Capítulo 1

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Movía inquieta los dedos de mis manos al tiempo que miraba la hora en mi celular. La brisa que pasaba a través de la ventana lograba tranquilizarme pero no era lo suficiente para opacar los continuos pensamientos en mi cabeza.

Al notar que los minutos solo avanzaban de a uno y no estaba dando resultado el intentar relajarme, suspiré molesta guardando mi celular en la mochila. Me revolví inquieta sin lograr concentrarme en el camino, observando decepcionada aquel edificio que cada año me traía la desgracia y un profundo dolor en el pecho el cual comenzaba a sospechar que era una depresión que venía arrastrando hace mucho tiempo. 

Si había una cosa que tenía asegurada, era lo mucho que detestaba entrar a la escuela cada año. Siempre era la misma gente, siempre el mismo lugar y cada vez que pensaba en volver, no podía evitar sentirme como si me faltara el aire.

Y este año sería el peor el todos. El único y buen amigo que tenía se había mudado durante el verano a la casa de su abuelo, en un pequeño pueblo lejos de aquí. Era la peor situación posible. No es que antes no se burlaran de nosotros, más bien, éramos los más inadaptados de todo el recinto. Siempre éramos motivo de burla, ya fuera porque no llamábamos la atención o si es que lo hacíamos demasiado.

Pero estaba bien, o al menos, era soportable. Nos teníamos el uno al otro y al final del día todo era solucionable viendo una película o jugando videojuegos. Ahora no solo no podría verlo durante o fuera de escuela, tratar de contactarme con él sería mucho más difícil.

Estaba atemorizada. Cada parte de mi ser me pedía regresar a casa, deseando que mi tía finalmente decidiera educarme en el hogar, pues claramente no sería capaz de resistir aquí sola por mucho tiempo.

Me bajé del bus esperando no ver ninguna cara conocida mientras caminaba cabizbaja hacia la entrada del recinto. Sentía mi estómago encogerse de angustia y una creciente sensación de pánico en todo mi cuerpo.

Respirar de repente se volvió muy dificultoso, y es que había llegado a aquel ambiente que solo me causaba náuseas. Esa ferviente energía adolescente que provocaba una extraña histeria en todos los que llegaban. Era demasiado para mí. Solo hablaban de sus vacaciones, la nueva música que estaba de moda, el deseo sexual por los que habían cambiado durante el verano, era desagradable.

Llegué hasta la entrada de la escuela mirando decepcionada hacia la vereda como si Jonah pudiese estar esperándome allí, esa única persona que lograba que todo esto fuera un poco menos desastroso. Sabía que no era posible. Tendría que ocurrir un milagro para que volviera a estar a mi lado. Lo tenía más que claro. Y aún así, esperaba ansiosa volver a verlo.

Revuelta en mis pensamientos, con un único objetivo en mente de cruzar la entrada, sentí de golpe como alguien chocaba contra mi, aturdiendo mi cabeza y dejando un punzante dolor en mi hombro.

Me iba a dar vuelta para disculparme rápidamente, sin ánimos de discutir con nadie, y salir de allí antes de que alguien más se pudiera mofar de la situación, pero solo llegué a girar medio cuerpo y notar a un chico alto con capucha negra que al instante se largaba sin que pudiera decirle nada. No alcancé a mirarle la cara ni mucho menos saber si es que era alguien conocido.

Me sobé el brazo sintiendo todavía un punzante dolor impresionada por la fuerza en la que había sucedido. El chico se fue con tal rapidez que me dejó un leve sabor amargo en la boca sin que me dejara disculparme o que él mismo no dijera nada. Era molesto empezar el día de esa manera, sobre todo cuando el día era el primer día de escuela.

Atravesé finalmente las dos puertas de madera de la entrada sintiendo de pronto como todos mis sentidos se desorientaban con la cantidad de gente y ruido ambiente que había. Se sentía una energía escalofriante que me ponía los pelos de punta y solo acentuaba mis deseos de salir corriendo de ese lugar.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2021 ⏰

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