Capitulo 3: PARANOIA

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En el mundo de lo digital y antisocial; se encontraba el tonto de Diego, que caía preso, de cualquier cosa que lo distrajera, de su presente. Nadie le quería dar alguna responsabilidad, ya que fallaba frecuentemente. En las clases de educación física, siempre era el último en ser elegido a la hora de seleccionar jugadores para los equipos de fútbol; a veces, ni lo escogían. Se podría decir que Diego tenía de futbolista; lo que Alfonso tenía de inteligente; es decir, ...nada. Muchas veces no terminaba sus tareas académicas por quedarse viendo películas o jugando videojuegos horas de horas. Pero él no se daba cuenta que estaba cayendo en un círculo vicioso, del cual era muy difícil salir. Prácticamente se pasaba toda la noche frente a la computadora y se notaba por sus enormes ojeras, producto de sus innumerables desvelos. Posiblemente buscaba distraerse para dejar de pensar en aquella terrible noche. Cada que dormía, era la misma pesadilla: manejando el auto en la oscuridad y atropellando a alguien. Se estaba volviendo en alguien muy neurótico, siempre sintiéndose culpable de todo. Sus profesores le dijeron que, si seguía bajando sus notas, podría terminar peor que Alfonso y repetir el año escolar. Eso sería muy vergonzoso para su familia siempre "perfecta"; sin embargo, Diego hizo caso omiso a esos consejos, como siempre.

Victoria era una muy buena amiga que él tenía; se conocían desde Primero de Secundaria. Se hicieron amigos, casi, desde que se conocieron. A veces ella, le ayudaba con sus tareas en clase; e incluso, le pasaba las respuestas a escondidas, durante los exámenes. Pero últimamente, ha tenido una actitud diferente con Diego. Ella lucía mal; es decir, tenía un gesto de seriedad como un desánimo únicamente hacia él. Le lanzaba miradas extrañas, como si lo estuviera acusando de algo. Diego sentía que, por alguna razón, Victoria le tenía rencor; entonces, el rostro de este pusilánime adolescente se volvió pálido; aquel vacío en su interior, había regresado con mayor intensidad; parecía que el alma de Diego, hubiera abandonado su cuerpo. Esta sensación fue a raíz de un pensamiento:

—¿Y si ella sabe algo de aquella noche? o peor ¿Y si ella estuvo allí aquel momento? —comenzaba a atormentarle esas ideas. Haciendo cálculos inverosímiles; Victoria se había vuelto rara con Diego; casi después de esa noche. —¿Será por eso que me ha estado evitando? —se repetía una y otra vez.

Diego no estaba seguro de que Victoria supiera lo del accidente y la duda lo mataba; tampoco podía preguntarle, no se atrevía a hacerlo. Él tenía una cara de ansiedad y preocupación, muy difíciles de esconder ante los demás; pese a que tenía el hábito de ocultar fácilmente sus preocupaciones ante los demás, gracias al ejemplo que recibió de su familia.

De pronto se le acercó, William, su mejor amigo.

—¿Qué te ocurre? —le preguntó— Tienes una cara que parece que hubieras visto un fantasma.

—No pasa nada, todo bien— le responde.

—Sabes que me puedes contar lo que sea, habla sin-vergüenza— le dijo en son de broma —Si es algo legal, recuerda que mi papá es policía, tal vez te pueda ayudar en algo.

Ese comentario alteró más a Diego, pero trató de no mostrarse más preocupado de lo que ya estaba. —¿Por qué me menciona que su padre es policía? ¿Por qué piensa que tengo algún problema legal? ¿Será que Victoria le contó algo? ¿Y si la policía ya lo sabe? —Su mente estaba por colapsar con tantas intrigas. De pronto, todos parecían saber su terrible secreto. Se estaba volviendo extremadamente paranoico. Sentía que ya no podía confiar en nadie. Y como para terminar de rematar la situación, William le pregunta con voz comprensiva —¿Hay algo que quieras contarme?

Diego se quedó helado. —No, no hay nada que contar— le contestó con un tono apático; mientras se puso a copiar lo que estaba escrito en la pizarra, deliberadamente, como queriendo terminar la conversación.

OJOS DE UNA NOCHE AMARILLAWhere stories live. Discover now