Capítulo 12

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No podía soportar respirar aquel aire contaminado. Por lo cual, no me quedó de otra que salir del comedor para irme directo a mi habitación.
Allí cerré la puerta de un fuerte golpe, mi mano revoloteaba mi cabello notando como la desesperación se apodera de mí.
Por un lado está Bianca, la cual me ha pedido ayuda para olvidar a mi primo.
Y por otro lado está Héctor.
Él antetodo es mi primo, por su puesto nuestro maldito orgullo nos ciega de una manera para continuar enfrentarnos.

Vale, lo admito.
No soporto que Laura tenga que estar enmedio de todo este asunto, y lo que me  irrita aún más es verla con mi hermano.
Mierda, ¿desde cuándo me he vuelto celoso y más de Julen?
Si mi hermano es tan bueno que es incapaz de matar una mosca.

Pego fuerte con el pie la silla haciendo que caiga al suelo.

¡Ala, a tomar por culo la bicicleta! Nada me sale bien.

Escucho que alguien toca  la puerta.
Abro y ante mí tengo a Laura.
Esta mujer es insoportable cuando se lo propone.

— Alois me gustaría hablar contigo sobre lo sucedido con Héctor.

— ¿Y a tí quién te ha dado vela en este entierro querida?

— Vaya, veo que me tratas con cariño, ¿ya no me llamas celebridad?

— Laura haz me un favor y lárgate.

— Es que ya no sé dónde ir, tanto quieres que me largue que no sé dónde ir. — Sonrío aliviado.
No sé cómo lo hace para hacerme cambiar tan rápido de parecer.

— ¿Me dejas entrar?

— No está bien que una chica pase a mi habitación. Hablemos en el jardín.
— Veo que me devuelve una sonrisa tan cálida como su bonito rostro, consiguiendo que me ablande dejando atrás mi enojo.

Vamos al jardín, me echo a reír al ver la expresión que pone cuando las luces se encienden a nuestro paso.

— ¡Hostias Pedrín!, esto si lo llamo lujo y lo de más tonterías.

— Ven siéntete enfrente mía quiero mirarte a la cara.

— Ya me tienes muy vista, mejor me siento aquí a tú lado.

Sigo sin comprender cómo lo hace para hacerme sentir inerme.
Hasta donde me alcanza la memoria, he estado con mujeres, y ninguna ha llegado a conseguir que aprecie aquel  sentimiento al cual lo llaman amor.

Laura toma como cuidado asiento a mi lado. Su fragancia a lavanda no tarda en mezclarse con la brisa, sus ojos verdosos son como dos estrellas y esa boca de cereza me vuelve loco de deseo de querer probarla.
Me imagino su piel fina y sedosa rozándome, sus labios buscando los míos, su pelo alborotado en mi cama escuchándola gemir mientras busco su punto débil para hacerla mía.

— ¿Alois me has escuchado? — Acaso, ¿me había dicho algo?

— No me enterado del final. ¿Decías algo celebridad?

— Alois esto es muy serio. Debes hablar con Héctor y dejar a un lado vuestras indeferencias, no podéis estar peleados, ante todo sois primos.

— Una pregunta. ¿Para qué te contrató mi abuelo? — Observo cómo se queda callada, me da la vaga sensación que está buscando la respuesta.

— Porque estoy haciendo prácticas. — Miente.
Debe de haber otro motivo por el cual esté trabajando con mi abuelo y pienso averiguar de qué se trata.
Menudo soy yo cuando algo se me mete en la cabeza, hasta que no doy con la verdad no desisto.

QUERER, NO ES OBLIGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora