Capitulo 5: UN HOMBRE EN TINIEBLAS

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Llegado el día pactado, Diego se dirige al lugar que le indicó la voz. Era una calle solitaria, con un aspecto sucio. La casa a la que tenía que entrar estaba desierta. Era más vieja y deteriorada aún más por dentro, sujeta con unos palos en sus esquinas, como si se fuera a derrumbar en cualquier momento. Entró por un pasadizo oscuro y luego subió unas escaleras de madera tan apolilladas, que se escuchaban algunas crepitaciones al pisarlas. Conforme se introducía más a la casa, el miedo comenzó a apoderarse de él, puesto que no llevaba el dinero acordado, no traía ni un centavo. Diego vivía tan atormentado por las voces de su conciencia, que comenzó a tener deseos suicidas. Él probablemente preferiría primero estar muerto, a ir a la cárcel y tampoco soportaba la idea de enfrentar la decepción de sus padres. Diego sabía que probablemente perdería la vida en este lugar, pero ya no le importaba nada, se sentía acorralado.

Subió hasta el tercer piso. Allí entró a una de las habitaciones, encuentra a un sujeto parado y encapuchado, mirando por la ventana a la calle, en su mano derecha traía una pistola. El sujeto se voltea para verlo. Diego no distinguía el rostro de aquel sujeto. Tenía puesta una gorra que le hacia sombra en los ojos. Diego comenzó a temblar, le preguntó por el video.

—No existe ningún vídeo, solo pude ver el momento en que lo atropellaste, no traía una cámara en ese momento. —le responde el individuo, al oír esa respuesta, Diego se queda aún más helado. Pero siente algo de alivio; pues ya no había posibilidad de que la policía supiera, que él manejaba el auto, que mató a aquel adolescente.

—¿Entonces todo era una mentira para sacarme dinero? —preguntó Diego, asustado.

—Así es idiota— respondió—¿Dónde está mi dinero? —El sujeto comenzó a apuntarle con su pistola. Diego no sabe qué hacer en ese momento, las piernas no le respondían, su respiración se agitaba y el corazón le palpitaba como si estuviera corriendo una maratón. Sentía que la hora de su muerte había llegado.

—Te hice una pregunta. —insiste aún más iracundo.

En ese momento se oía el fuerte sonido de unas sirenas que se acercaban, era la policía. El delincuente da unos pasos atrás y gira un poco para ver por la ventana rota, sin dejar de apuntar al muchacho con la pistola. Diego aprovecha el momento y corre como loco, alejándose de la presencia de su atacante. Corre tan rápido como sus piernas se lo permiten en medio de los pasadizos sin luz.

El sujeto estaba corriendo detrás de él, disparando un par de veces y gritando con su voz raspada. Pero cuando bajaba las escaleras, pisa una grada que estaba muy débil, esta se rompe como galleta y cae de tres metros al suelo, de cabeza; muriendo casi instantáneamente.

Diego sale disparado de esa casa y sigue corriendo. Al doblar la esquina, choca con un señor. Y al verlo tan asustado, trata de ayudarlo, a tranquilizarlo. Diego le cuenta que hay un hombre con un arma que trató de dispararle. El señor de cabello canoso, inmediatamente llamó a la policía. Mientras el muchacho, seguía sin salir del Shock.

Diego tuvo que dar sus declaraciones a la policía de lo que había sucedido. Todo quedó en un aparente secuestro. Ya que aquel delincuente estaba muerto, nadie podría desmentir las declaraciones de Diego. Al día siguiente, este caso salió en varios noticieros.

"MECÁNICO VENGATIVO, SECUESTRA HIJO DE SU EX JEFE"

Decían algunos titulares. Resulta que... "el secuestrador" era un antiguo empleado del padre de Diego, el cual trabajaba en su taller reparando todo tipo de carros. Hace un mes fue despedido, por llegar al trabajo constantemente ebrio. Así que las autoridades concluyeron que este tipo, intentó secuestrar al hijo de su ahora, ex jefe; para luego pedir dinero a cambio de su liberación. Diego ahora se sentía más tranquilo, al sentir que lo peor había pasado. 

OJOS DE UNA NOCHE AMARILLAWhere stories live. Discover now