Llegan las vacaciones de Pascua y Los Cinco están juntos en villa Kirrin. Pero un temporal causa destrozos en el tejado y un árbol deja las habitaciones medio en ruinas. Un amigo de Quintín, Lenoir, alojará a Los Cinco en su casa, una finca llamada por los lugareños el cerro del Contrabandista.
Una vez allí, Los Cinco observan que alguien hace señales luminosas desde el torreón de la casa cada noche de luna llena. ¿Quién será ese extraño personaje? ¿El nombre de la finca es sólo una leyenda o siguen merodeando contrabandistas junto al mar embravecido?
Enid Blyton
Los Cinco en el cerro del contrabandista
Los Cinco - IV
Título original: Five go to the Smuggler's Top
Enid Blyton, Enero de 1945.
Traducción: María Victoria Oliva
CAPÍTULO I
De regreso a «Villa Kirrin»
Un hermoso día, al principio de las vacaciones de Pascua, cuatro niños y un perro viajaban juntos en tren.
-Llegaremos pronto -comentó Julián, un muchacho alto y fuerte, de expresión resuelta.
-¡Guau! -ladró Tim, el perro, que se sentía inquieto e intentaba mirar por la ventanilla.
-¡Baja, Tim! -ordenó Julian-. Deja que Ana mire.
Ana era su hermana menor. Ésta asomó la cabeza, por la ventanilla.
-¡Ya entramos en la estación de Kirrin! -dijo-. Espero que tía Fanny esté esperándonos.
-¡Claro que estará! -respondió Jorgina, su prima. Jorgina se parecía más a un chico que a una niña, porque llevaba el pelo muy corto y rizado. También ella tenía aspecto resuelto como Julián. Dio un empujón a Ana y se asomó a su vez por la ventanilla.
-¡Qué agradable es regresar a casa! -dijo-. Me gusta estar en el colegio, pero será divertido pasar las vacaciones en «Villa Kirrin», y quizá podamos navegar hasta la isla Kirrin y visitar el castillo que hay en ella. No hemos estado allí desde el verano pasado.
-Ahora le toca a Dick mirar por la ventanilla -dijo Julián dirigiéndose a su hermano menor, un niño de cara agradable que estaba sentado en un rincón y leía atentamente-. Ya llegamos a la vista de Kirrin, Dick. ¿Es que no puedes parar de leer ni un segundo?
-¡Es un libro tan emocionante! -respondió Dick, y lo cerró de golpe-. Es la novela de aventuras más apasionante que he leído.
-¡Bah! Estoy segura de que no es tan apasionante como alguna de nuestras propias aventuras -dijo Ana al punto.
Y era cierto. Los cinco, incluyendo a Tim, el perro, que siempre lo compartía todo con ellos, habían vivido juntos aventuras extraordinarias. Pero ahora parecía que se presentaban unas vacaciones tranquilas, con largos paseos por las colinas, y quizá navegando en el barco de Jorge hacia la "isla de Kirrin.
-Este trimestre he trabajado mucho en el colegio -dijo Julian-. Me merezco unas vacaciones.
-Has adelgazado -comentó Jorgina. Nadie la llamaba así. La llamaban Jorge y no contestaba por otro nombre. Julián sonrió.
-¡Bueno!, pronto engordaré en «Villa Kirrin», no te preocupes. De eso se cuidará tía Fanny. Es especialista en cebar a la gente. Tengo ganas de ver de nuevo a tu madre, Jorge. Es estupenda.