Cecilia

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Desperté con los ojos humedecidos por un llanto escondido de ya hace tanto tiempo. Nunca estuve tan consciente de la realidad como ahora... Miré al pasado que dejé olvidado entre las secuelas de la depresión y varias risas aparte para dar una leve sonrisa de burla hacia mi propia patética vida... los ojos se me humedecían más.

No recordé un amor, sino varios. No sólo las veces que lloré, también esos episodios abruptos donde decidí cortar un sentimiento, o matar esperanzas. La vida siempre fue así para mi... cortar las alas que tanto había cuidado.

La lluvia tantas veces me acompañó en los recuerdos más traumantes: Llovió cuando casi morí... llovió cuando perdí a mi madre, cuando empezaron los problemas... llovió cuando la conocí, cuando la olvidé... llovió tanto que la lluvia misma me parece hermosa.

Existen dos tipos de personas en el mundo: Aquellas que buscan justicia y aquellas que buscan redención. Muchas veces uno busca redención por los errores que cometieron en el pasado, otros simplemente buscan justicia por los errores que llegaron a afectarles... pero yo soy de esas personas que tiene el corazón tan frio y tan muerto que no importa cuanta justicia pida el mundo, la buscaré sin importar el daño colateral que produzca. Soy el ejecutador de la justicia, soy la mano divina.

Soy un redentor.

Y ahora te tengo aquí al frente mío, cuidando al hombre que amas mientras que el bebé de tus entrañas llora en su cuna aterrado por los disparos. Abro el tambor de mi revolver y hago caer cinco balas... una la mantengo dentro.

Ahora mírame. En esto me has convertido... si tu esposo busca redención por sus errores que me trajeron hasta acá, lo siento mucho Cecilia, debo arrestarlo y cobrar mi recompensa. Yo busco justicia y no me importa si tú estás entre nosotros... vendrá conmigo vivo o muerto.

Al ver tu rostro tan angelical como apenumbrada de tanto dolor por el destino de tu esposo me dí cuenta que no te harías a un lado. Cargo el martillo y apunto lo que tanto he amado años atrás, aquella dulce niña que juraba haber perdido la mente por ella... aquella por la que pude dar mi vida.

Es tu última oportunidad, te grité. Tu esposo mató a un hombre poderoso, no me importa si fue accidental... es mi deber saldar la deuda.

Llenaste tus ojos de lágrimas, una vez más, y me gritaste que nunca lo dejarías ir. Cerraste tus ojos esperando lo peor mientras que tu esposo no se inmutaba, aterrado y acobardado sosteniéndote al frente suyo tembloroso y sollozante.

Jalé el gatillo.

Te lo dije Cecilia. Ese hombre no vale la pena.

Sonó el martillo golpeando el tambor de mi revolver, mas no salió ni una bala del cañón. Un estruendo resonó por la entrada de tu casa... abrí el tambor y cayó al suelo el cartucho de fogueo.

Tu esposo nunca se puso delante de ti para protegerte... algo que hubiera hecho yo sin dudar hace mucho.

Te di un golpe con la empuñadura en tu bello rostro haciéndote a un lado, el golpe no fue tan fuerte como para dejarte inconsciente... sin embargo no te levantaste. Sollozabas entre el azulejo desquebrajado de tu suelo, te cubrías el rostro para no ver la escena final de esta triste historia.

Lo esposé después de haberle golpeado variasveces hasta romperle el labio y hundirle su órbita. Lo arrastré hacia mi cocheestacionado en la acera. Llamé a la policía.

Pasó tanto tiempo... pero los niños crecen. Unos buscando redención, otros... justicia.

Yo... sólo busco a ambos...

Si la paga es buena.    

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⏰ Last updated: Aug 22, 2018 ⏰

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CeciliaWhere stories live. Discover now