Ansiedad

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Junio 2020

- ¿Cómo está?- su mano parecía moverse sola sobre su pierna izquierda.

Miraba de reojo por la ventanilla para comprobar por qué dichoso motivo el taxista no iba más rápido.

La voz femenina al otro lado del teléfono sonó después de un leve suspiro, lo cual no hizo más impacientar al gallego de nuevo.

- Está mejor-contestó finalmente y con la voz algo cansada.

Acababa de llegar a Madrid esa misma mañana y se disponía a echar la siesta cuando un Luis bastante alterado le había llamado insistentemente.

- Al final sí se ha tomado la pastilla y está medio dormida en la cama.

Daba paseos por el salón del apartamento de sus amigos mientras lanzaba de vez en cuando miradas a través de la puerta entreabierta del dormitorio.

El cuerpo menudo de Aitana parecía moverse al ritmo de una respiración bastante más relajada que unas horas antes.

- Vale-se pasó la mano por el pelo en un movimiento repetitivo y puso el tono más sereno que pudo-Muchísimas gracias, Miriam, de verdad.

- No hay de qué, es como mi hermana-ella también se revolvió el pelo cuando vio que Aitana lo hacía debajo de la manta.

Avanzó un par de pasos hacia el cuerpo, pero Aitana parecía en calma, ojalá soñando y olvidando las horas anteriores.

- Vete si tienes cosas que hacer, no creo que tarde más de cinco minutos-esperó que con su comentario el taxista se diera por aludido.

- Pero...-no pudo argumentar, pues su amigo le interrumpió.

- En serio, Miriam, llevas toda la tarde con ella.

- Bueno-medio cedió la gallega. Tragó saliva y confesó con la voz algo temblorosa- Me he llevado un susto enorme al verla así.

Unas horas antes, la gallega tuvo que llamar al timbre unas cuatro veces antes de que Aitana fuera capaz de abrirle la puerta.

Por un segundo se quedó paralizada sin saber qué hacer, siendo una Miriam que no tenía las riendas y que le gustaba muy poco.

Pero el pequeño cuerpo de Aitana temblaba dentro de una camiseta que obviamente no era suya, o al menos originariamente, y podía ver cómo su pecho subía y bajaba a trompicones, haciendo imposible que el aire entrara en sus pulmones como debía.

Luis le había dicho que llevaba toda la semana con ansiedad y que lo sucedido la noche anterior sumado a los comentarios crueles que probablemente habría leído desembocarían en algo parecido a la escena que estaba presenciando.

Luis cambió su billete de AVE por uno dos horas antes, pero temía que el ataque de ansiedad llegara antes que él y Aitana estuviera sola.

Consiguió dar con Miriam que, sin dudarlo, salió de casas tal cual y corrió hasta la parada de metro más cercana.

Ocho minutos y 37 segundos después se encontraba sentada enfrente de Aitana secándole las lágrimas mientras repetía "tranquila" y "respira" en bucle sin saber si solo parecía estúpida o realmente estaba sirviendo de algo.

Aitana le indicó unos minutos después, con la respiración algo más tranquila pero las piernas aún temblorosas, dónde estaban las pastillas que tanto se había resistido a tomar aun sabiendo que las necesitaba.

- Yo también cuando la he llamado-reconoció con la voz ronca, en la que también Miriam, que le conocía bien, supo identificar algo de miedo.

- Mañana estará mejor, han sido unos días de mucho estrés.

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