en busca de mi propio camino.
Con todo lo aprendido, no me fue difícil cierto grado de reconocimiento dentro del ámbito, con colegas, instituciones, ex compañeros, y demás vínculos y oportunidades de proyectos.
Hoy atesoro todas esas enseñanzas, ese camino, esa forma de vida... Solo que hoy no me río si no quiero, no pretendo demostrar una imagen forzada, ni debatir sobre quien hace que cosa y quien no.
Hoy comparto lo que sé por placer, y solo a aquellos que pueden manejar con sus manos la profundidad de dichas enseñanzas.
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Huellas mnémicas
De TodoFragmento de experiencias extracorpóreas, donde se relata de forma clara la impresión visual al transitar el umbral del sueño, los viajes astrales, la simbología, el contacto con seres no humanos, y el afán de descubrir mensajes en el trayecto del c...