El paseo hasta la tienda lo hizo despejarse del coraje que dormía en su interior. Quería ser como cualquier otro hombre, capaz de tener una aventura con un hombre guapísimo, el objeto de sus sueños adolescentes.
Trató de no anticiparse a los acontecimientos y decidió pasárselo bien. Un ligero flirteo no le hacía daño a nadie. Sólo tenía que reunir agallas suficientes.
Se tragó la ansiedad que le agarrotaba el vientre. Él tenía una amplia experiencia en el terreno, y Jungkook no tenía ninguna. Estaba acostumbrado a las rubias con curvas y el no era más que un moreno con el cuerpo como una tabla de planchar. Pero la chispa parpadeaba entre ellos, y Jungkook estaba decidido a avivar la llama.
«Sé tú mismo y persigue lo que quieres. Sólo por una vez. Sólo por ti mismo...», se dijo.
Él estaba sentado en el último peldaño de la entrada cuando el regresó a la casa. Llevaba una bandeja con dos cafés negros y fuertes, y dos descafeinados con leche de soja y un toque de vainilla. En una bolsa llevaba dulces y otros comestibles. Se detuvo al llegar al pie del peldaño y le ofreció uno de los cafés. Él lo aceptó con alegría.
—Eres un ángel.
—Pensaba que no ibas a querer uno de mis descafeinados instantáneos. Él se sintió avergonzado.
—No. Entró detrás de el y lo siguió hasta la cocina. Jungkook se dispuso a preparar la comida.
—No tomas café de verdad, no fumas y apuesto a que no bebes mucho, excepto vino. Pero los dos sabemos que eso no cuenta. El sonrió. Habían crecido en una tierra con alma de vino. El corazón de Nueva Zelanda era una zona destacada por sus buenos caldos.
—¿No tienes ningún vicio? ¿Ninguna debilidad?
—El chocolate, aunque suene a tópico.
—Supongo que te gusta negro y fuerte.
—No —el se echó a reír—. Me gusta con caramelo. Me tomo una barra al día. Mucha vitamina C. Él se acercó y se inclinó sobre Jungkook. El trató de concentrarse en el cuchillo que tenía en la mano. Él estaba tan cerca que podía aspirar su almizclado aroma.
—¿Te ayudo? Le habría sido de gran ayuda si hubiera guardado las distancias.
—No, sólo será un momento. Siéntate. Él no captó la indirecta, sino que permaneció a su lado. Consciente de su mirada, Jungkook cortó los champiñones en gruesas rodajas, troceó los tomates y separó las pequeñas salchichas de desayuno. Entonces se alejó un poco para poner la sartén en el fuego. Echó algo de aceite y un trocito de mantequilla, y dejó que se derritiera antes de echar el beicon y los otros ingredientes. Él respiró profundamente.
—Huele muy bien. Nunca pensé que comerías así. Parece que se te da bien la cocina. El sonrió mientras agitaba los champiñones con una cuchara de madera.
—Me gusta desayunar muy bien. Es mi especialidad.
—¿En serio?
—Sí. Es lo que suelo hacer si tengo invitados para la cena. Es lo único que sé cocinar.
—No me lo creo.
—De acuerdo. Es lo único que me gusta cocinar. Es rápido y bueno. Mientras la comida se freía en la sartén, Jeon cascó unos huevos y añadió un poco de queso y leche a la mezcla.
—Pero hago trampas. Hago los huevos en el microondas y las patatas y la cebolla son congeladas.
—Yo creo que todo tiene muy buena pinta. Puso pan en la tostadora y apretó el botón. Dos minutos más tarde untó mantequilla en las tostadas y echó huevos revueltos encima.
—Pensaba que eras de los que desayunan cereales y leche desnatada. Jungkook soltó un bufido.
—De eso nada. El desayuno es la comida más importante del día.
—¿Desayunas esto todos los días?
—No le echo todos los extras, pero sí me tomo un buen desayuno. A veces no tengo tiempo de comer.
—Sigues trabajando y te conformas con una barra de chocolate y caramelo —le dijo, mirándolo. El se echó a reír.
—No me mires así. Tú también eres un adicto al trabajo.
—Sí, pero por lo menos trató de mantener un equilibrio.
—Yo mantengo un equilibrio también. No salía con un hombre distinto cada noche, pero tenía otras pasiones en la vida; pasiones que prefería guardarse para sí. Diez minutos más tarde el desayuno estaba listo. Jungkook agarró un tenedor y uno de los platos.
—Vamos a comer el porche —le dijo y fue hacia la entrada. Jimin agarró el otro plato y la bandeja con los cafés. En un extremo del porche había una mesa y dos sillas a la sombra. A los lados había varios maceteros llenos de hermosas plantas en flor y su placentero aroma era refrescante. Se sentaron y empezaron adisfrutar del desayuno.
—Ahora que sé cómo desayunas estoy pensando en venir todos los días. El se detuvo con el tenedor a medio camino de la boca. ¿Desayunar con Jimin, en la cama? ¿Y qué habría en el menú? ¿El?
Jungkook ahuyentó aquellos pensamientos. Todo lo que él decía parecía cargado de segundas intenciones. Él suspiró suavemente mientras comía lo que le quedaba en el plato.
—Vives en una casita estupenda. ¿Te gusta vivir solo? El contempló el hermoso jardín con los modernos edificios de fondo.
—Sí, trabajo hasta tarde. Me gusta volver a casa y relajarme, hacer lo que me gusta.
—¿Y qué haces para relajarte? Jungkook lo miró de reojo, pero él parecía interesado de verdad.
—Cosas. Trabajo en el jardín.
—Sí, es precioso —alargó la mano hasta el macetero más cercano y tocó los pétalos de un jacinto.
—Es pequeño y fácil de cuidar —a decir verdad todo lo que tenía que hacer era regarlo. La belleza de un jardín de macetas era que no hacía falta quitar las malas hierbas. Y el estaba demasiado ocupado para eso. Se recostó en el respaldo de la silla, lleno y satisfecho bajo el cálido sol de la mañana. Normalmente, se acurrucaba en el sofá y se echaba una siesta, pero ese día había demasiada adrenalina bullendo en sus venas. Quería irse a la cama, pero dormir no era una de sus prioridades. Por el rabillo del ojo lo vio levantar los brazos y flexionar los codos. Se estiró, inclinando la espalda a un lado y después al otro.
—Tienes que ayudarme a quemar toda esta energía. Dos cafés y toda esa comida. Entonces la comida no le había dado sueño. ¿Acaso quería quemarlo con el?
—¿Y qué tienes en mente? Él miró a lo lejos.
—¿Qué te parece si damos una vuelta por el parque? Jungkook escondió la gran decepción que se había llevado y esbozó una sonrisa.
—Claro. Él recogió los platos mientras el se ponía las zapatillas de deporte. Entonces entró en el cuarto de baño para arreglarse el pelo, pero se lo pensó mejor. Se desenredó el cabello como pudo, lo peinó un poco con los dedos y se apartó del espejo. No quería ver lo sonrojado que estaba.
Después de cerrar las cortinas del estudio y comprobar que la puerta estaba cerrada, regresó a la cocina. Jimin estaba terminando de lavar los platos y limpiando la encimera.
—Gracias. No tenías que hacerlo.
—Es lo menos que podía hacer después de una comida como ésta. No me ha llevado ni un minuto. Y siempre le lavaba los platos a mamá.
Si alguna vez veís que me refiero a alguno de los perdonajes en femenino, es por la costumbre de hablar en femenino y escribir, si sucede eso lo siento mucho, estoy intentando adaptarme ha no escribir tanto en feminino.
Gracias por leer, votar y comentar^^, os lo agradecería mucho!!
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Una tentadora propuesta | Jikook
Roman d'amourSinopsis: De la noche a la mañana, perdió la cabeza por el hombre de sus sueños... Park JiMin era un millonario que trabajaba mucho y arriesgaba mucho, a diferencia de Jeon Jungkook, su antiguo vecino, un joven correcto y estirado. Asfixiado por un...