Capítulo II | La escuela es aburrida

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Sostengo mi barbilla con mi mano derecha, la maestra habla y habla sin detenerse, ¿es que acaso esa mujer no respira?

Sigo leyendo el regalo de papá, El principito. Lo he vuelto a leer a pesar de haberlo memorizado por completo; cada vez que lo leo aprendo algo nuevo al meditar en las líneas. Es interesante aprender lo que el autor esconde en cada párrafo.

Los demás niños son inquietos y desobedientes. El ruido no me deja concentrarme por completo en mi libro.

La maestra intenta hacerse notar, pero es imposible en medio de tanto alboroto.

Otros de mis compañeros me miran raro, ellos me molestan, tiran mis cosas y se burlan; una parte de ellos no saben leer aún, otros son más amigables y me piden que les enseñe. Mi nueva maestra sigue insistiendo en que no estoy a nivel de primer grado.

Ayudo a una compañera con su tarea, son sumas de dos cifras, es demasiado fácil. Pero recuerdo las palabras de mi papá: «Tu mente es muy especial, pequeña. No esperes que los demás tengan la misma facilidad que tú al aprender».

Suspiro y le entrego el cuaderno a mi compañera al terminar de explicarle, ella parece feliz por entender, eso me hace sonreír. Creo que tengo una amiga.

Igna Fritz | El sueño de una genioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora