Capítulo 6 •

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|Sarada|

Deshice el abrazo de mi madre, la tomé con gentileza de las manos y la llevé hacia la casa; no quería que los vecinos ó la vieja chismosa de la esquina, nos estuviera viendo y al final pasara el rumor de que algo sucedía en la residencia —no Uchiha— Haruno. Tomo mis maletas con la fuerza que me queda y me desplomo en el sofá cansada.

—Estuve arreglando tu cuarto esperando con ansias tu llegada —dice brincando de un lado a otro. Sí que mi mamá nunca cambia. Ejerzo fuerza para poder levantarme con la mejor de mis sonrisas —que por cierto, no es fingida— y me asomo hacia las escaleras para decidirme si subir o no. Cuando el grito de mamá hace que me sobresalte, poniéndome alerta buscando su mirada —. ¡Oh por Dios Sarada! ¡¿Qué es esa mancha?! —dice apuntándome el vestido. Genial, debido al shock en el que estuve en la casa de papá, se me olvidó cambiarme.  Jalo mi vestido y me dedico a observarlo.

—Oh, ésto — digo con una sonrisa irónica. Volteo a ver a mi madre que me mira interrogante —. De hecho... hay algo que tengo que explicarte antes —suelto. Mamá se sienta en el sillón y le da palmadas, incitándome a sentarme con ella. Cosa que hago. Doy un largo suspiro dispuesta a soltar todo lo que llevo en mí, no me bastó el lloriqueo de hace unos minutos.

»»Las cosas con papá han estado muy tensas —hago una pausa viendo a mamá quien se consentra en mí —, desde que partimos de esta casa, nuestra relación se ha quebrado en mi pedazos —obervo la casa. Mamá toma mis manos apoyándome.

»»La autoridad de la escuela comprometió a los alumnos en una fiesta para recaudar fondos. El boleto valía 60$, le pedí permiso a papá, él dijo que si yo iba y venía sola, caminando, todo estaría bien —la miro, ella solo se queda con la vista fija en el jarrón de Julietas algo marchitadas, me dispongo a continuar —: ese mismo día, estuve hablando con Chouchou, y se me fue el tiempo. Estuve apunto de llegar tarde; Cuando vi mi salvación estacionada en el porche... se me ocurrió tomar el auto de papá a escondidas.

—Escucha, Sarada. No es necesario que me lo digas, no te quiero poner mal —dice acariciando mi pelo.

—Mamá, quiero hacerlo —me da una última mirada, luego la desvía al suelo apoyando su codo en su muslo, dejando descansar su mentón en la palma de su mano. Prosigo —: Asistí a la fiesta. Habían luces estroboscópicas casi dejándome ciega. En fin. No pasaron ni diez minutos cuando comencé a aburrime. Me paré, dispuesta a salir de ahí, mi misión quedó a la mitad al ver que un estú... perdón, un niño sin neuronas me arrojó su bebida en el vestido —mamá le echa un vistazo otra vez al atuendo —. Y un chico gentilmente —estúpido— ofreció a llevarme. No sé qué fue lo que me apendejó —mamá me mira desafiante —, perdón. No sé qué me atontó que olvidé por completo que había un auto color negro esperándome. Eso significa que acepté —mamá asiente levemente pensante.

—¿No fue Boruto? Digo, es tu novio. Son raras las veces en las que no te apendejas por estar enamorada —le echo una mirada sorpresiva —. ¿Qué? Al diablo la formabilidad por hoy —suelto una carcajada que hace que suelte lágrimas por la presión, y por último, dejándome sin aire. Limpio mi lloriqueo y le lanzo una mirada divertida a mamá.

—Me parece perfecto —sonrío mostrando todos mis dientes — y no... no fue Boruto, él se perdió entre la ola de idiotas —ruedo los ojos —. ¿Te he dicho que a veces siento que estoy con Boruto porque amo competir con Karla? Digo, lo quiero pero... no sé si me atraiga.

Mamá me mira, quedándose perdida en mi mirada por unos segundos.

—Como un millón de veces —sonríe.

Le devuelvo la sonrisa. Ahora, me tenso más. Estamos apunto de terminar mi historia.

—Papá notó que el auto no estaba. Y me regañó —justo en ese momento, mis ojos se cristalizaron —. Yo lo tenía bien merecido —lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas. Comienzo a mandar a mis brazos para que mis palmas se juntaran en mis cachetes y ocultar mi cara —¡Sé que soy idiota! ¡Lo sé! ¡¡Lo sé!! — inicio a sollozar y las lágrimas no tardan en aparecer. Estaba llorando. Siento cómo alguien me aprieta, un cálido momento se adueña de mis pensamientos.

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