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Joder, podía palpar la tensión sexual a kilómetros. No podía dejar de mirarla. Mis ojos la escaneaban centímetro a centímetro, memorizando cada uno de sus rasgos que la hacían maravillosamente perfecta.
Quería besarla, agarrarla y llevármela a cualquier lugar para que hiciésemos realidad aquello que tanto deseábamos.
Ella colocó su mano sobre mi pierna, acariciandome, de arriba a abajo. Cuando su mano subía hasta mi entrepierna la electricidad corría por mis venas. Quería actuar. Suspiré y mordí mi labio. Ella sonrió ante mi gesto y se acercó.

-Dejémonos llevar.-Susurró cerca de mis labios y una voz peculiar llegó a nuestros oídos, lo que hizo que nos separásemos.

-Ay, por fin. Os encontré- Ari rió al ver la situación en la que nos encontramos. Retiré mi mano de su pierna y bebí de mi cubata medio vacío. -El dueño me avisó de que van a cerrar en media hora. Será mejor que nos vayamos antes de que la gente nos pueda atosigar a la salida. -Sonrió y ambos asentimos. Nos levantamos y fuimos hacia la salida. Mía andaba delante mía y no podía apartar mi mirada de ella. Acaricié su cadera delicadamente al abrir la puerta para que pasaran al interior. Ella me sonrió y llevó su mano hacia la mía acercándome más.

-Tenemos algo pendiente, Bieber. -susurró en mi oído y la pegué a mi.

- Una sesión , ¿me equívoco? - Sonreí y le guiñé el ojo. Asintió y llevó mi mano hacia su cadera haciendo que me pegase completamente pudiendo notar el roce de mi sobre ella.

-¿Con o sin ropa? -giró su cara quedándonos a escasos centímetros y dio un beso sobre la comisura de mis labios. Los humedecí y miré los suyos.

(...)

Narra Mía:
Mi dolor de cabeza era real. No me acordaba de casi nada de lo ocurrido anoche . Bueno, de alguien sí. Joder, aún no entiendo cómo pudimos irnos cada uno a nuestra casa, hubiese temblado el edificio. Su amigo Ryan iba bastante perjudicado y no le parecía bien a Justin dejarle solo, cosa que entendí, casi iba por los suelos. Tan solo abría la boca para decirle a su amigo "Ey bro, todo controlado. Ataca ". Ante su maravillosa frase, lo único que podíamos hacer era reírnos, la situación ya estaba bastante tensa para que nos diesen pie a más.

Me incorporé y estiré mis extremidades. Visualicé una mancha algo borrosa en mi brazo. Un número de teléfono. Reí al recordar la coña de los tatuajes entre Justin y yo, el cual decidió al final de la noche apuntar con un lápiz de ojos su número en mi piel.

- Conque... un curso de tatuajes... eres una auténtica artista, Mía. -Reímos y negué.

-Ni siquiera lo acabé, mi amigo Gus era el que lo estaba haciendo y yo solamente lo acompañé por mera curiosidad. Cuando me di cuenta que me daba bastante miedo tatuar a las personas, lo dejé.

-Seguro que lo harías genial, preciosa. La gente quedaría encantada al ser tatuada por un bellezón como tu con tanto arte. - Reí ante su comentario. - ¿Algún día me tatuarás? Puedo dejarte este hueco- rió y señaló un hueco en blanco en su brazo.

Negué.-Si tu te haces responsable y confías en mi... me lo pensaría. - Sonreí mirándole a los ojos y humecedió sus labios.

-¿Y dejarías que tatuase tu casi limpia piel? - Negué rápidamente riendo y él acarició mi brazo, cerca del tatuaje de la flecha. - Oh, eso me duele. - dijo colocando una mano sobre su corazón. -Algún día lo haré, señorita -Sonreí. - y te marcará en el alma -guiñó su ojo y reímos.

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