- ¿Quieres que escalemos una montaña?
Alyssa no paraba de parpadear mientras miraba con fijeza los folletos que Dan le había extendido. La idea de tener aventuras le había dado fuerte y desde hace dos semanas a lo único que se dedicaba era a buscar actividades que pudieran hacer feliz a Aly.
- Será genial, no será una montaña con exactitud, solo un muro bastante alto ¡NO ME MIRES ASÍ! Usaremos protección - una risa seca retumbó en la habitación y ambos jóvenes voltearon a ver al dueño de aquel sonido.
- Tienes tres segundos para explicar en que planeas usar protección con mi pequeña florecilla, espero que no quieras ir a explorar terrenos prohibidos porque puedo usarte para recordar algunas cosas que aprendí en el ejército- el señor Alister tronaba sus dedos mientras se adentraba al cuarto de su hija. Era un ex militar enorme y fornido y eso lo hacía en extremo intimidante.
Dan tragó en seco.
Aly se sonrojó.
- Yo... yo solo la quiero llevar a escalar, jamás haría algo...
- Papá, deja de intimidar a mi novio y se el hombre genial de todos los días.
Su padre obedeció como a casi todo lo que su pequeña le decía, era su niñita y era casi imposible no querer hacerla sentir bien y aunque no quisiera admitirlo y no lo haría de manera pública, ese chico flacucho lleno de buenas intenciones no parecía ser una amenaza para el frágil corazón de su bebita.
Dos pares de ojos le lanzaban miradas extrañas al hombre fornido que se había trasladado a quien sabe donde en medio de su ensoñación, la única certeza es que ese lugar debía ser muy tranquilo y feliz porque aquel señor tenía una mueca de tranquilidad que lo hacía ver inofensivo.
- ¿Papá?- susurró entre divertida y preocupada al ver los ojitos de borrego que su padre le echaba a la nada.
Alister quitó la mano de su propio pecho y le sonrió a su hija.
-¿ Qué pasa florecilla?
- Nada a parte del hecho de que parece que te tomaste un viaje de 15 minutos al mundo mágico de unicornios, arcoiris y pizzas gratis.
- No seas una niña boba o te quitaré tus libros.
Salió con inverosímil indignación dejando a los dos jóvenes un poco consternados. Aly se echó para atrás acomodándose en su cama y haciendo lugar para Dan, palmeo un par de veces el lugar a su lado invitandolo a acostarse junto a ella en su pequeña cama.
Él dudó.
Ella insistía.
Y al final lo hizo, con temor a que el padre de la chica entrara a la habitación e hiciera puré con sus entrañas, pero aquel temor tomó sentido cuando la castaña se acurruco en su pecho y el olor dulzón de su perfume era todo lo que podía registrar. Acarició la abundante cabellera rizada y castaña y en el ritmo de su respiración encontró la paz que buscó durante mucho tiempo.
Alyssa se sentía tranquila, toda la locura de hace un par de semanas ya había pasado y se encontraba en la fase de aceptación del problema. Dan acariciaba su cabello con suavidad haciendola caer en una nube de ensoñación con olor cítrico, quedo dormida en el pecho del joven sintiendose mas segura en ese instante que en todos sus años de vida.
***
Se estaban enamorando de la manera mas pura, era algo notorio en sus miradas, en como sonreían cuando estaban juntos y en los susurros cómplices en el fondo de la cafetería. Pero la prueba más grande de aquel amor era la forma en la que él sostenía la mano de ella mientras ambos escuchaban como un nuevo ladrillo de la vida de aquella muchacha era lanzado al vacío.
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La Chica En La Banca.
Short StoryQuiza sea un cliché, quizás no. Pero no lo sabras con certeza hasta que lo leas.