Capítulo 14

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    Luego de casi dos hora de estar en la empresa Ferrara, nos ponemos en marcha rumbo al apartamento que tengo en New York.
Por la noche me encargo de pedir comida china, sushi, mi comida predilecta y luego coloco una botella de champagne en el refrigerador.
Mientras Judith se ducha, aprovechó a llamar a mi pequeña.

- hola, papito - pronuncia Sofía

- hola, mi Princesa - contesto con un tono dulce.

-¡hola! ¿cuando regresas? Te extraño mucho - esa confesión me estruja el corazón.

- mi amor, el lunes - digo con voz entrecortada mientras una lágrimas lucha por salir.

- ¿lo prometes, papi? - pregunta

- sí mi amor, lo prometo - digo en un hilo de voz

- ¿y me prometes que no volverá a irte sin mi? - cierro los ojos en tanto respiro hondo. Mi hija es mi mundo y no tenerla cerca aunque parezca tonto, me desarma.

- lo que más me gustaría es que vinieras conmigo, pero hay veces que tengo que trabajar. Además pequeña traviesa debes ir a la escuela.

- Si, ya lo sé - contesta - ¿ pero cuando podré ir contigo?

- ¿qué te parece si pronto nos vamos de vacaciones? - interrogo

- ¡si! - exclama, pero un silencio ronda segundos después - ¿y Judith?¿irá con nosotros? Porque yo quiero ir solo contigo - contesta.

- Sofia, sabes que ella es parte de nuestra familia y a donde vayamos nosotros, ella también debe ir - expreso con mi mejor tono de voz.

- ¡pero yo no quiero! - exclama Sofía

- lo siento, pero es así.

Luego de discutir con mi hija por unos minutos más, nos despedimos y corto la comunicación. En ese momento no puedo evitar que las lágrimas se escape de mis ojos.
Coloco mi cabeza sobre mis manos y por unos instantes me mantengo así pensando en todo lo que tiene que pasar mi pequeña, gracias a un maldito acuerdo.
Siento el contacto de una mano pasarse por mi hombro. Alzo la mirada y descubro a Judith parada frente a mí mirándome con cara de preocupación.

- no me veas - contesto al tiempo que retiro una lágrima de mi mejilla con la palma de mi mano - los hombres no lloran y yo los estoy dejándolos en ridículo.

Judith se sienta sobre sus talones y rápidamente el albornoz blanco que lleva puesto se abre dejando al descubierto uno de sus muslos. En ese instante no puedo evitar que mis ojos se desvíen hacia esa zona. Hago un esfuerzo desmedido para no mirarla
<< maldición>>
En ese momento siento como mi erección comienza a molestar bajo mis pantalones y rápidamente intento ocultar.

Intento alejarme de cualquier pensamiento pecaminoso, diciendo - :en estos momentos odio a mi abuelo, a su maldito acuerdo de tener que casarme y tener que dejar a mi esposa em... - corto la oración al darme cuenta de lo que estoy a punto de decir.

Judith me mira con los ojos entrecerrados - ¿dejar a tu esposa? - interroga y en ese momento siento como los ojos se me abren automáticamente << que bocaza tengo>>

- quise decir que en un año tengo que dejar a mi esposa y eso le causaría más problemas a mi hija - digo intentando que la mentira sea creíble.

Ella se agarra el pecho con una de sus manos - por un momento creí escuchar que tenía que dejarla embarazada.

- No, nada de eso. Entiendes cualquier cosa - contesto - Pero no te has puesto a pensar que si algún día por cosas de la vida, estando conmigo, llegas a quedar embarazada - ella me mira con una ceja arqueada.

Contratada para casarme © BORRADOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora