Capítulo 26

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Llevaba muchos años sin acordarse, pero había pensado mucho en ello en los últimos días.
Había sido al principio del verano; un día de un calor asfixiante y seco, la clase de día con la que siempre soñabas en invierno. Él sólo tenía dieciséis años y había ido al parque a montar en patinete con sus amigos.

Había que aprovechar los últimos días antes del comienzo de la temporada de recolección de fruta. Lo había encontrado escondido en la maleza, junto al arroyo, llorando.

Aquel día había algo en sus ojos hinchados que le había impedido pasar de largo. El tenía los hombros encorvados, como si hubiera llevado un peso que ningún chico de su edad pudiera soportar. Jimin había pensado que algo horrible le había ocurrido, que alguien le había hecho daño, y de alguna manera era verdad.

Les había dicho a los otros que siguieran adelante para no llamar su atención, y entonces había ido junto a el. Jungkook acababa de terminar su primer año en el instituto y había regresado a casa por vacaciones con el informe de notas. Y era por eso por lo que lloraba. Jimin se había echado a reír. Las notas siempre habían sido una fuente de burla para él, no un drama de vida o muerte.

Le había pedido que se las enseñara, y se había llevado una gran sorpresa al leerlas. Las notas eran increíbles y, sin embargo, el seguía diciendo que no eran lo bastante buenas. No había sido el  primero de la clase y no quería enfrentarse a su padre.

—Me dijo que iríamos a la playa si era el primero. Pero sólo conseguí las mejores notas en Plástica, y eso no cuenta, así que no iremos.

—Claro que sí. Sólo trataba de darte ánimos. Lo has hecho muy bien, mucho mejor que yo. El informe de Arte es genial. El se echó a llorar de nuevo.

—Voy a dejarlo el año que viene. Papá dice que es una pérdida de tiempo. Jimin intentó bromear con el, restándole importancia al asunto y diciéndole que su padre estaría orgulloso hiciera lo que hiciera. Pero no tenía razón y el sí.

Nunca se habían ido de vacaciones a la playa y lo habían enviado a un campamento de matemáticas. Su padre no había dado su brazo a torcer y a Jimin le habría gustado tener unas palabras con él.

Jungkook no levantaba la vista, sino que seguía jugando con su copa. Jimin creyó no haber oído la pregunta, pero entonces vio el rubor en sus mejillas.

—¿Te refieres al día en que volví a casa del colegio? ¿Cuando estaba llorando? —Sí. El parecía incómodo.

—Fue patético, ¿no? Llorar por un boletín de notas. Debiste de pensar que era muy rarito.

—No. Sentí pena por ti. Y era cierto. Incluso le había dado un abrazo reconfortante como hacía con Sienna. Sin embargo, incluso entonces había sentido algo muy especial por el y había tenido que bajar los brazos rápidamente. Aquello sólo había sido un impulso natural a esa edad. No era por el, sino porque era la primera vez que estaba tan cerca de un chico. Poco tiempo después había descubierto a las chicos; chicos simpáticos y sonrientes que flirteaban y le ofrecían mucho, mucho más. No había vuelto al colegio después de aquel verano. Había tenido que ponerse a trabajar para ayudar a Sienna.

Gracias a esos ingresos extra habían podido costear el tratamiento de Sienna y su madre había tenido más tiempo para cuidar de ella. Su padre había muerto prematuramente de una insuficiencia cardiaca, y Sienna padecía el mismo mal. No podía perderla a ella también. Por aquel entonces había tenido un pequeño roce con el implacable padre de Jungkook y se había propuesto demostrarle que se equivocaba respecto a él. Jungkook se aclaró la garganta.

Él levantó la vista y vio que lo estaba mirando. Una tímida sinceridad yacía en el fondo de sus insondables pupilas marrones.

—Aquel día fuiste muy amable conmigo. Hasta ese momento sólo lanzabas bombas de agua por encima de la verja. Él se echó a reír.

—Cierto. El sonrió.

—Era como vivir al lado de Daniel el Travieso.

—No era para tanto.

—Pero casi. A Jimin le encantaba ver su expresión risueña cuando bromeaba y se sentía relajado cuando el estaba a gusto. Se inclinó hacia delante y empezó a recordar viejas trastadas de dimensiones épicas. Jungkook apenas probó el postre.

Su mente no hacía más que volver a las palabras que Jimin le había dicho un rato antes. «Sentí pena por ti». Nunca habría esperado que él se acordara de ese día.

A el, en cambio, nunca se le había olvidado. Aquél había sido el comienzo de su enamoramiento. Hasta ese día él había sido el chico de al lado, el que hacía travesuras, pero de repente se había convertido en una persona de verdad.Se había parado a su lado. Lo había escuchado. Se había preocupado por el... Nadie había hecho nada parecido por el, ni antes ni después de aquel día.

En realidad, no era de extrañar que hubiera perdido la cabeza por él. Un simple gesto amable que no debía de haber significado nada para él lo había marcado para siempre.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora