Prólogo

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Después de un largo día de trabajo, Karina Stark caminaba regreso a casa, quizá cenaría algo de pizza junto a sus hijos y se prepararía para dejar atrás otro tormentoso día de trabajo en el correo de la ciudad. Su piel se sentía fría bajo el toque de la brisa que se producía junto a sus pasos, dejando en el olvido la ola de calor que había en Boston.

Caminó en absoluto silencio, como cada noche desde cuatro años atrás, cuando su ex esposo la había dejado con tres niños a su cuidado para irse a vivir con otra mujer — Mucho más joven y hueca — a Florida. Su celular sonó interrumpiendo el silencio de la calle.

— Hola, señora Martha ¿Está todo bien? — Le preguntó a la mujer al otro lado. — Claro, no se preocupe. Llevaré lo que haga falta.

Al terminar la llamada cambió su camino hacia el supermercado a dos cuadras de ahí, sus hijos querían panqueques, y como buena madre caminaba a comprar lo que querían. Se percató de lo solitarias que estaban las calles, para ser las nueve de la noche no era muy normal, si acaso se podía escuchar uno que otro ladrido de perro por el barrio, y miró a unas cuantas parejas caminar junto a ella, pero desaparecían de su vista tal y como habían llegado.

Faltaban menos de treinta metros para llegar a la entrada de la tienda cuando bajó la mirada para buscar su cartera entre su bolsa, estaba tan absorta en buscar su dinero que no notó al hombre que se acercaba sigilosamente a ella desde atrás, sujetando un pañuelo con cloroformo, causando que se retorciera bajo su toque cuando quiso liberarse, luchó ferozmente con su atacante pero el peso de más que el chico tenía logró mantenerla inmóvil hasta que el cloroformo hizo efecto, dejándola inconsciente e indefensa a manos de ese hombre.

Déjame Amarte «Rizzoli & Isles»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora