Capítulo 33

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El tacto sedoso de aquellas suaves curvas bajo sus dedos le aceleraba el corazón y le dejaba agotado, exhausto. Sin embargo, todo lo que había hecho era darle unos besos y acariciarlo.

Lo miró a los ojos. Sus oscuras pupilas reflejaban el deseo que ardía en su interior.

—Más tarde, Jungkook —dijo él, tomando las riendas de sus desbocados impulsos—. Tendré que enseñártelo más tarde. Había estado a punto de dejarse llevar. No le habría importado que lo arrestaran con tal de satisfacer los deseos de el.

—La próxima vez cumpliremos todas las reglas —le dijo, dándole un abrazo cariñoso. El opuso resistencia y él se apartó de inmediato. Dio media vuelta y se dirigió hacia el camino. Pronto habría una segunda vez. Muy pronto. 



El cierre de la ventana estaba viejo y oxidado, así que sólo le llevaría unos segundos quitarlo. Jimin frunció el ceño.

—Esto no es seguro, Jungkook. Es muy fácil entrar. Se puso manos a la obra. —Voy a comprobar todas las ventanas antes de irme, ¿de acuerdo? —le dijo, realmente preocupado. Apenas oyó la respuesta de el. Frustrado y confuso, Jimin se desquitó con los oxidados tornillos. El deseo que sentía por el le hacía perder el control y entonces arremetía contra el.

Jungkook siempre se había visto obligada a complacer y su padre nunca había sido santo de la devoción de Jimin. Trataba a sus hijos como si fueran monos de feria. Alardeaba de las buenas notas de Jungkook y también de las habilidades musicales de Lucy con el violín. La mala opinión que Jimin tenía de él se había confirmado aquel día en el parque y poco después habían tenido unas palabras. Él había decidido dejar el colegio y Lucas Delaney lo había visto en el taller donde su abuelo le había enseñado a trabajar la madera, encima del garaje.

«Si dejas el colegio ahora, no serás nadie. Te pasarás el resto de tu vida recogiendo fruta. No serás más que un peón, un esclavo sin rumbo»

Jimin se había puesto furioso. Por aquel entonces casi tenía diecisiete años y su madre tenía tres trabajos para ahorrar un poco de dinero. Sienna necesitaba muchos cuidados y no había tenido más remedio que ponerse atrabajar. Pero las cosas habían cambiado mucho. El tiempo había pasado y no necesitaba de nadie para ayudar a su hermana. Sienna lo necesitaba y el padre de Jungkook no tenía ni la más remota idea de su situación. Lo último que necesitaba aquel día era que le echara un sermón. Miraron por la ventana y vieron a Jungkook en el jardín.

—Ya ves a Jungkook. El sabe lo que tiene que hacer. Es un luchador. No se va a quedar aquí desperdiciando su talento. Hay que moverse, trabajar duro. Los que abandonan no llegan a ninguna parte. Jimin recordaba muy bien aquel encuentro en el parque. Aquel día se había propuesto demostrarle al padre de Jungkook que estaba equivocado, y esa determinación lo había hecho salir de su ciudad y luchar por sus sueños. Tenía un plan y malgastar el tiempo en el colegio no era parte de él. Sabía lo que quería hacer, adónde quería ir. Y lo había hecho. De algún modo Lucas había tenido razón. Había que trabajar duro. Jimin se había esforzado mucho tanto física como mentalmente y por fin había conseguido sus metas, dinero, seguridad y el placer de saber que su madre no tenía que trabajar a menos que así lo quisiera.

Él le había pagado la casa y cada año le pagaba los viajes en vacaciones. Sin embargo, lo más importante era que Sienna había tenido el mejor tratamiento posible. Incluso le había pagado la universidad, aunque ella no estuviera muy contenta al respecto últimamente. Nunca había vuelto a hablar con Lucas Delaney desde aquel día. Jimin puso los nuevos tornillos y empezó a examinar la siguiente ventana. Jungkook también había trabajado muy duro, y todo para conseguir la aprobación de su padre.

Había pagado un precio muy alto por ello. Su vida social y su actitud general hacia la vida habían sufrido las consecuencias de su entrega incondicional al trabajo.

El trabajaba tan duro que apenas tenía tiempo para divertirse. Jimin se detuvo, enojado. Él podía ayudarlo en ese sentido. Aquel beso en el parque había sido tan real... Él había logrado tocar su vena sensible y estaba deseando volver a encontrarlo, siempre y cuando fuera capaz de controlar la situación.

Una tentadora propuesta | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora