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La vida como Pro-Héroes era más o menos fantástica.

¿Por qué "más o menos"? Por las siguientes razones.

Si bien había sido el sueño de ellos y el de sus ex compañeros de escuela –la UA-, nunca pensaron que el ser maravillosos y reconocidos Pro-héroes sería tan agotador. Pero la molestia no iba tan dirigida a ello con exactitud, pues a todos por igual les gustaba estar ocupados y en movimiento, de esa forma se sentían útiles y podían divertirse un poco días enteros pateando traseros; sino más bien el desagrado venía por el hecho de que la mayoría de veces eran solicitados en los momentos menos oportunos, volviendo a veces sus merecidos días libres o fines de semana días totalmente agitados y frustrantes.

Incluso, más de una vez tuvieron que posponer sus vacaciones para tener que ir a proteger la ciudad cuando, solamente el día anterior, ya habían preparado todo para irse de viaje.

Sin embargo, cada uno de ellos debía callarse y tragarse todos sus reclamos y disgustos, pues, después de todo, eran las consecuencias del trabajo por el cual se esforzaron durante años para conseguir y por el cual se sentían orgullosos, satisfechos y honrados cada vez que recibían halagos y agradecimientos por parte de las mismas personas a las que se encargaban de salvar y proteger 24/7, sin descanso y sin temor alguno.

Por muy pequeño e "insignificante" que fuese el trabajo para algunos, para ellos no significaba lo mismo. La vida de una persona era tan preciada como la de un animal, razón por la que nunca se molestaban en ir a realizar o tomar trabajos express que trataran de salvar algún gatito callejero atrapado sobre un árbol, o rescatar a la mascota de alguien que seguía dentro de un edificio en llamas.

Ellos lo tenían muy claro: la vida era un regalo valioso y único, por lo que no podían permitirse ni por travesura el ignorar a alguien que pidiera su ayuda. Incluso si eso significaba desgastar sus cuerpos hasta más no poder o hasta conseguir la muerte misma, porque para eso había trabajado tan duro; para eso habían nacido.

Todos nacían con un gran propósito en la vida, nadie solo nacía "porque sí", y eso nuestros protagonistas lo descubrirían luego de ciertos sucesos y revelaciones. 

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Muchas cosas cambiaron luego de que toda la Clase A se graduara de la prestigiosa Escuela de Héroes, sin embargo, muchas otras más siguieron intactas.

Quizás todos habían tomado caminos distintos, refiriéndonos a ciudades y oficinas de trabajos, pero aun así siguieron manteniendo el contacto como los grandes amigos que eran. No obstante, habían algunos que ya no seguían siendo solamente amigos, noticias que a más de uno dejaron impresionado y que a otros no mucho, pues ya se lo veían venir o porque simplemente ya lo sabían.

Parejas que siguieron sus caminos juntos y que sin duda se complementaban muy bien entre sí, sobre todo en el carácter, pues la inmadurez de algunos –y algunas- se equilibraban bien con la de otros, evitando así que las cosas se pusieran patas arriba.

Como el claro ejemplo de Kaminari y Jiro, quienes habían terminado siendo novios casi al término de la escuela, una noticia que no fue una verdadera sorpresa sino más bien un alivio para todos sus compañeros, pues cada uno de ellos fue testigo durante años de todas las indirectas que entre esos dos se lazaban, pero que temían con nunca llegar a nada. Y todo eso por culpa de la inmadurez del rubio y la extravagante timidez de Kyoka.

Sin embargo, finalmente ambos decidieron dejar las estupideces de lado para avanzar a la siguiente fase, recibiendo un "¡Por fin, maldita sea!" por parte de Bakugou, quien fue el que a insultos y amenazas los obligó a declararse uno al otro para que así dejaran de dar lástima por los pasillos y él ya no ser víctima de las constantes peticiones por parte de Ashido y Kirishima para crear algún plan para juntarlos de una buena vez por todas.

El niño del viernes 13.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora