Ambos sonrieron cuando se les informó que esa, en principio, sería la última entrevista de la mañana. Después de tres entrevistas prácticamente iguales, no se imaginaban una cuarta respondiendo a las idénticas preguntas con el mismo entusiasmo que tenían al principio. Eso era una de las cosas que más odiaban de hacer entrevistas, que prácticamente todas siempre eran iguales, bien, eso, y que les preguntaran sobre su relación.
Ellos estaban calmados, lejos del equipo técnico que los acompañaba esta vez de excursión, los cuales estaban debatiendo sobre el planning del recorrido de esa mañana, algo relacionado con los distintos planos de encuadre y otras muchas cosas que a ellos más bien les interesaban poco. Ellos estaban completamente en su mundo, jugueteando con el único objeto de valor que se habían traído de paseo, la cámara de fotos de Alfred.
Se encontraban en el corazón de la Lisboa antigua y aunque aún no hubiera ni empezado el tour por Lisboa, en la Plaza del Rossio, entre fuentes, esculturas, vendedores ambulantes y un intenso trafico, ya se hallaban los primeros fans curiosos y deseosos de conseguir alguna foto de sus dos ídolos por la ciudad. Los observaban desde la distancia, disimuladamente, con miedo a acercarse a ellos dos y romper, el que parecía, su momento intimo con la cámara. Pero en realidad, no estaban haciendo gran cosa, simplemente se estaban medio discutiendo porque Amaia quería coger la camera de Alfred pero él, no se la dejaba.
—¡Haber traído la tuya! —le respondía este entre risas sujetando el aparato con más fuerza.
—¡Ya te he dicho que la tiene mi hermana! —le respondió Amaia intentando hacer cara pena.
—Bonita forma de decir que la has perdido —la chinchó este sacándole la lengua.
—¡Alfreeeeeed!
—¡Que no! ¡Es mía! —esta vez cambió totalmente el registro de su voz empleando su vocecita de bebé.
—Ay... —Amaia se mordió el labio sabiendo que tenía todas las de perder en esa batalla.
—¡Chicos! —Marta apareció de la nada asustada. Su curiosa pelea había llegado hasta sus oídos y preocupada a que fuera a más, decidió intervenir—. ¿Os recuerdo lo que prometisteis esta mañana en el desayuno?
—Tranquila Marta, no está pasando nada. Sólo estamos jugando —aclaró Amaia encogiéndose de hombros.
—Sólo somos dos bebés jugando —añadió Alfred sin dejar de hacer su vocecita que hacía que Amaia se derritiese.
—Ay... ¡es que mira esto! —dijo ella muriéndose una vez más de amor, Alfred le dedicó una sonrisa y como respuesta le cogió sus mofletes con ternura—. Y las palitas...
—Pero... ¿qué os ha pasado a vosotros dos? —preguntó confusa Marta al ver su cambio de actitud tan positiva. Una de las últimas veces que los había visto ni se habían prácticamente hablado y ahora ni se soltaban. Antes de que ellos le respondiesen, habló de nuevo—: Da igual, mira, no hace falta que me contestéis, vosotros ya veréis lo que hacéis. Por cierto, preveo que aún estaremos aquí, parados, por cosas técnicas, unos cinco o diez minutos más así que si queréis acercaros a saludar a la gente que...
—¿Podemos? —preguntó emocionada Amaia mirando hacia el pequeño grupo de personas que los miraba de refilón—. ¿Si?
—Venga, ¡id! —los animó Marta y al instante de que ella dijese la última palabra, los dos jóvenes ya se iban alegres, sonrientes y saltarines hasta las personas que los estaban esperando.
Si una de las peores cosas de su promoción para Eurovisión eran las interminables entrevistas, una de las mejores cosas era conocer a toda la gente que les seguía, apoyaba y les quería. Tener ese contacto directo con los fans, hablarles, conocerles y hacerles felices durante unos minutos era muy gratificante para ellos ya que eso significaba que en verdad llegaban a las personas, que su música conseguía calar y que eran capaces de emocionar y transmitir sus emociones. Realmente, todo a lo que aspira un artista: hacer sentir y vivir.
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Nosotros
FanfictionAbril-Mayo de 2018. Después de una mala racha, llega la noche X, la noche en que lo cambió todo entre ellos. La magia desapareció, la complicidad se esfumó y la paz huyó... Pero por contrato, ellos tienen que seguir siendo los de siempre, por lo men...