Fue hacia la parte de delante de la casa. Las cortinas del lado izquierdo del pasillo estaban cerradas. Jimin se quedó mirando un momento. El dormitorio de Jungkook era la pequeña habitación que estaba justo al lado de la cocina, que tenía una pequeña sala de estar que el debía de usar muy a menudo.
¿Y entonces para qué era la habitación que tenía delante en ese momento? El constructor que había en él sabía que debía de ser más grande que el de atrás y sin duda la habitación más luminosa de toda la casa.
¿Por qué no la había convertido en su dormitorio? Aquella estancia despertó su curiosidad. Entró por la puerta principal y escuchó desde el pasillo. No había ni rastro de Jungkook. Dio otro paso adelante y vio que la puerta del cuarto de baño estaba cerrada. La suerte estaba de su lado. El aroma a flores frescas se hizo más intenso cuando abrió la puerta del salón principal. Miró a su alrededor, extasiado. Sin duda había mucho más por descubrir.
La habitación estaba pintada de blanco. Había quitado la moqueta, dejando al descubierto el parqué sin pulir. Aún había algunas manchas de pegamento en el suelo y pocos muebles. Una mesa en el extremo opuesto, una silla...Y en mitad de la habitación, situado frente a la luz de la ventana, había un enorme caballete. Arte. Jimin cerró los ojos un momento y trató de recordar. Aquélla había sido su mejor nota en aquel boletín de notas. Ésa era su asignatura predilecta, la que tenía que abandonar.
Aunque las cortinas estaban cerradas, se filtraba suficiente luz para ver las pinturas que colgaban de las paredes. Sobre la mesa había dibujos técnicos que mostraban una sección transversal de una flor. Junto a ellos había láminas de cristal, cuchillos afilados, una lupa... En un extremo de la mesa había bolígrafos y lápices, y debajo había tarros llenos de pinceles, lienzos extendidos, más cuadros, algunos de ellos terminados, y otros sin acabar. El olor del aguarrás se mezclaba con el de las flores que estaban en un pequeño jarrón situado en una pequeña mesa. Jimin fue hacia el centro de la estancia.
Contempló las pinturas y también los dibujos que estaban sobre la mesa. El contraste entre las enormes obras de la pared y los pequeños dibujos, precisos y perfectos, era fascinante; como dos mitades de uno solo. El perfeccionista analítico creaba miniaturas de precisión fotográfica y la persona emocional y sensual creaba cuadros que parecían capturar el alma de la flor. Oyó pasos a sus espaldas. La puerta se cerró. Debería haberse sentido culpable, pero todo lo que sentía era asombro.
Se volvió hacia el. Jungkook se había puesto una camiseta veraniega de tirantes finos. La atracción que sentía hacia el había tomado otra dimensión de repente.
—¿Qué haces aquí?
—No pude evitarlo. Es la habitación más luminosa de toda la casa. No entendía por qué no la usabas.El estaba muy pálido.
Jimin bajó la vista y le miró las manos. Pequeñas, delgadas y perfectamente proporcionadas, como sus dibujos.
—Pensaba que habías dejado el arte en el colegio.
—Y lo hice —el respiró hondo—. Hice Economía en su lugar, pero yo estaba interna, y la profesora de Arte era muy buena conmigo. Ella me dejaba libros y también me dejaba trabajar en el aula de arte después de clase. Básicamente me dio clases particulares. Era nuestro secreto.
—Tu padre nunca lo supo. El sacudió la cabeza.
—Nadie lo sabe.
—¿Todavía? Jungkook se puso a la defensiva.
—Es mi secreto —miró a su alrededor con ansiedad—. Lucy sabe algo. Jimin asintió. Su hermana y ella debían de estar muy unidas. Tenían que estarlo. De lo contrario habrían terminado odiándose gracias al espíritu de competición que su padre les había inculcado.
—Son impresionantes, Jungkook.
—Nunca pasé del «bodegón de flores» —dijo, caminando de un lado a otro—. Vamos —lo miró fijamente y él supo que quería sacarlo de allí.
«Ni hablar». Volvió a mirar los dibujos y entonces reparó en un fajo de papeles manuscritos. Lo tomó de la mesa. Había una lista de flores y un comentario debajo. El había anotado cosas junto a cada entrada. Jimin empezó a leer el documento y se olvidó de la ansiedad de Jungkook. Jeon se paró en medio de la habitación con el corazón desbocado. No sabía cómo sacarlo del estudio. Parecía no tener intención de ir a ninguna parte sin oponer resistencia. Además, una parte de el estaba fascinado, deseoso de conocer su opinión, impaciente por obtener su aprobación. De pronto reprimió las lágrimas. Él tenía razón. Le gustaba complacer a la gente. Quería que la gente pensara lo mejor de el y necesitaba ser el mejor, tenía que serlo.
Y por eso nunca había compartido su afición con nadie. No quería tener que soportar la presión del escrutinio público. No quería que nadie juzgara su talento. El arte era su refugio, su medio de evasión. Si quería pintar el cielo de morado tras unas enormes margaritas naranjas, podía hacerlo sin más. Y si quería dibujar un nenúfar a la perfección, también podía hacerlo.
—¿Qué es esto? —Jimin levantó el manuscrito y pasó algunas páginas, leyendo todas las notas que Jungkook había escrito y mirando los dibujos que el había esparcido por la mesa. El lo miró desde atrás. Sus anchos hombros contrastaban con sus estrechas caderas. Él era fuerte y Jungkook quería parte de esa fuerza. Respiró hondo y le dijo algo que jamás le había dicho a nadie, ni siquiera a su hermana.
—Margaret, mi profesora, ha escrito un libro sobre florigrafía y me pidió que hiciera algunas ilustraciones de prueba.
—¿Flori...? —Jimin se volvió hacia el.
—Florigrafía —Jungkook fue hacia él—. El lenguaje de las flores. Algo muy victoriano. Asignaban significados a todas las flores para poder pasarse mensajes mediante las flores que se regalaban unos a otros.
—¿Y desde cuándo los profesores de Comercio escriben libros sobre flores?
—De Comercio no. De Botánica.
—¿Botánica? ¿Estudiaste Botánica en la facultad de Economía?
—No. También hice una carrera de Ciencias y me gradué en Biología.
—¿Qué?
—Hice una titulación doble.
—No lo sabía. Debería haberlo sabido. Tu padre se lo habría dicho a todos.
—No lo sabe.
—¿Qué?
—No lo sabe.
—¿Hiciste otra carrera y él no lo sabe? Por eso su vida social era escasa. Durante sus años de universidad se había pasado todo el tiempo corriendo de clase al laboratorio. Sus compañeros pasaban largas horas en las cafeterías y en los bares, y mientras el trabajaba también por las noches, haciendo sus dibujos. Habría hecho Bellas Artes si hubiera podido, pero compaginar dos carreras había sido una tarea titánica. Además, no había podido seguir con su educación artística en el colegio, así que se había comprometido con la botánica. Jeon se detuvo a su lado.
Él seguía contemplando los dibujos mientras leía los nombres botánicos y los mensajes románticos que el había escrito debajo. Había empleado muchas horas en completarlo.
—Margaret ha seleccionado las flores de jardín más comunes y ha incluido consejos sobre cómo sembrarlas. También enseña cómo crear hermosos arreglos florales con ellas.
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Una tentadora propuesta | Jikook
RomanceSinopsis: De la noche a la mañana, perdió la cabeza por el hombre de sus sueños... Park JiMin era un millonario que trabajaba mucho y arriesgaba mucho, a diferencia de Jeon Jungkook, su antiguo vecino, un joven correcto y estirado. Asfixiado por un...