8. Entrevista y Destinados

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– Chad, por favor, déjalo, no hace falta, estoy bien –digo, mirando como el chico da vueltas por todo el camerino.
– Pero es que... –intenta replicar, pero no sabe qué decir.
– Pero si estás tú más nervioso que yo, relájate.
– Estoy bien –dice, parando de moverse y poniendo las manos en su cara.
Me levanto de la silla y me acerco a él. Coloco mi mano en su brazo y él, bajo mi tacto, parece que se relaja. Respira hondo y aparta las manos de su cara.
– Lo siento –dice, mirándome a los ojos–. Tú ya estás suficientemente nerviosa como para que yo me ponga ahora a estresarte todavía más...
– Está bien, ya te he dicho que no te preocupes por mí –digo, todavía con las manos agarrando sus brazos. Cuando me doy cuenta, los suelto y me aparto un poco.
Él suspira y se acerca un poco más a mí. Ahora estamos a solo unos pocos centímetros de distancia, así que, instintivamente, retrocedo intimidada, pero él da otro paso en mi dirección. Parece que a él esta cercanía no le molesta. Si mirada está clavada en mí, penetrante, y me analiza. Me siento como si me estuviera leyendo, como si con esos profundos ojos azules pudieran entrar bajo mi piel y descubrir todos mis secretos.
Ambos nos quedamos quietos durante un momento, mirándonos. Chad se acerca todavía más y con sus brazos presiona mi cuerpo contra el suyo. Ahora mismo no soy lo suficientemente consciente como para corresponder a su abrazo, pero tampoco para moverme. Dejo que sus brazos me rodeen, que su calor me conforte.
De repente, la puerta del camerino se abre, haciéndome sobresaltar. Él, pero, no me suelta y solo gira la cabeza para mirar a ver quién ha abierto la puerta.
– En cinco minutos estamos en directo –nos informa un técnico, y se va rápidamente, sin volver a cerrar la puerta.
Chad se gira de nuevo hacia mí y me besa en la frente.
– Vas a hacerlo genial, ya verás –me susurra en el oído, para después soltarme del abrazo y tomarme de la mano para acompañarme hasta el set–. Cualquier cosa que no sepas que decir yo te voy a ayudar, ¿vale?
– Gracias –susurro, y le sonrío.
Nos quedamos escondidos tras las paredes que rodean el set, fuera del alcance de las cámaras, y al cabo de poco rato nos informan que ya podemos entrar. Nos soltamos las manos, que todavía teníamos unidas, y empezamos a andar.
En el momento de pisar el plató, el público grita y aplaude sonoramente. Todo el mundo está en pie, coreando el nombre de "Chad".
Me imagino a mi padre, entre el público, sonriéndome y dándome ánimos. Sonrío yo, porque sé que eso es lo que querría, y trato de tranquilizarme. Camino junto a Chad hasta el sofá que se encuentra en medio del escenario.
Saludamos al presentador y él nos invita a sentarnos. Tenemos que esperar un rato hasta que él público se tranquilice, pero finalmente el ruido se va disipando, hasta que todo el mundo se queda en silencio, expectante.
– Bienvenidos, ¿cómo estáis? –pregunta el presentador.
– Muy bien, muy felices de poder estar aquí –le contesta Chad, sonriente como siempre.
– Por fin tenemos el honor de poder conocer a tu Destinada, ahora ya no es la mujer sin rostro que era hasta ahora –dice, y luego se gira su mirada para observarme–. ¿Tu nombre es Evelyn, ¿cierto?
– Así es –contesto.
– Y dime, Evelyn, ¿cómo es esto de tener a Chad como Destinado?
– Bueno, –miro a Chad por un instante y él me sonríe– es genial. Es una persona muy atenta, siempre trata de hacer que me sienta cómoda y esté a gusto.

La entrevista termina después de media hora hablando. Chad canta una canción en el escenario después de la pausa para los anuncios, y yo lo observo des del enorme televisor que hay en la pared del camerino en que me espero. Tiene una voz hermosa, y el hecho de que sea una canción con solo guitarra y piano hace que esta resalte más y se cree una harmonía perfecta. Toca la guitarra sin siquiera mirarla, pero tampoco está mirando al público, es como si sus ojos traspasaran des del escenario todas las paredes y me observaran, como si examinaran mi interior.
Canta una balada sobre una chica a quien todavía no ha conocido, pero que sabe que necesita. Al conocerse, pero, la chica lo olvida cada vez que se separan, y él tiene que volver a enamorarla todos los días.
Sus dedos marcan la última nota en la guitarra, y su voz canta la última palabra. Baja su mirada al suelo cuando termina durante unos instantes y luego se levanta y saluda.
Los focos que lo estaban iluminando en el escenario se apagan, y después de unos segundos, se encienden las luces de toda la sala.
Chad entrega la guitarra a un técnico que aparece desde detrás del escenario, y el presentador se acerca a él. Chad se despide del presentador y del público, y finalmente abandona el escenario. El programa termina con un plano general de todo el público aplaudiendo mientras ven a su ídolo alejarse.

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