Lo admito, estoy estúpidamente enamorada de Agreste. Pero no dejaré que él se entere, sino nadie lo va a bajar de su maldita nube.
Con lo engreído que es...
No era aún tiempo, no es el tipo de confesiones que caigan bien a tan poco tiempo. Sin embargo no pude evitar fangirlear cuando me tomo en cuenta para un viaje corto a Italia, en el cual en si sería para llegar a un acuerdo con un diseñador que era muy codiciado para eso de hacer tratos. Era el Gabriel Agreste de Milán.
Definitivamente será algo para enmarcar una junta entre el Caballero Dragón y el César de la Moda.
Y lo mejor es que yo sería quien lo presenciaria. Definitivamente no podía esperar para el acontecimiento del milenio. Al menos para mí era así.
Y por supuesto estaría con el... Ya Natalia, concéntrate maldita sea ya lo hablamos no se cuántas veces...
Llegamos primero a Florencia, donde su joyería es ridículamente famosa y especial por sus diseños elaborados casi barrocos.
Nos hospedaron en un hotel muy exclusivo de allí, donde en el recibidor nos condujo a la habitación una bonita chica de cabello rojo y piel pecosa, un poco más pecosa que la mía (aunque con los bronceados mis pecas se llegaban a juntar) así como unos bonitos ojos verdes. La chica se llamaba Madeleine Raincomprix.
Durante el primer día nos acomodaron en habitaciones separadas, pero al día siguiente pidió que nos trasladasen a la misma y de ser posible una mayor a la que poseiamos hasta el momento.
Nos dieron una habitación de pareja llamada Fragolina, cuya temática era de estampados de fresas por todas partes.
Era imposible no sentirme más abrumada por el amor en aquella cursi habitación de fresitas, la música de tarantella que resonaba a lo lejos, y el paisaje italiano antiguo y a la vez tan moderno. Estaba observando ese ambiente por la ventana cuando Agreste me interrumpió:
- Francesita, ¿Qué tanto miras? ¿Es que no te gusta Italia?.- preguntó al mirar mis ojos seguramente brillantes, más brillantes que dos zafiros, lo cual no me venía bien, se daría cuenta, o eso quise pensar, pues el creyó más bien que el brillo de mis ojos era tristeza, no amor.
- Sí, es hermosa, por eso la veo...
- Pareciera que estás triste por París, no estaremos muchos días aquí Francesita, solo los suficientes para cerrar trato con Hermenegildo Benincasa, espero en serio nos unamos para la línea de joyería, y luego quiero que conozcas donde yo vi la luz. Verás que haré que tu estancia en Florencia sea lo más hermosa posible.
- Gracias pero en serio no estoy triste...- dije con la mirada baja.
- ¿Entonces qué sucede? Tienes los ojos de una manera diferente.
- No es nada.- dije colocandome los anteojos de nuevo.
- Si no te conociera diría que estás enamorada.
Trágame tierra
- ¿Yo? Sí, como no, además de quién podría estarlo.
- Si no supiera por tu propia boca lo que te parezco, que soy engreído, que soy mujeriego y que soy prácticamente un idiota en tus propias palabras, diría que estás enamorada de mi.
No, por favor, no me mires así
No supe qué más decir, claro que estaba enamorada de él pero, hasta cuándo sería capaz de ocultarlo sin que algún rasgo mío lo estropeara.
- No es malo enamorarte francesita, aunque de ser así, ¿Porqué aceptaste mi propuesta si estabas asi?
Porque te amo, Gabriel...
- Te lo juro que no lo estoy, seguramente es cansancio y nada más.
- Es posible, me siento igual. Vamos a dormir.
Fui al tocador a lavarme la cara a ver si desaparecían estos estúpidos ojos brillantes. Me puse una pijama de short y camisa con estampado de bananas y me hice el pelo en un moño. Salí y me metí a la cama, arropandome toda hasta la cabeza. Entonces, el al ver eso, se sumergió en las colchas conmigo abrazándome por la cintura, pegándome a el. Haciendo todo más difícil.
- Descansa mi bella francesita.- dijo a la par que me daba un beso dulce en la mejilla.
Asentí y cerré los ojos. Así, mientras él creía que dormía, me encontraba preparando una estrategia para que mi enamoramiento no se notara. Pero él empezó a reestropearlo, cuando me dio besos en mi mano, subiendo por mi brazo, cuando me acarició mi cabello negro que parecía cordaje de barco, y más aún cuando acercó sus labios a mis largas pestañas y susurró "qué preciosa eres".
¿Hasta cuándo podré guardarlo?
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De assistant à épouse d'un millionnaire
SonstigesSpin-off de La muñeca de Gabriel. La vida de Nathalie Sancoeur desde sus primeros años hasta que conoció a Gabriel Agreste. Ya sabemos su vida de casada y pocas cosas de su infancia por lo que ella ha mencionado, pero ahora iremos más allá de la vid...