Capítulo 38:

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Rebuscando en los cajones al lado del fregadero, él encontró una toalla y la lanzó juguetonamente hacia mí.

― Estoy lista para hacerte esas preguntas ―, dije. ― Comenzando con la noche en la biblioteca. ¿Me seguiste…

Me quedé en blanco. Liam estaba recostado sin preocupación contra la encimera de la cocina. Su oscuro cabello se asomaba bajo su visera. Una sonrisa tiraba de sus labios. Mis pensamientos se disolvieron y apareció algo que realmente me asustó.

Quería besarlo.

Liam arqueó sus cejas.

― ¿Qué?

― Eh, nada. Tu limpias, yo seco.

¿Qué pasó para que tratara a Liam como tu peor vicio? Me pregunté. ¿Qué pasó para que ignorara lo malo y me quedara con lo bueno? No nos tomó mucho tiempo en terminar de fregar los platos, y cuando lo hicimos, nos encontramos apretujados en el espacio al lado del fregadero. Liam se movió para quitarme la toalla y nuestros cuerpos se tocaron. Ninguno de los dos se movió.

― ¿Asustada? ― Él murmuró.

― No.

― Mentirosa ―. Mi pulso se aceleró.

― Tú no me asustas.

― ¿No?

Hablé sin pensar.

― Tal vez solo me asusta…― Maldita sea. ¿Ahora qué se supone que dijera? No iba a admitirle a Liam que todo sobre él me asustaba. Eso le daría permiso para provocarme más.

― Quizá tenga miedo a… a…― decía trabándome

― ¿Qué yo te guste?

Aliviada por no tener que terminar mi propia oración, automáticamente respondí, ― Sí ― y me di cuenta muy tarde de lo que había confesado. ― ¡Digo, no! Definitivamente no. ¡Eso no era lo que estaba intentando decir!― Dije alterándome. Liam rió suavemente.

― La verdad es que parte de mi no está cómoda contigo ―, dije.

Liam sonrió.

― Que creído eres ― dije, empujándolo con mi mano.

Él atrapó mi mano contra su pecho y bajó mi manga hasta mi muñeca, cubriendo mi mano con ella. Así de rápido, hizo lo mismo con la otra manga y sostuvo mi blusa por los puños, dejando mis manos capturadas y mi boca abierta para protestar

Me tironeó hasta tenerme cerca y no se detuvo hasta que estuve en frente de él. De repente, él me levantó y me sentó en la encimera.

Mi cara estaba al mismo nivel que la suya y la siguió con una sonrisa oscura y tentadora. Fue entonces cuando me di cuenta que desde hace días, este momento había estado danzando los límites de mis fantasías.

― Quítate la gorra ―, dije y la palabras se escaparon antes de que pudiera detenerlas. Él la giró, poniendo la visera al revés. 

Reaccioné y me moví hasta el borde de la encimera y mis piernas colgaban a los lados de él. Algo dentro de mí me decía que me detuviera. Quería bajar, pero él no me lo permitía. Él puso sus manos en la encimera, justo al lado de mis caderas y se acercó inclinando su cabeza hacia un lado. Su olor, el cual era como de tierra mojada, me estremeció.

Respiré hondo. No. Esto no estaba bien. Esto no. Con Liam no. Él era aterrador. De una manera buena, sí. Pero también de una manera negativa. Una muy negativa.

― Deberías irte ―, susurré. ― Pero ya.

― ¿Ir aquí? ― Su boca estaba en mi hombro. ― ¿O aquí? ― Se movió hasta mi cuello. Mi cerebro no podía procesar ni un pensamiento lógico. La boca de Liam estaba moviéndose, hasta mi mandíbula, probando suavemente mi piel.

― Mis piernas se están durmiendo ―, solté. No era del todo una mentira. Estaba experimentando una sensación de hormigueo por todo mi cuerpo, las piernas incluidas.

― Yo podría resolver eso ―. Las manos de Liam se cerraron sobre mis caderas. De repente mi teléfono sonó, salté al escucharlo y lo saqué fuera de mi bolsillo.

― Hola, cariño ―, mi mamá dijo alegremente.

― ¿Te puedo llamar después?

― Seguro. ¿Qué pasa?

Cerré el celular.

― Tienes que irte ―, le dije a Liam. ― Ahora.

Él volvió a girar la visera de su gorra. Ahora su boca era lo único que podía ver bajo ella y estaba curveada en una sonrisa pícara. 

― No llevas maquillaje.

― Debí haberlo olvidado.

― Que tengas dulces sueños.

― Seguro. No hay problema ―. ¿Qué fue lo que él dijo?

― Sobre la fiesta de mañana en la noche…

― Lo pensaré ―, fue lo único que logré decir.

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-A

Ángeles Caídos.. {Liam & Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora