Capítulo 29

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Iba a peinarse el cabello cuando él lo hizo detenerse.

—No. Déjalo —se apresuró a decirle.

El se paró. Él lo acarició con la mirada.

—Me gusta más así. Jungkook bajó los brazos, guardando silencio. Y entonces sucedió algo. Un cálido viento de cambio atravesó la puerta. El viento de la locura... Él parecía tan intenso, tan tentador... Jungkook miró la enorme caja que llevaba en las manos y él siguió su mirada.

—Un hombre nunca sale de casa sin sus herramientas.

—¿Ah, sí? —le preguntó el en un susurro que sonó increíblemente provocativo. Él esbozó una sonrisa lenta y seductora.

—Siempre es bueno estar preparado.

—Lo tendré en cuenta —le contestó, con malicia y picardía. Él siguió sonriendo y una llama relampagueó en su mirada.

—Yo dije que te arreglaría la puerta, y tú podrías prepararme algo de comer para agradecérmelo. Había otras formas de dar las gracias y todas pasaron por la mente de Jungkook.

—Muy bien —le dijo, en cambio, volviendo a ser el  mismo de siempre. Él dejó la caja en el suelo y se agachó a su lado para abrirla. Sus musculosos muslos saltaron a la vista con la tensión de las rodillas. El se detuvo a contemplarlo un momento y después fue a preparar té. Con la taza en la mano, se detuvo en el pasillo y lo observó mientras empezaba a trabajar en la puerta. A contraluz parecía el sueño de cualquier mujer. Tenía la camisa abierta y debajo sólo llevaba una fina camiseta blanca. Jungkook deseó que fueran las doce de la mañana y que hiciera más calor para que se quitara la camisa. En ese momento él levantó la vista y lo vio observándolo mientras bebía un poco de té. Se incorporó y fue hacia el.

—¿Me das un poco? Le quitó la taza de las manos y bebió un sorbo sin quitarle la vista de encima. Entonces frunció el ceño.

—Dios, ¿qué es esto? El se echó a reír.

—Es té de hierbas. Muy bueno para el cerebro.

—¿No tienes café? ¿Café de verdad?

—¿Y qué tiene el café de bueno?

—Energía. Da mucha energía.Estaba bromeando con el de nuevo. Un paso adelante y otro atrás... La danza de la seducción...

—¿Necesitas más energía?

—A lo mejor me hace falta. La provocación de aquellas palabras hizo arder el flujo que corría por las venas de Jungkook. El tenía energía para lo que él quisiera, con o sin café. Un beso habría sido un buen comienzo. Lo miró fijamente y reparó en sus carnosos labios. Sin darse cuenta se acercó un poco más y entonces se imaginó a sí mismo tomándolo de la mano y llevándolo al dormitorio que estaba al fondo de la casa. ¿Qué habría hecho Becca en una situación así? Jungkook hubiera querido tener suficiente confianza en sí mismo como para hacer todas esas cosas; hubiera querido tener agallas para decírselo. Pero era inútil. Se hizo a un lado.

—Voy a ir a la tienda de al lado a buscar algo para el desayuno. Vuelvo en diez minutos, ¿de acuerdo? Jimim asintió y siguió trabajando. Había logrado convertir una tarea de quince minutos en una de cuarenta. El estaba precioso. Parecía otra persona sin su atuendo semanal. Llevaba unos pantalones cortos desgastados que dejaban ver sus esbeltas piernas y una camiseta rosa muy apretado. Piel, piel, piel... Lo que más deseaba en ese momento era tocarlo. Jimin trató de olvidar el hecho de que se le notaban los pezones, pero le fue imposible. Y su cabello... revuelto, resaltando los hermosos rasgos de su rostro y haciéndolo parecer más bello que nunca. Se moría por acariciarlo y podía imaginar el suave cosquilleo de aquellas finas hebras sobre la piel. Cómo lo deseaba...

No hacía mucho tiempo desde la última vez que había estado con una mujer o hombre, pero aquella sed por el aumentaba cada día. Y como si eso fuera poco, disfrutaba con cada minuto de su compañía. El era listo, simpático y gracioso, y no había otro lugar en el mundo donde hubiera querido estar en ese momento. Excepto en su cama... Lo observó mientras cerraba la cancela tras de sí y bajaba por el camino... ¿Había sido sólo su imaginación o había estado a punto de besarlo cuando estaban en el pasillo? Sólo se estaba haciendo ilusiones, pero aquellos labios entreabiertos y aquel rostro luminoso le habían parecido una invitación; una oportunidad que se le había escurrido de entre las manos. Pero Jimin  no estaba dispuesto a dejar pasar otra oportunidad. Antes de marcharse tenía que besarlo fuera como fuera.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora