Capítulo 5

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Me siento en la cama, suspiro con las manos en la cabeza apoyando los codos sobre las rodillas.

-¿Que mierda fue eso?-  Murmuro en mi soledad y mi aflicción.

Hasta ahora jamás había soñado algo tan vivido, o tan sádico, parecía un maldito recuerdo.

Poco a poco comienso a tranquilizarme y el sudor comienza a desaparecer, no podía entender ese sueño, tanta gente, tantos extraños, busco ver su rostro en el recuerdo que dejó ese sueño pero no hay caso, todo comienza a desvanecerse y a mesclarse con otras figuras, con otras imágenes en mi mente, todo se ve más borroso y confuso, se sentia todo como un recuerdo que vivió alguien más.

Es claro que sólo es el producto del estrés, quizás de la píldora que me había dado de tomar la madre de Melisa. No estoy acostumbrado a tomar medicamentos tan fuertes, quizás eso indujo a ese sueño delirante, eso fue una pesadilla sacada del infierno.

Intento levantarme, me paro y doy unos paso al rededor de la cama matrimonial, tocó el tapiz de las paredes con los dedos tratando de aferrarme a la realidad, el sueño fue tan vivido que siento miedo de seguir dormido, o que está realidad sólo sea una mentira de mi mente perturbada. Ya no se que es real, pero trato de aferrarme a lo que tengo ahora en este presente. Y esta realidad es más reconfortante que cualquier delirio mío, o al menos de eso trato de convencerme.

Busco mi celular.

<<¡Diablos!>> La batería está casi vacía, pero puedo ver la hora. Ya es medio día.

-Dios, dormí toda la mañana- Murmuró.

Me quito la remera que tengo puesta y saco de mi equipaje una chomba negra, me la pongo y abotono uno de los botones y dejó uno libre, no me gusta la sensanción de sentirme ahorcado, es negra, con dos finas líneas blancas en el cuello y en las mangas.

Le paso las palmas como cuando alguien trata de sacudirse el polvo de la ropa, pero yo trataba de alisarlo y sacarle algunas arrugas a la tela.

Vuelvo a dar un suspiro, tendría que huir rapido si quería encontrar antes del anochecer un lugar donde alojarme, salgo del cuarto con mi bolso colgado en el hombro sano y logró ver con mas atencio el lugar, es amplio para una sola persona, pero pequeño para tres o cuatro, como si fuese hogar de algún soltero... anciano, por la decoración.

Hay un pequeño salón vacío que podría ser sin duda un comedor, estaba el cuarto y el baño aún lado, espero encontrar algo así para mi comodidad, las paredes del pasillo son blancas pero muy deterioradas, como si hubiera paso años desde la última pintada, y el piso de un mosaico rojo, todo viejo y antiguo.

Niego con la cabeza, nisiquiera yo puedo entenderme, el día se me está yendo y en cambio de apurarme me lo paso pensando estupideces.

Camino escalones abajo donde se supone que se encuentra la tienda de los padres de Melisa, me sostengo por un varandal de madera firme, de un marron oscuro y brilloso.

Me detengo en el último escalon, hay una puerta al frente siguiendo por el pasillo y otra a mi costado pegada a la pared. Camino por el pasillo de unos cuatro metros, al acercarme a la puerta, comienzo a oír ruido de personas.

Titubeo, me siento apenado, nunca fui bueno relacionandome con desconocido, pero no sólo era eso, sino que acabó de despertar en una cama que no me pertenece, pero esta vez no fue alado de una linda muchacha. Y eso me aflije.

Ya me cruse con la madre de Melisa, y fue difícil no morirme de la pena. ¿ahora a quien podría cruzarme?

Trago saliva y alguien toca mi hombro, doy un respingo y volteó rápidamente, veo a un hombre de unos cuarenta años. Es de mediana estatura, igual de alto que yo, de ojos verdes y cabello castaño, blanco, tiene algunas arrugas en los costado de los ojos y en su frente, es fornido y grande de espalda. Noto que trae un delantal un poco manchado y me percató de que quizás sea alguien que trabaja en la tienda pero antes de pronunciar alguna palabra.

La venganza de Alex [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora