One shots, mini shots, prompts, ideas, fics and more.
Ahora en español: Aquí podrán encontrar diferentes historias tanto cortas o algunas de unos cuantos caps sobre la pareja Jeith. ¿Razón? Son cositas que me dan ganas de escribir pero dudo conver...
Resumen:La rivalidad es algo con lo que han vivido desde niños, por lo que no es nada nuevo volver a sus andadas una vez se reencuentran. Aún así, las emociones cambian todo, y el deseo es latente. O tal vez sea solo tensión sexual. Como sea, James está seguro de que no se arrepiente de nada.
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Cuando el tema llegó a sus oídos, no fue la típica charla que mencionaba a las abejas y flores, no, fue pene y vagina. En tan corta edad y en aun destellos de inmadurez para él y unos cuantos compañeros eso fue algo sumamente gracioso. Pero cuando la pubertad llegó como un concreto (en el que se estrelló), le hizo saber la realidad de todo esto, y dejo de ser un chiste. No obstante, James jamás trato de experimentar más allá de la masturbación y erecciones descontroladas que siempre le hacían recurrir a ideas asquerosas. Era un nerd. Un nerd cool. O eso le decían, pues era bastante aplicado, ordenado y siempre trataba de superar las expectativas entre sus clases, deseos de sus padres, etc.
Claro que nada lo preparo para el gran descubrimiento.
Era gay. Homosexual. Le gustaban más las varitas que los calderos. Los palitos de pescado. Los cuerpos sin proporciones curveadas y con cierto órgano que sobresalía entre las piernas. ¿Cómo lo supo? Tal vez siempre estuvo allí y solo cuando se reencontró con él en la inducción de la misma universidad, la misma carrera, el mismo semestre... bueno, quedaba de más contar.
La rivalidad se mantuvo, uno buscando ser mejor que el otro, aunque Kogane sin duda alguna no había dejado atrás ese lado punk y emo que se cargaba desde la primaria. Sabía bien que después de que fue adoptado por algún tipo de pareja, le cambiaron de institución. No supo más de él, hasta ahora. Y maldición, James lo había aceptado, el chico estaba increíblemente bien. Ya no era tan delgado y pequeño, había crecido, se había tonificado por lo que veía, incluso se había dejado crecer más el cabello al punto de que los mechones caían un poco más debajo de los hombros. Lo que realmente había encontrado nuevo era aquella cicatriz en su mejilla derecha, pues se podía notar a simple vista (abarcaba toda una zona).
Fue desde ahí que sus avistamientos a otros hombres se dieron, buscando comparar no solo personalidades, sino también físicos. Y oh Dios, por cada que hacía ese tipo de análisis encontraba más cosas que realmente le atraían de Kogane. Su voz madura. Sus ojos más pequeños y con ese color tan llamativo. Ya lo había visto con musculosas mientras jugaba ultimate en la zona verde de la universidad junto a otros dos tipos y para más gusto, lo había visto practicando esgrima. Verlo moverse de manera tan fluida había logrado ponerlo tan duro que solo pudo encontrar la calma al encerrarse en las duchas.
No es que él no hiciera nada para estar al tanto, jugaba para el equipo de basquetbol del lugar. Seguía siendo estudioso y sobrepasaba a Kogane con centésimas de más. Era popular y atraía la atención con su porte elegante y altura, hacia ejercicio. Pero entonces, ¿Por qué eso no lo complacía? Kogane nunca le miraba por más de cinco segundos aunque estuviese a su lado. Y eso hizo que James se forzara más, solo para tener su atención.
