Eran las 11:24 pm y Mía se encontraba en su cocina platicando de manera amena con sus amigos en un chat grupal en el que comúnmente se compartían mensajes, imágenes, audios y vídeos graciosos. A Mia le encantaba pasar tiempo con sus amigos ¿a quien no? Se encontraba sumida en sus pensamientos imaginando quien diría la próxima tontería que sacaría una sonrisa a cada miembro del grupo y de que se trataría, hasta que de pronto su mirada recorrió la pantalla de manera veloz y decidida.
En una esquina, justo en esa donde se marcaba la cantidad de batería que contenía el teléfono se mostraba un 2% impaciente por desaparecer, y Justo eso hizo. En su lugar, se mostró un número de una sola cifra, un pequeño y aparentemente inofensivo número uno que, a pesar de lucir tranquilo, amenazaba con acabar toda la diversión en la que Mia estaba participando.
Al darse cuenta de esto, la joven entró en pánico; el miedo recorrió cada parte de su ser como un latigazo que se movía en forma de ondas a gran velocidad; ella sabía que sucedía, sabía que lo que se aproximaba no sería nada agradable y también sabía que no estaba preparada para lo que estaba por vivir.Su mente corrió a gran velocidad y tan pronto como eso sucedió ella sabía lo que tenía que hacer para impedir el acontecimiento que se avecinaba. Tan rápido como pudo se paró de su lugar, tomó el teléfono en mano y con gran decisión sus piernas empezaron a moverse. El tiempo parecía ir cada vez más rápido, todo parecía indicar que no llegaría a tiempo sin embargo ella creía, no, confiaba en que lo haría.
Pasó por el comedor, el pequeño escalón que había para bajar casi lograba derribarla, pero rápidamente retomó el equilibrio y continuó su travesía con más seguridad que nunca. Atravesó la sala. Por las ventanas se lograba ver el cielo en casi completa oscuridad, lo único que lo mantenía visible era la gran y bella luna que brillaba de manera hipnotizante esa noche. Las hojas del árbol de limón -que alguna vez había dejado caer algunos frutos- se movían de manera pacífica, externas a la situación que se llevaba a cabo dentro del hogar.
Finalmente llegó al pie de las escaleras, observó aquella pared color beige y los escalones que se le antojaron más lejanos y complicados que nunca. Sin tomar otro segundo, subió cada uno lo más rápido que sus piernas le permitieron. Otro nuevo problema, ¿por donde girar? Su cerebro nuevamente actuó de manera veloz, recordándole que el pequeño cable blanco con el que cargaría el teléfono se encontraba en el cuarto de sus dos hermanos, así que su cuerpo accionó de manera automática y siguió su camino sin chistar. Estaba muy cerca, lo sabía.
Atravesó aquella puerta de madera oscura, recordándole a la feroz imagen de la boca de un oso hambriento invitándola a pasar a sus fauces. Sus pies hicieron contacto con la alfombra azulada que, desde que había llegado a esa casa, permanecía ahí, como una insistente mancha que por más que quisieras no lograbas desvanecer del todo.nada de eso importó cuando lo vió. Ahí estaba, tirado en una esquina cerca de una cama. Parecía haber sido utilizado recientemente, ya que se encontraba conectado a aquella extensión negra que su madre había colocado tiempo atrás para mayor comodidad de sus hermanos .
Se acercó a el de prisa y lo tomo entre sus temblorosas manos. Por fin lo tenía, pero el tiempo se agotaba, quedaban tan solo unos segundos para llegar a tiempo. Sin pensarlo más se puso de pie, lista para correr a su cuarto.Cruzó cerca de la entrada del baño, el cual ahora se encontraba iluminado solo por el brillo natural de aquella luna que la observaba de manera inquietante. Giró por esa puerta que daba al lugar donde se suponía que estaría su closet, pero que por años solo sirvió para guardar una cantidad increíble de juguetes, aquellos que, cuando era más pequeña, atesoraba de manera increíble, pero a través de los años solo comenzaron a verse estorbosos e innecesarios ante sus ojos.
Giró una vez más y así llegó a su destino. Finalmente dió con ventanas que eran delimitadas por las paredes rosas que hacía ya tiempo deseaba pintar, el gran mueble donde guardaba su ropa, las mesitas blancas que sostenían dos lamparas con base de plástico transparente, dando la ilusión de parecer vidrio y en medio de ellas, una cama cubierta con esas colchas impecablemente blancas con algunos diseños de flores en un azul menta muy tierno, aquellas que habían sido puestas ahí recientemente. Y sobre la cama, lo que finalmente traería paz a su atormentado ser; una extensión color blanco que daba vida a una de las lámparas, aquella en la que colocaría su cargador para evitar la tristeza y desdicha que causaría en unos segundos el aparato que traía entre manos.
No dudó en seguir avanzando, su cuerpo fue a parar sobre la cama, y sus manos se extendieron hasta tocar ese rectángulo con orificios en los que embonaba perfectamente su cargador, sus manos fueron ágiles y finalmente fue capaz de conectar una cosa con otra. Lo último fue el teléfono, el cual esperaba de manera impaciente y nerviosa a ser cargado de nuevo, y así lo hizo.
Un segundo. Dos. Tres, tres segundos fueron suficientes para escuchar aquel glorioso sonido que, de manera increíble, le trajo paz a la asustada joven que se encontraba tirada en aquella cama sin ningún cuidado.
Su ser volvió en si. Una ligera sonrisa fue lo que mostró su rostro, un ligero suspiro fue lo único que se escuchó en aquel cuarto.Su teléfono comenzó a adquirir carga.
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En otras palabras, el teléfono se me descargó y tuve que correr como estúpida por el cargador antes de que se muriera.
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HOLAAAAAAA
Este es el primer evento, pero próximamente traeremos muchos, muchos más. Para que sepan esta cuenta es compartida, así que estaremos subiendo uno y uno. Espero que les gusten ♥️
-Mía (la Chili's)
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Eventos casuales descritos de manera exorbitante
RandomEventos de la vida diaria contados de una manera exorbitante. Descubre como lavar los platos puede transformarse en una odisea.