Esta breve narración nació gracias a la inspiración que me proporcionó un audio de la voz de Benedict Cumberbatch en el cual hace un misterioso conteo. El audio forma parte del primer episodio de la miniserie de HBO Parade's End. (Lo escuché en la aplicación Soundcloud, aquí está el enlace para que por favor vayan y lo escuchen directamente de la cuenta de la chica que lo subió: https://soundcloud.com/eleonoravm/benedict-cumberbatch-one-two ) Confieso que no he visto la serie, mucho menos la parte específica de donde fué extraído el audio, pero al escucharlo me he dejado llevar por la imaginación y aquí está el resultado. Lo escribí hace bastante tiempo y recientemente lo reescribí para publicarlo. Espero que sea de su agrado. Y por supuesto, les recomiendo que escuchen el audio primero para que puedan imaginar con mayor detalle la narración. Subí un video a Youtube con el audio para que esté a su alcance, pero por favor si pueden escúchenlo en Soundcloud, que es de donde lo saqué.
Es de noche.
La luz proveniente de la luna entra con delicadeza por la ventana, abrazando con su luminosidad mortecina a las sombras de la habitación.
Las cortinas blancas y casi transparentes ondean fantasmagóricamente con un soplo de viento fresco que huele a bosque.
Estás recostada en la cama a punto de cerrar los ojos. Pero un sonido casi imperceptible te hace volver el rostro hacia la puerta. El pomo gira con calmada certeza.
Él está ahí. Su alta figura recortada contra la luz amarillenta que proviene del pasillo. Lo ves asombrada, con esa sensación revoloteante dentro de tu pecho que te inquieta. Te incorporas y estás a punto de preguntarle que hace allí pero él alza su pálida mano para detenerte.
Cierra la puerta con sigilo y mientras se acerca a la cama con pasos seguros pero pausados sientes que el sonido desbocado de los latidos de tu corazón retumba por toda la habitación.
Se detiene.
No te has movido.
Simplemente te quedas allí, a la expectativa, con el rostro alzado hacia él.
La luz de la luna da de lleno en él, iluminando su blanca piel, dándole un fulgor casi angelical.
Su ronca voz rasga el silencio con delicadeza. "No te levantes." -dice- "Recuéstate, no te haré daño. Cierra los ojos. Sabrás cuando abrirlos. Permíteme, aunque sea esta noche, el imaginar que tengo el derecho de estar aquí. Que tengo derecho de recostarme junto a tí y dormir a tu lado. Por favor."
Trata la realidad ante sus ojos como si todo fuera un sueño.
Sus movimientos, su mirada, su forma de hablar. Todo su ser parece en extremo cuidadoso, como si tuviera miedo de despertar. Porque la oportunidad parece demasiado perfecta como para pertenecer a la realidad.
No desvía su mirada de ti.
Parece anonadado, admirado de tu rostro.
Haciendo a un lado a la razón, que disfruta aprisionando los sentimientos, te recuestas de nuevo y cierras los ojos.
Y su voz se abre paso entre el silencio de nuevo.
"Uno... dos... tres..." -lo dice con cuidado, con dulzura, pausadamente.- "Cuatro..." -su voz se profundiza, - "Cinco..." -se escucha más cerca. Puedes sentir como recae un peso en el costado de la cama. Se ha sentado.- "Seis... siete..." -Se escucha el roce de las sábanas, su aliento se siente muy cerca de tu rostro.- "Ocho..." -Se le agolpa la palabra impacientemente en los labios, como incapaz de de contenerse.- "Nueve..." -Se escucha preparado, quieto, tranquilo. Envuelto en una expectativa que saborea con gusto.
Está recostado a tu lado, a un palmo de distancia de tu rostro. Puedes sentir el calor natural que emana de su cuerpo y esa fragancia fresca y reconfortante que funciona como un bálsamo que calma el espíritu.
La espera hacia el último número hace que tu alma se sienta pendida de un hilo. Flotando en una bruma de estrellas, en medio del espacio; donde el tiempo no existe, donde la eternidad nace de la unión de sus espíritus.
Y al fin lo pronuncia. Y la palabra ha salido como una exhalación.
"Diez."
Abres los ojos, casi contienes la respiración y el corazón te golpea el pecho con compás febril.
Él está allí, con sus ojos claros y cautivantes fijos en los tuyos. Y su rostro es anhelante, contemplativo. Y su mirada evoca más intensidad que el sol mismo. Y parece decirlo todo con sólo esa expresión y lo hace, te dice todo lo que sus labios no pronuncian unicamente con esa mirada cristalina.
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"Esto es lo que anhelaba. Estar a tu lado y contemplar tus ojos. Observar cada detalle de tus facciones y memorizarlos para la eternidad. Sentir tu aliento dulce cerca de mí. Llenarme de tu asombrada y bella expresión. Y abrazarte, para que no sientas frío esta noche y que duermas con el alma ligera sabiendo que yo velaré tus sueños. Que estaré aquí si despiertas de una pesadilla. Te arruyaré en mis brazos y te susurraré que todo está bien, que no me iré. Al menos no esta noche. Porque esto es lo que anhelaba, y es perfecto."
Nota: No sé con certeza si el sonido que se escucha de fondo en el audio es verdaderamente el roce de unas sábanas. Pero me lo pareció así y encajaba con lo que quería escribir. Así que sigan imaginando que es el sonido del roce de la tela xD Muchas gracias por leer esta narración. Espero sus comentarios con ansias. ❤
