Capítulo 3

2.9K 172 64
                                    

Esa noche me sentí muy nerviosa, la sensación de que me observaba no cesaba. Apenas pude dormir.

Ya era la mañana siguiente y me sentía muy cansada, debido a lo poco que había podido dormir.
Bajé las escaleras y la casa estaba en total silencio con la exención de mis propios pasos, cosa muy extraña.

Caminé en silencio hasta la cocina, pegada a la nevera había una nota. Lo tomé y la leí.

"Cariño, hemos salido a comprar algunas cosas, por favor, cuida de Sasha"

Bajé la nota extrañada, aún más que antes.
Busqué por toda la casa a Sasha, de seguro estaría dormida, y en efecto, lo estaba.

Seguí mi camino hasta la cocina y me preparé un café y una tostada.
Desayuné viendo las noticias. Nada interesante.

Rato después Sasha despertó, al parecer estaba algo alterada, de seguro fue una simple pesadilla.

—__, tengo hambre—Dijo sobándose el estómago con una mano.

Me levanté algo fastidiada y le serví en un tazón de plástico, cereales y leche.
Se lo llevé y le puse una cuchara enfrente, sin decir más terminé mi desayuno. Pero al parecer Sasha estaba tan aburrida como para volcar a propósito la leche por toda la mesa.
Fastidiada me levanté y si duda le grité, ella simplemente lloró y me amenazó con decirle a Verónica, su madre.
Me dio igual y limpié el desorden.

La mañana fue catastrófica y horrible, ojalá y mis hijos no sean igual.
Pero cuando volvieron las cosas se tornaron peores para mí mañana.

Verónica nunca me ha considerado de la familia, siempre quiere estar lejos de mis padres adoptivos, según Irene, una chica que conocía la familia desde hace ya un tiempo, incluso antes de que yo fuese adoptada. Verónica siente algo de envidia por la vida de su hermana Yamila.
Yamila al estar casada, con una hija, fortuna y un buen futuro para próximas generaciones. En cambio a Verónica, una mujer que por unos años fue madre soltera, y ahora tiene un noviazgo con uno de los vagos amigos de Walter. Su fortuna no es muy importante ni grande que digamos.

Verónica, al enterarse de los gritos groseros que le dije a su hija, no dudo ni un segundo en hacer lo mismo, como si fuese una revancha.

—¡Me vale verg* tu hija, tú y tu maldita familia se pueden ir a la mismísimo mierd*!—Grité muy alto, tanto que me empezó a doler la garganta

—¡No puedes decir eso después de que ellos te dejaron vivir bajo este techo, de que te críaron, educaron y alimentaron, eres una pendej* maleducada y malagradecida!—A sus groseros gritos le acompañó el sonido de la palma de su mano y sus anillos chocar contra mi mejilla.

—¡Me críaron como la mismísima mierd*, por eso soy como tú dices una pendej* malagradecida, si tan solo se hubiesen preocupado un poco más no estaría de este modo!—Mis crueles pero verdaderas palabras llegaron a los oídos de Yamila haciendo eco en su cabeza.

Sabía que tenía razón.
Se paró del sillón de donde yacía sentada, y fue rápidamente a la sala principal, en donde estaba todo el escándalo.

—Todo parecía ser un cuento de hadas cuando me trajeron a la casa, pero luego me di cuenta que los cuentos de hadas no existen. Ni tampoco lo harán—El bebé lloraba con fuerza, tal vez mis palabras si fueron algo duras, pero hay más

—…—Ella guardó silencio

—¿Eso quiere decir que todo este tiempo nos has estado engañado con que eras feliz?—Mencionó Yamila, por fin, después de tantos años esperando esa pregunta, por fin tengo la respuestas.

—Claro…—Solté segura—Siempre lo hice, cuando comencé a crecer todo se hizo más claro, los he estado engañado co que era feliz de la misma manera que ustedes me engañaban haciéndome creer que tenía una familia—Cerré los ojos algo cansada ya, se lo que pasará después, pero no me preocupo.

La Hija del fabricante de juguetes [Candy Pop y tu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora