Me cuesta respirar, mi corazón late fuerte, mis piernas tiemblan y mi mente se nubla... pero se disipa, se disipa por el deseo de seguir viviendo.
Me da miedo descansar, estar sin nada que hacer o simplemente divagar.
Cuando menos espero llegan... no tienen forma, nunca les he visto a la cara, tampoco puedo pedirles que se retiren solamente, los mounstros... los mounstros llegan a destrozar cada parte de mí... a pesar de no verlos puedo sentirlos y escucharlos. Están arriba, abajo, a la izquierda, a la derecha.... Están por todas partes.
Se posan en tu espalda y caminan contigo... acechándote, puedo sentir sus ganas de devorarme por completo.
Hay una forma de hacer que se vayan.
Los monstruos solo quieren saciar su hambre, puedes alimentarlos de lo que sea, pero no todo alimento les hace bien, si los alimentas con miedo ellos van a crecer y no se van a ir... seguirán ahí para ellos eso es alimento ligero y de fácil digestión, si los alimentas con historias se van... no tienen que ser historias cualquiera. Tienen que ser historias tuyas, si le cuentas una historia feliz tuya ellos se van y si no los alimentas... te devoran.
Pero vuelven.
Vuelven cuando menos esperas. A veces pienso que Dios nos da a cada uno un monstruo y de alguna forma es nuestro trabajo quitárnoslo de encima. Eso no significa que los destruyamos. Pienso más bien que cuando se van buscan a otras personas y se posan en sus espaldas para alimentarse de ellos... de su miedo... de sus historias.
Tengo demasiados monstruos en mi espalda... hay tantos que ya no solo están agarrados de mi espalda... se agarran de mis pies, de mi cintura y brazos.
No me dejan avanzar.
El peso que ejercen sobre mí es abrumador.
Me duele tanto que ya no puedo pensar en historias para contarles.
Siempre les cuento la historia de mi vida. Pero omito demasiadas partes. Temo hacerlos enfurecer... y que acaben conmigo.
He llegado al fondo de todo... no tengo más que contarles... se me acabaron las ideas... se me acabaron las mentiras.
Por años siempre fui un niño cuenta cuentos... los monstruos venían y les contaba historias maravillosas de mí... les decía las cosas buenas que ocurrían en mi vida, pero nunca las malas.
Vivía una mentira.
Había veces en la que los monstruos no venían por un largo tiempo. Y cuando ya por fin pensaba que no volverían, volvían.
Ahora he crecido. Soy adulto, pero me siento como un niño... un niño que está muy ocupado contado historias a seres desagradables como para disfrutar de su vida.
Contarles historias a los monstruos está desquiciándome. Comienzo a fumar, beber... drogarme. Siempre lo había hecho pero ahora encuentro consuelo en eso. Le seguía contado historias a los monstruos. Poco a poco entendí que los odiaba... los odiaba con todo mi ser.
A veces me pregunto ¿Qué pasaría si les cuento una historia real?
El dolor es insoportable... nubla mi mente... mis ganas de vivir se acabaron y no me permiten disipar todo... pero la bebida y el cigarro me ayudan a aclararlo todo.
La nube se disipa y ahora soy capaz de contar más historias felices.
El tiempo ha pasado y ahora soy mayor... empiezo a envejecer y tengo la cara de alguien que tiene la palabra "miseria" como credo. He olvidado el significado de la felicidad y la alegría... sonrío para aparentar y para que nadie me tenga pena.
Vivo otra mentira.
Me pregunto por qué tengo monstruos... por qué tengo que sucumbir ante ellos. Por qué tengo que drogarme para hacerlos felices... para alimentarlos.
¿Qué pasaría si les contara una historia real, una historia de un niño herido que tiene miedo a mostrar sus heridas a los demás pensando que solo las harán más grandes? ¿Qué pensaría un mounstro de una historia así?
¿Los mounstros piensan, o solo se alimentan?
Esta noche lo averiguaré. Esta noche ellos vendrán... lo presiento. Y cuando se monten encima de mi espalda, agarren mis pies y mis brazos y no pueda moverme. Les pediré que se pongan cómodos. Porque les contaré una historia diferente... una historia que no necesitare contar con cigarro y un vaso de alcohol en mis manos... una historia real.
La noche ha llegado... estoy listo. No tengo miedo... se siente raro estar así... sin miedo, pero ansioso.
Los monstruos llegaron... se posaron sobre mí... me hacen doler.
—Les tengo preparada una historia nueva. —los monstruos me pusieron atención, es la primera vez que hablo sin miedo ante ellos. —Pónganse cómodos.
Sí... por primera vez los pude ver... no tenían la forma de alguna bestia o algún ogro de caricatura... sus formas son indescriptibles... fue ahí cuando me di cuenta de que no eran criaturas... eran sensaciones, eran experiencias y eran personas que ya había "olvidado"
Eran un sinnúmero de cosas desagradables.
Seguían siendo monstruos ante mis ojos.
Todos están frente a mí... ansioso a que cuente mi historia. Estamos en mi habitación... me siento en mi cama. No necesito drogas.
Bueno ahora sí llegó el momento que he estado esperando por toda mi vida... el momento de ser sincero.
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MONSTRUOS
Teen FictionTodos nacemos con monstruos que se alimentan de nosotros lentamente a través de nuestro miedo, pero hay otra forma de alimentarlos...