8

518 38 1
                                    

A la mañana siguiente me desperté sola en la habitación, lo que agradezco, porque sería una total vergüenza que alguien vea mi aspecto mañanero, o en realidad que Sebastian lo vea.

Veo la hora en mi móvil, las seis y media de la mañana.

Me levanto y voy al baño para cepillar mis dientes. Busco el dentífrico en el mueble pequeño y lo aplico al cepillo.
No puedo ignorar el mirarme en el espejo y notar unas grandes ojeras, seguramente debidas a las grandes confusiones que lleva mi cabeza.
Me pregunto dónde estará mi familia, mi verdadera familia.

Y si todo esto es un sueño que estoy teniendo, luego de caer dormida en la casa de Jay gracias a la borrachera que llevaba y la tontera que el rumano había logrado sobre mí?

Sólo sé que no sé nada.

Es una situación perfecta para usar esta frase.

Luego de mí sesión con mi propia persona, lavo mi cara y río al pensar que nunca había tardado tanto en lavarme los dientes.

Voy a la cocina en pijama y me subo al taburete que está junto al desayunador de la cocina, y una nota está sobre la mesada.

"_______,

He ido a comprar a la feria, nuestra nevera está vacía.
Espero leas esto, traeré ciruelas.

Seb."

Nuestra nevera.

Creo que ha olvidado lo que le dije anteriormente antes de dormir, ya que a las siete y media debería estar "trabajando" aka descubriendo que carajos pasa, aunque seguramente esté por volver, no creo que se haya ido por tanto tiempo.

Preparo el agua para calentar y mientras tanto veo qué es lo que usaré hoy.

Se abre la puerta del departamento y yo ya estoy cambiada y preparada para tomar el té.

Sebastian entra con tres bolsas llenas de golosinas y vegetales. Empuja la puerta con su pie y la cierra para luego poner las bolsas en la mesa.

- No tienes idea de lo que pasó.- Saca los alimentos de las bolsas mientras yo los guardo en la nevera y lo escucho- En la feria me he topado con miles de reporteros preguntando sobre la reunión con el idiota de Evans y nuestro compromiso.

- Qué tu que?- Me giro, mirándolo con confusión.

- Eso es. Y además una chica de un puesto me ha sacado charla y seguramente lo pongan en las revistas.- Dice con completa tranquilidad, sentándose en el taburete que yo ocupaba.

- Pues, no importa... aún así iré a la oficina.- Digo, tratando de ignorar lo que ha dicho.

- Perfecto- Responde, mientras come unas ciruelas de su bolsa y yo disfruto mi desayuno.

○ ○

- Señorita Jones, tenga un buen día.

- Gracias Carl- Digo, bajándome del auto y cerrando la puerta con cuidado.

Le he pedido a Carl que, por favor, no haga más eso de abrirme la puerta, sería demasiado difícil acostumbrarme y además era algo que no me gustaba, y obviamente, él lo aceptó, diciendo que siempre y cuando yo me encuentre bien, él igual.

Carl es un buen hombre.

- Buenos días, señorita Jones- Dice un hombre en traje con un diario en la mano, abriéndome la puerta del gran edificio.- La hemos estado esperando por aquí estos días.

No he hecho más que asentir y tratar de leer su nombre que se encontraba escrito en el pin de su traje.

Nunca sabré cómo se llaman esas cosas.

- Gracias John, lo será. - Digo optimista y subo al piso diez, donde supuestamente está mi oficina. 

Desde que me puse estos malditos zapatos ando cojeando, creo que Carl ha perdido todo el respeto y seriedad hacia mi persona estos últimos días. Seguramente ha de pensar que Sebastian y yo nos la hemos dado de adolescentes y ya saben... Eso.

Y que conste que este calzado me lo puse justo un minuto antes de bajar donde Carl, causando las risas de el rumano, quien no podía creer que yo no supiera caminar con estas cosas.
-Vamos, _______! Eres mujer, por lo menos una vez los has usado.
Pues, adivina qué.  Nunca lo he hecho, rumano tonto.

- Oh  _______, gracias a Dios estás aquí!- Dice Cla... Macy. Dios, esto de cambiarle el nombre a las personas me está conduciendo a la locura, ni siquiera me acuerdo si _______ es mi propio nombre.

Bromeo, sí  lo hago.

- Tienes millones de reuniones, por empezar, con el señor Evans. En estos mismos momentos- Mira su reloj-, se encuentra entrando al edificio para dirigirse a la sala de juntas.

- Pues, dile a Evans que no lo veré hasta que mi prometido llegue. - Respondo autoritaria, cortando la apresurada información que mi amiga/secretaria me estaba dando. Ella sólo asiente y dice que llamará a Sebastian para que venga a la junta, de la cual yo no seré parte, obviamente.

Al fin puedo decir que conozco mi oficina. Es realmente enorme.

A la primera mirada, tiene un escritorio de vidrio completamente amplio, donde una Mac está encendida con una foto mía y de Sebastian en... Francia?

La silla de cuero le da la espalda a una magnífica vista a la ciudad. Desde esta altura puedo ver como varios empleados corren desesperados para no llegar tarde a su trabajo, algunos salen de cafeterías probablemente por comprar el café a su jefe. Y también veo cómo lo derriban sobre el atuendo de otra persona y comienza una discusión, como en la vida normal.

Ojalá yo tuviera una vida normal, pienso.

Anhelo volver a mi vida con todo mi ser, salir con Jay y Clay, conocer gente, estudiar. En esta vida es como si me hubiese salteado todo eso.

Viajar, sobre todo. Tengo infinidades de fotos en mi teléfono con Sebastian y más amigos, al rededor del mundo, y nunca he viajado. Ni siquiera a la casa de mi abuela que quedaba a tres horas de la mía. Cómo es eso posible?

Salgo de mi gran oficina y recorro todo el décimo piso, desde los baños hasta el cuarto del conserje, que era bastante amplio a decir verdad.

Intercambio algunas palabras con algunos empleados, que me  preguntan sobre el compromiso y sobre los próximos planes en la empresa, hasta que Macy llama.

- Dime Macy.

- El señor Stan la está esperando en su oficina- Dice, avanzando detrás de mí con una pequeña libreta tachando algunos apuntes. 

Le doy las gracias y la despido al llegar a la puerta de mi lugar de trabajo.

- Veo que no pierdes el tiempo aprendiendo a caminar con tus zapatos.- Dice de espaldas al ver mis tacones a un costado del escritorio, dando por sentado que estaba descalza. Río para mí misma y avanzo. - Tu asistente me ha dicho que Evans está aquí, creo que le hemos hecho esperar mucho.- Dice aproximándose a la salida, esperando a que vaya con él, pero ni loca veo a Evans de nuevo.

Y sí, me encantaba la idea de ver a ese perfecto ser humano de un metro noventa, rubio y de ojos tan claros pero a la vez ardientes como el infierno, es tan atractivo que me hace pensar como adolescente. Pero antes prefiero averiguar cuál es mi tipo de relación con él.
- Oh, no no Stan. No iré contigo.

- Oh, vamos, será divertido. Más aún viendo como Evans te hace ver como toda una adolescente con hormonas alteradas.- Dice acercándose a mi y empujandome a la salida.

- Cómo lo...

- Shhhh, camina. Evans nos espera.

This is not my life •Sebastian Stan• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora