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Cuando Jinyoung había entrado a la casa se había sorprendido al encontrar a Youngjae parado al pie de la escalera, aun con la bata de médico puesta. Se estaba sujetando el mentón con una mano como si pensara algo cuidadosamente.

-¿Necesitas algo?- le preguntó cuando estuvo a solo unos pasos, el menor no se percató de su presencia hasta que lo tuvo encima.

-¡Jinyoung… hyung!- lo saludó entrecortado, obviamente sorprendido de ver a Jinyoung allí.- Hola…- sonrió nerviosamente.- Yo… Yu-Yugyeom me dejó entrar.

-Sí… claro.- Jinyoung notó lo extraña que era la actitud de Youngjae.- ¿Por qué estás tan nervioso?

-Yo no estoy nervioso.

-¿Ah no?- el pelinegro alzó una ceja.

-¿Sabes una cosa, hyung?- Youngjae trató de poner la mejor de sus sonrisas.- No deberías estar aquí perdiendo tu tiempo conmigo. Yugyeom te está esperando arriba. Acabo de hablar con él. Lucía un poco desanimado.

Con la sola mención del omega, Jinyoung decidió que sería mejor dejar a Youngjae y sus cosas raras. Por muy pocas ganas que tuviera de enfrentar lo que fuera que Yugyeom le quisiera decir, el deseo irrefrenable de verlo y abrazarlo era más fuerte.

-Tienes razón.- revolvió distraídamente el cabello de Youngjae y comenzó a subir las escaleras.- No hagas nada por lo cual J.B. tenga que golpearte.

Escuchó como el menor se burlaba de su tono de voz imitándolo con voz aguda pero no le prestó atención. Subió con paso cansado hasta llegar a la habitación de su lobo. En cuanto estuvo cerca de la puerta pudo sentir el suave olor a jazmines de omega, lo cual hizo que su interior se removiera, ansioso, sintiéndose como si finalmente hubiera llegado a casa. Jeonghan le había explicado algo sobre eso, sobre la manera en la que los omegas tenían la facultad de hacer que el hogar se volviera un "nido" o algo así. Jinyoung no entendió a qué se refería, pero ahora le parecía estar captándolo un poco. Saber que esa era la habitación de Yugyeom, la que tenía su olor y donde se acurrucaba con él para dormir le daba la sensación de que ese era su lugar, a donde pertenecía y a donde debía regresar cada día. Lo hacía sentir un poco primitivo, pero no era una sensación desagradable.

Abrió suavemente la puerta y se encontró a Yugyeom sentado de espaldas en la cama, secándose el cabello con una toalla. La imagen del menor quien solo vestía un sweater blanco muy desgastado y su ropa interior, sentado con las piernas cruzadas, mientras secaba suavemente su cabello de un color casi dorado, donde las raíces grises ya se empezaban a ver un poco le resultó inevitablemente angelical. La tibia luz del atardecer que entraba a través de las blancas cortinas y el aroma dulzón que desprendía el cuerpo de su omega bastaron para confirmar la sensación que estaba experimentando. Sí, realmente solo llegaba a casa cuando sentía la presencia de Yugyeom.

Dejó caer su bolso sobre una silla y cerró la puerta mientras se empezaba a desabotonar la camisa. Yugyeom se giró brevemente a verlo, tenía una expresión tranquila, sin embargo no era ni remotamente tan alegre como solía ser cada vez que sentía el olor del mayor acercándose.

-Llegaste.- dijo, bajito. Jinyoung emitió un gruñido de asentimiento y tragó el seco nudo que se estaba formando en su garganta. Le preocupaba la actitud de Yugyeom. No iban a romper o algo así, ¿cierto? ¿Podía el omega romper con él aun cuando se habían enlazado? Él no quería que eso pasara, pero no podía calmarse cuando Yugyeom estaba siendo tan… poco Yugyeom.

-¿De qué querías hablar?- decidió que lo mejor sería no andarse con rodeos. Solo desabotonó tres de sus botones y se arremangó la camisa. Yugyeom se puso de pie mientras sacudía un poco la húmeda toalla. Caminó hasta dejarla colgada en la puerta del armario y se acercó a Jinyoung. El mayor volvió a tragar en seco pero esta vez por otra razón. El sweater de Yugyeom era casi transparente y tapaba hasta el inicio de sus muslos. Aparte de los boxers, el omega no traía nada más puesto. Yugyeom lucía sereno, casi triste, así que obviamente no lo hacía por provocar, pero… rayos. Lo estaba haciendo. Jinyoung permaneció de pie en su sitio mirando cuidadosamente como Yugyeom se acercaba a él. Trató de no ser irrespetuoso con la seriedad de la situación, pero no pudo evitar darle una atenta mirada a las largas y preciosas piernas de Yugyeom mientras caminaba.

¡No se admiten mascotas! <JackBeom>✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora