26 [Narrado]

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RUGGERO

Al ver el "Visto" en el mensaje, rápidamente toco el icono del teléfono para llamarle. Ella tarda en contestar pero finalmente lo hace. 

—Eres increíble —sonrío. 

—Yo sé que soy increíble. 

—No me refiero a ese sentido de Increíble. Tuve que correr a encerrarme en mi armario donde nadie pudiera escucharme.

En lo que habla, me encargo de buscar los auriculares blancos para convertir la llamada en manos libres. Estoy seguro que esta llamada hará que mi brazo se termine acalambrando. 

—¿Y no puedes contestar sentada o acostada en tu cama y ya? —sigo rebuscando entre los cajones de mi escritorio. 

—No —se limita a contestar. 

—¿O es que te da pena que sepan que hablas conmigo? —le doy un toque de diversión al asunto. 

Cuando encuentro los audífonos en el segundo cajón de la derecha, los coloco tanto en mis oídos como en la entrada del celular. 

—Aparte —contesta—. Pero la habitación de mi madre está casi a mi lado, y si sabe que estoy en una llamada me matará. 

—No si sabe que es conmigo —me acuesto finalmente sobre mi cama. 

—No porque ella... ¡ese no es el punto! A qué venía todo esto —habla. Pero es casi en un susurro. 

Cuando pronuncia esas palabras, mi sonrisa se convierte en una mueca. No pensé que la llamada tomara ese camino tan rápido. 

—Bueno, pues como te lo puse: quiero terminar con candelaria. 

—Sí sé leer, lo que no sé es el porqué —dejo ambos brazos por detrás de mi cabeza. 

—Eso rimó —agrego. 

—No estamos rimando. 

—¿Por qué siempre tienes que llevarme la contraria? —a pesar de no estar cerca de ella, puedo imaginármela rodando los ojos. Sin embrago, suspira. 

—¿Podríamos hablar de Candelaria y ya? En serio que tengo mucho sueño y estoy cansada. 

KAROL

—Yo también. Estuve estudiando matemáticas por más de nueve horas  —escucho decir a Ruggero a través de la línea. 

—Y con más razón deberías de apurarte. 

Sentada en el suelo tapizado de alfombra blanca en mi armario, agarro las cosas que más cercanas tengo a mí para entretenerme. Lo primero fue una cobija de lana, luego un tenis que hallé sin par y ahora es turno de una sudadera GAP color rosa pastel. Los cordones de ella a veces pueden funcionar para entretenerte en una llamada a las cuatro de la mañana. 

— Candelaria se ha convertido en una chica diferente —hace una pausa—. Corrección: no es quien yo esperaba. 

—¿Por qué? —contesto sin apartar la vista de los cordones de la sudadera. 

—Antes yo la veía como una chica perfecta con la que me podía casar y vivir tranquilo a su lado... —Interrumpo de inmediato. 

—Espera, ¿pensabas casarte con Candelaria? —Ruggero se queda en silencio y eso me da la respuesta—. Créeme, ahorita estuviera riéndome hasta orinarme de no ser porque estoy cansada. Pero en serio Ruggero, estás enfermo. 

—¿Enfermo por pensar en un futuro a lado de la persona que me gusta, o bueno, me gustaba? 

—Enfermo porque a penas tienes diecisiete años Ruggero. No puedes adelantarte a las cosas con alguien con quien llevas a penas medio mes de relación. Tú no sabes si esa persona va a durar para siempre contigo o se irá de tu vida —dejo la sudadera a un lado de mí. 

Karol,¿Me prestas tú cargador?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora