XVIII

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Y transcurrió la noche. Y transcurrió el día. Y transcurrió la semana y hasta dos.

España olvido como había sido hecha aquella terrible herida en la muñeca de su pequeña. Lo olvido o fingió hacerlo.

Pareció realmente sorprendido al ver toda esa sangre seca desparramada en su brazo debajo de la venda que el mismo había colocado.

Afortunadamente la herida se había curado. Ojalá así de rápido sucediera con las heridas del corazón.

La mexicana volvía a estar sana y salva en la oscuridad de su sótano desde hacía un par de días. Eso lo mantenía tranquilo.

Estando en su baño, Antonio abrió una llave y comenzó a llenar la bañera. Esta comenzó a humear por la temperatura. Procedió a abrir la llave contraria y dejar al agua fría correr y hacer su trabajo de templarla.

Esperó poco menos de diez minutos y al hundir su mano comprobó que está ya estaba lista.

Con una dulce sonrisa en el rostro salió del cuarto y se dirigió en busca de la chica. Al abrir la puerta, la luz la iluminaba completamente. A ella y solo a ella, nada más, como si se tratara de un trofeo, un adorado regalo que el cielo le había dado.

Bajó las escaleras mientras ella parecía comenzar a incomodarse por la luz recibida y empezaba a abrir los ojos.

—¿Estabas dormida, amor? Perdón por despertarte. —se disculpó él con una dulce voz.

Ella se levantó mientras sentía como el hombre procedía a desatarla.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó ella con seriedad.

Y él se limitó a sonreír. Le revolvió el cabello y, en vez de extenderle su mano para ayudarla a ponerse de pie, la levantó por su cuenta y la cargó en sus brazos para llevarla a la planta alta.

Ella no volvió a cuestionar su comportamiento.

Estando arriba, cuando al fin entraron al cuarto de baño, fue que México se dio cuenta de lo que sucedía y se tranquilizó un poco, pues la intriga la mantenía preocupada y temerosa.

Cuando España la dejo pisar el suelo nuevamente, procedió a desvestirla para que entrara la bañera.

Ella le intento explicar con el mayor tacto posible que podía hacerlo por su cuenta. Ofreció que podía asegurar la puerta desde afuera si no confiaba en que no escapara. Le dijo que no necesitaba hacer todo por ella, que muy bien sabia actuar por su cuenta.

Y él actuó como si nunca hubiera escuchado tales sugerencias.

Estaba finalmente desvestida y la dirigió a entrar al agua. No decía nada, ese silencio la hacía sentir insegura, y su desnudes incomoda y expuesta.

El hombre procedió a mojar su cabello para a continuación lavarlo. El agua se deslizo desde su cabeza hasta sus hombros. Esta comenzó a hacerse turbia gracias a la espuma y oculto su cuerpo de la transparencia de antes.

La tocaba con tal delicadeza y cuidado que pareciera que en realidad pensaba que se trataba de una niña pequeña.

Enjabonaba su cabello y su cuerpo para posteriormente proceder a enjuagarla con agua limpia. Ella sentía escalofríos con cada movimiento que hacía.

De un momento a otro enfocó su atención en sus propias manos, y esto fue porque noto que temblaban. Temblaba involuntariamente, recordó que desde la ultima vez que la había sacado del sótano, había sido así. Estaba nerviosa, asustada; sentía que en cualquier momento él era capaz de sujetarla por la nuca y empujarla al interior del agua hasta que le faltara el oxígeno y muriera ahí mismo. Sonaba imposible pero no podía confiar.

"Todo será como antes" [SpaMex] 𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora