Durante los siguientes días no pasó nada interesante y mi psicólogo tampoco descubrió ningún dato revelante de entre todos los papeles encontrados en la buhardilla. Ese jueves simplemente estuvimos hablando sobre lo descubierto anteriormente para aclarar las ideas, pero aún así terminamos con la misma conclusión que cuando dos días antes yo se lo había contado.
Desde la sesión del martes hasta el jueves de esa misma semana los fantasmas de mi familia sólo se me habían aparecido en sueños, o mejor dicho, pesadillas. Pasé unas noches muy malas pero no quise perder el tiempo hablando con Aidan sobre las imágenes que mi mente había creado mientras dormía.
Al día siguiente, viernes por la tarde salí a correr como hacía casi todas las tardes desde hacía un par de semanas. Después de comer me había dormido en mi habitación y había vuelto a tener otra pesadilla. En ella descubría que Noa y Dylan no eran mis padres y un tiempo más tarde conocía a los verdaderos, pero no me aceptaban como hija suya porque no querían hacerse responsables de alguien a quien apenas conocían. Al final de la pesadilla, como yo no me marchaba de la casa de los dos desconocidos que eran mis padres, decidían matarme y enviarme al infierno. No llegué a chillar pero me movía desesperadamente en la cama mientras sudaba al ver representado el infierno por mi mente, era algo horrible.
Cuando me quise dar cuenta ya llevaba media hora corriendo y había llegado hasta el edificio donde se encontraba el psicólogo al que acudía yo. Decidí hacerle una visita a Aidan aunque seguramente estaría ocupado con algún paciente. Cuando estaba a unos metros de la puerta del edificio, un joven salió con aire feliz y nos quedamos mirándonos sorprendidos el uno al otro.
-Vaya, vaya, vaya si es Mariluz Horan. ¿Qué haces por aquí señorita?
-Te agradezco que no me tengas rencor por lo de la otra vez Louis, y eso mismo me preguntaba yo sobre ti, ¿no saldrás del psicólogo verdad?
-Primero he preguntado yo.
-Estaba corriendo y he llegado hasta aquí, correr me ayuda a despejarme y olvidar los problemas.
-Eso está bien.
Le miré esperando a que contestara a la pregunta que le había formulado antes, pero como no le veía con la labor de responderla, se la volví a preguntar.
-¿Y tú qué hacías por aquí, acaso han descubierto que estás loco y han decidido enviarte al psicólogo?
-Si los que van al psicólogo son locos, entonces tú eres la cabeza de nosotros ¿no?
-Lo tomaré como un sí.
-Yo también tomaré como un sí el que eres la más loca.
Le miré seriamente, como hacía siempre, pero finalmente terminé sonriendo.
-No me lo puedo creer, Mariluz sonriendo, esto es nuevo para mí.
Mi sonrisa desapareció un instante y le pegué suavemente con el puño en el hombro.
-No hacía falta que me dieras.
-No hacía falta que hicieras el comentario ese –repliqué.
Sin decirle adiós me giré para volver a mi casa olvidando a Aidan. En el momento en que me giraba, me pareció que Louis me quisiera decir algo, sin embargo oí cómo se dio la vuelta él también para irse.
Estaba a punto de empezar a correr de nuevo cuando recordé que quería preguntarle algo a Louis así que corrí en la dirección contraria para alcanzarle.
-¡Lou espera!
-¿Qué pasa pequeña? –preguntó sorprendido parándose.
-¡No me llames pequeña! –casi chillé.
Noté cómo me pedía perdón con la mirada y por un momento pensé que acabaría hipnotizada con esos ojos tan bonitos que le iluminaban la cara. Sacudí la cabeza al darme cuenta de lo que estaba pensando y le pregunté a Louis lo que deseaba saber.
-Tú que tienes muchos tatuajes y eres de aquí de Irlanda, ¿sabes dónde hay algún local donde pueda hacerme uno nuevo?
-En el centro de la ciudad hay uno, pero cada tatuaje está muy caro, yo te recomiendo que vayas al mismo sitio que yo voy. Está más a las afueras de la ciudad, pero si vas y dices que eres amiga mía seguro que te hace un descuento aparte de que ya sale más barato que el de la ciudad.
Me mordí el labio cuando le pregunté y me dijo que en metro o en taxi.
-¿Qué pasa, te dan miedo los transportes públicos?
-No es eso, es que…no me gustan –él me escudriñó con la mirada-. ¡Está bien, sí les tengo miedo! –confesé.
-Eso no me lo esperaba de ti, explícamelo.
-Pues… nunca he ido en metro porque me da un poco de claustrofobia tanta gente apelotonada y me da asco por los borrachos y drogaditos que suelen meterse ahí. Y mi problema con el taxi es que no me gusta ir sola con un hombre al que no conozco, soy muy desconfiada con la gente.
-No me río porque como tú hay más gente y porque no quiero que me vuelvas a dar en el hombro, que sino ya casi ni podría hablar de la risa.
Mi puño no volvió a tocar su hombro por compasión.
-¿Tú…tú me podrías llevar?
Resopló fuertemente.
-Venga va, no tengo algo mejor que hacer que acompañarte a hacerte un tatuaje.
-Claro que no, estar conmigo es el mejor placer que cualquier hombre desearía –bromeé.
-Mariluz hoy me estás sorprendiendo, no sabía ese dote tuyo de bromear.
Ignoré su comentario y pensé la forma de convencerle para que me llevara en coche.
-¿Y si después te compenso invitándote a un helado o a tomar algo?
-Primero te llevo en coche y después nos vamos juntos a tomar algo… ¿Eso es una cita?
Le miré enarcando una ceja.
-Si quieres llamarlo cita allá tú, yo sólo quiero hacerme un nuevo tatuaje.
-Está bien, te recojo mañana a las cinco en tu casa. ¿Te parece bien?
Asentí y sonreí satisfecha.
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Wild Heart. {Tommo's fanfic} TERMINADA
FanfictionNunca sabes lo que puede pasar. Parece que tu vida sea perfecta pero en un segundo las cosas cambian rápidamente. Pierdes a las personas que más quieres, te sientes desorientada, no tienes ganas de nada, tu actitud empieza a cambiar y las drogas son...