Propuesta

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  • Dedicado a Ade S Rodriguez
                                    

—Zareck, — lo llamó cuidadosamente al ver como el chico se perdía en la pared que estaba detrás de su espalda. 

—No te diré nada, psiquiatra, — le susurró con veneno. Levantó los ojos y miró fijamente en los dorados de su acompañante. 

—Tengo un nombre, ¿Sabes? — le dijo ella con cierto enojo. No le gustaba que le estuvieran recordando cada cinco minutos su profesión. Además, esa carrera no le gustaba. 

Estúpido papá. 

—Zareck no confía en los psiquiatras. Nunca comprenden, por eso no forman parte de su vida, — le dijo crudamente. — Todos son psiquiatras. Solo psiquiatras. 

—Estoy segura de que eso puede cambiar, — le dijo ella. Solo hasta entonces se había percatado de que la bata que debía cubrir al joven estaba en el suelo. Su paciente estaba desnudo. 

Se movió lentamente sin prestar demasiada atención a lo que estaba haciendo Zareck y tomó el objeto del suelo. Luego, con algo  poco menos que dureza, le ofreció la prenda. Observó, como la tomaba de inmediato y se cubría. 

Una vez que estuvo cubierto, decidió hablar... 

—No, no puede, — le dijo mirándola. — Aunque, al menos tu no te ves como ellos, con sus batas blancas. Como si una simple prenda pudiera darles autoridad. 

Y Ariadne realmente se sintió feliz de saber que había tenido razón. Aunque viniendo de un loco... No sabía si eso era bueno o malo. 

—Y eres joven, — le dijo una vez más. — Pero, aun así. Eso no cambia nada. 

Hubo silencio unos momentos. Sin embargo, ella no se daría por vencida. Estaba dispuesta a obtener información por parte del chico y lo haría. Así que, puso en marcha un nuevo plan. 

—Respeto tu punto de vista, — le dijo ella, mientras recordaba la mirada burlona que le había lanzado el chico el día anterior, la primera vez que se vieron y la imitó. — Pero, creo que lo que voy a hacer no es ni remotamente comparado con lo que han hecho tus antiguos psiquiatras.— Captó los ojos curiosos de su paciente. — Es algo así como una... propuesta. — Su sonrisa había disminuido, no podía darle a entender que se estaba burlando de él, sino el chico no coperaría. 

Y estuvo a punto de sonreír triunfalmente. A punto... 

—¿Propuesta? — preguntó el menor con un brillo curioso invadiendo sus ojos azules. Ella se había ganado su atención, le interesaba saber como era esa propuesta. 

Ella miró brevemente la posición en la cual estaba Zareck. Las piernas estaban cruzadas y sus manos se presionaban juntas sobre la cara interna del pie izquierdo. Sus ojos, de color zafiro, brillaban intensamente, demandando saber que era lo que ella iba a proponer. 

—Creo que te beneficiará más a ti que a mí, — comentó la pelinegra, decidida a explicarle como sería su acuerdo. — Puedes pedir cualquier cosa que desees, pero... — Pausó y vio como el chico no perdía el interés. — Con tres condiciones. No puedes pedir ningún objeto corto-punzante o que te permita dañarte a ti o a alguien más. Segundo, no puedes pedir cambios en tu medicación ni de zona. Y tercero, si pides salir será siempre dentro del hospital y bajo la supervisión de un médico. 

Ella se concentró en su mirada, pero sin dejar de tener presente lo que ocurría a su alrededor. Los ojos de Zareck brillaban de emoción pura. 

—¿Salir? — la pregunta reflejó sus emociones. — ¿A los jardines? 

Era un gran cambio ver al joven así de emocionado. Por lo menos, ahora su paciente parecía querer cooperar. Pero, como tenía presente, un manipulador no cooperaría a menos que obtuviera un beneficio a cambio. 

Sonatilla De Muerte(Libro N°1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora