Capítulo 12

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Fumaba de su vaporizador, echando gruesas y espesas volutas de vapor al aire, que dejaba atrás a medida que caminábamos. Lo hacía como si no supiera que lo que estaba haciendo era lo más sexy que yo había visto en mucho tiempo. Sus dedos estaban entre mis dedos. ¿Cuánto hacía que no caminaba de la mano con un hombre? ¿Mucho? No: muchísimo. Revolví mis dedos en los suyos y tiré de su mano levemente hacia abajo, tratando de zafarme de su agarre sin que se diera cuenta, pero él me miró sonriendo de costado antes de hablar.

-Basta.

-¿Basta de qué?

-Basta de tratar de soltarte.

-Es que caminas muy rápido y estoy prácticamente corriendo.

-Tengo piernas largas..

-¿Estás diciendo que soy muy pequeña? -lanzó una carcajada.

-Estoy diciendo que soy alto. Es aquí. -Se detuvo frente a un edificio hermoso de tres pisos, de estilo antiguo, con ventanas enormes de marco negro y ladrillo a la vista. Mi corazón latió de prisa. Lo adjudiqué a la presurosa caminata desde el pub hasta su casa.

La puerta del departamento hizo un click al cerrarse tras él, y se apoyó en ella mientras me miraba y encendía una lámpara.

-Tienes un bonito lugar -le dije, tratando de que no notara mi nerviosismo, mientras caminaba hacia el interior retorciéndome las manos. Era un departamento antiguo pero bien cuidado, con algunas paredes de ladrillo, estanterías con libros y grandes pinturas cubiertas con film, apoyadas en el piso. En el centro de la sala, un enorme sillón de cuero marrón se destacaba frente a un enorme televisor. Había olor a cuero, a madera, a pintura nueva y a él.

James se acercó hacia mí, mirando alrededor.

-Me mudé hace poco y falta acomodar bastante. No soy bueno acomodando las cosas -contestó mientras ponía música.

-A veces acomodar por fuera sirve para acomodar por dentro... -dije distraída, agachándome sobre mis tobillos para mirar uno de los cuadros apoyados contra una pared.

Su mano se enredó en mi muñeca y me levantó hacia él. En su cara había una sonrisa. Apoyó su palma en mi mejilla, y barrió con su dedo pulgar mi labio inferior. Cerré los ojos y respiré su perfume.

-Dices cosas como esas como si no te dieras cuenta...

-¿Así es como lo haces, verdad? -le dije abriendo los ojos. Mi tono de voz había cambiado, y rompí el contacto abruptamente.

-¿Hacer qué? -bajó su mano, confundido, y me separé de él, cruzándome de brazos y volviendo a dar unos pasos por el departamento.

-Esto -señalé entre los dos, sonriendo- Conoces una mujer que te gusta, la invitas a tu pub, la obnubilas mientras la gente te saluda como a una estrella de rock... y luego la traes aquí. Pones algo de música, la miras a los ojos... Es difícil no caer.

James sacudió la cabeza.

-No llevo a ninguna mujer a mi pub.

-Oh, vamos James -caminé hacia el sofá y me senté en el respaldo, todavía cruzándome de brazos- Yo tampoco busco algo serio -traté de sonreír despreocupadamente.

-No sabes lo que busco. Quizás ni siquiera esté buscando nada -se apoyó a mi lado y, cruzando los brazos también, se encogió de hombros.

-Bien.

-Bien.

Nos quedamos en silencio lo que pareció una eternidad, uno al lado del otro. Mis sentidos se agudizaron. Mi piel sentía la suya aunque no estábamos tocándonos. Su perfume me invadía y me envolvía (un perfume profundo, rico y sensual, que parecía mezclar madera con algo fresco). Mis ojos alcanzaban a distinguir, en la oscuridad, cómo su mano apretaba su vaper y envolvía sus gruesos labios en la boquilla, lanzando al aire las bocanadas blancas. Mis oídos prestaron atención y distinguieron, muy bajo, los acordes del bajo de "I can't tell you why", de Eagles. Era un tema viejísimo, y me sonreí al pensar que ya no quedaba nadie en el mundo a quien le gustara este tema, excepto yo.

Dos corazones en guardiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora